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8M: IMPRESIONANTE DEMOSTRACIÓN DE FUERZAS DEL MOVIMIENTO FEMINISTA



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Declaración del CEI

CEI, 26 de marzo de 2011




La única paz posible en Libia es el derrocamiento de Gadafi y de los saqueadores imperialistas

El papel determinante que juega Gadafi –y es a causa de este papel que hay una intervención imperialista- es el del primer dictador que, tras la caída de Ben Alí y Mubarak, optó por transformar las represiones indiscriminadas que utilizaron todos ellos, en abierta guerra civil contra la revolución. Su voluntad de mantener el orden pro-imperialista de la zona no se limitó a la oferta de apoyo a la represión tunecina de Ben Alí, ni a la cruel represión inicial que enlazaba con los 1.200 asesinatos de hace ahora 15 años en la prisión de Abu Salim, sino que apostaba decididamente en convertirse en el cortafuegos determinante de las revoluciones democráticas. No era sólo mantenerse en el poder sino ser el ejemplo del futuro de otras revueltas en la zona. Para que tuviera éxito en ese papel contra-revolucionario, el imperialismo esperó por semanas que Gadafi golpeara duramente el campo revolucionario con sus fuerzas terrestres y aéreas y las milicias mercenarias mucho mejor equipados con armas pesadas. Ese era el papel que se le dejaba jugar a Gadafi, un paso más allá del que venía haciendo desde mediados de los 90 tanto en política antiterrorista, en inmigración o en los negociados petroleros -como recordó el propio Gadafi en estos días-.

El imperialismo interviene cuando: 1) Gadafi ha amenazado con entrar en Bengazi “como Franco en Madrid”; 2) la revolución, acorralada en la capital rebelde, se prepara para una resistencia que amenaza con enquistar la situación –Gadafi llevaba una semana de bombardeos en Misrata y no la había tomado-; y 3) cuando el movimiento se extiende y radicaliza: el emirato de Bahrein había tenido que pedir la entrada de tropas sauditas, para proceder a la masacre de la Plaza de la Perla, mientras se agudizaba la situación en el Yemen, se incrementaba la tensión en Marruecos y Jordania, se iniciaba en Siria… El imperialismo decide intervenir para tomar directamente las riendas de la situación: frena y debilita a Gadafi, mientras que con el embargo de armas a la revolución le impide imponerse a las tropas del régimen. El imperialismo trata así de forzar un acuerdo negociado para recomponer un régimen garante de sus intereses económicos y restablecer la estabilidad de la zona.

Todas las posiciones que no ponen en las manos de los revolucionarios libios las armas necesarias para defender su revolución, sea con una argumentación u otra se ponen al servicio de mantener el statu quo de la zona, es decir el favorable al imperialismo. Empecemos por la mentira imperialista de que esta intervención es por “razones humanitarias”. Ya en el primer momento en que se empezó a barajar la posibilidad de declarar una zona aérea de exclusión sobre Libia, las mismas autoridades del Pentágono sostuvieron que para poner en marcha tal resolución habría que destruir el sistema de defensa aérea libia y que eso obligaría llevar a cabo bombardeos aéreos que inevitablemente acarrearían la muerte de civiles. Ahora el imperialismo está aplicando esa resolución y masacra civiles en nombre de “defender a los civiles”. Sin embargo, hace unos pocos días en Yemen los asesinos del Ali Abdulá Saleh han disparado sobre las masas desarmadas matando más de cincuenta personas. En Bahrein la monarquía sigue degollando la gente civil. ¿Y dónde estaban los partidarios de “ayuda humanitaria” cuando las bandas de Ben Ali y Mubarak masacraban a los civiles? Los sionistas de Israel cometen matanzas sobre los civiles palestinos desde hace varias décadas y ahora vuelven a recrudecer los bombardeos sobre Gaza, ¿por qué Obama, Sarkozy o Cameron no declaran zona aérea de exclusión sobre Israel?. Así, en el Parlamento Europeo los partidos de “izquierdas” que votaron a favor de la “intervención humanitaria” –Die Linke de Alemania, el Frente de Izquierdas de Francia, el Bloque Izquierda de Portugal, Iniciativa per Catalunya-Verds, etc.- con el líder anarquista del 1968 y dirigente actual de los Verdes, Daniel Cohn-Bendit, a su cabeza, una vez más demostraron su posicionamiento al lado de sus imperialismos.

En la votación en el Consejo de Seguridad de la ONU de la resolución 1973 que impone la zona aérea de exclusión sobre Libia se abstuvieron China, Rusia, Alemania, Brasil e India. Aún mayor responsabilidad tuvieron los miembros permanentes del Consejo, China y Rusia que no vetaran la resolución. Esos gobiernos se esconden detrás de los EE.UU., Gran Bretaña y Francia, para no atraerse la reacción contraria de los pueblos árabes en cuyos países buscan nuevos mercados y fuentes petrolíferas, La misma hipocresía es válida para el gobierno turco: si el primer ministro Erdogan, en vez de llamar a Gadafi para rogarle que dimitiera pacíficamente y abstenerse –en primera instancia- en la votación de la participación de la OTAN en la operación militar, enviara un nuevo barco militante de “Mavi Marmara” a la revolución libia, sería mucho más efectivo en el derrocamiento del dictador.

Lo aún más vergonzoso es el apoyo que “los socialistas del siglo XXI” del ALBA liderado por Fidel Castro y Hugo Chávez dieron desde el principio al régimen dictatorial de Gadafi. Su posición ha sido retomada bajo diferentes formas por partidos y grupos de izquierdas que argumentan:

* Que la guerra es una agresión imperialista de “sangre por petróleo”. Pero el imperialismo no agrede a Gadafi por anti-imperialista, ni por el control directo del petróleo –como hizo con Sadam-, sino porque éste no puede garantizar la estabilidad económica y política que ambos comparten. Son las dos caras de una ofensiva contra-revolucionaria. La primera empieza el 17 de febrero masacrando Gadafi a los manifestantes de Bengazi; la segunda el 18 de marzo con la intervención imperialista.

* Que no hubo revolución: unas veces hablando de un golpe de estado de sediciosos, apoyado por el imperialismo, otras calificándola de guerra tribal, también de sectores pro-imperialistas. Pero fue al revés, fueron las masacres de las manifestaciones en ciudades como Trípoli y Bengazi lo que provocó la división del ejército y que parte de los oficiales se pasaran a las filas revolucionarias. De otro lado si las tribus de la zona de Bengazi son claramente pro-imperialistas, parece extraño que el imperialismo no se entere y no derrote a Gadafi totalmente para poner a sus esbirros en su lugar. Que sectores pro-imperialistas puedan imponerse al fin es posible, pero aún no dominan la situación y por eso el imperialismo desgasta a la resistencia.

Las posiciones que enfrentan la intervención pero no a Gadafi, son el flanco izquierdo del imperialismo al que dicen combatir, tratando de legitimar al dictador que le hace el juego.

Cualquier variante de apoyar una intervención militar de los gobiernos burgueses, apoyar a Gadafi, aceptar el embargo a ambas partes y proponer una salida negociada como hacen los pacifistas… no son sino negar lo que desde el principio pidieron los revolucionarios libios: armas para defenderse. Hay que denunciar gobiernos como el de Zapatero que recibieron el pedido de armas y respondieron con que la resolución de la ONU decretaba el embargo a ambas partes. Hay que exigir “armas a la revolución libia”. Una campaña alrededor de esa consigna lanzada por todos los partidos que se llaman de izquierdas no solamente movilizaría la clase obrera europea, sino sobretodo la árabe –y en primer lugar la tunecina y egipcia-, creando una presión suficientemente fuerte sobre los gobiernos como para tener consecuencias concretas y efectivas.

Ahora los imperialistas están discutiendo y negociando con oficialistas y representes del CNP el futuro de Libia. ¿Con o sin Gadafi? ¿Una única Libia, o dos partes? ¿Quién va a quedarse con qué recursos? ¿Qué países van a controlar y qué zonas? Con los bombardeos quieren acallar la revolución libia –y árabe por extensión- y pasarla a manos de la diplomacia secreta. Esta negociación con el imperialismo como árbitro armado esta destinada a no acabar con el régimen de Gadafi, a reformas para maquillar el aparato del estado, pero no a la ruptura democrática. Igual que sectores del CNP llamaron a la intervención imperialista es muy posible que negocien no derrocar el régimen, de hecho una parte del mismo CNP son antiguos colaboradores de él. Las fronteras una vez más serán dibujadas en las mesas de los políticos y generales imperialistas y serán servidas al pueblo libio en la bandeja de “ayuda humanitaria”.

Los pueblos del mundo, y sobre todo los trabajadores árabes tienen que ver y desmontar esa trampa. El derecho a autodeterminación de Libia pertenece solamente al pueblo libio, a la revolución libia –con los objetivos democráticos que se ha fijado-. Con toda nuestra fuerza tenemos que parar la intervención imperialista en Libia, que tiene como objetivo bloquear el proceso revolucionario hoy en Libia, mañana en Yemen, pasado mañana en Siria… afectando a todos.

¡Fuera Gadafi! ¡Armas para la Revolución libia!

¡Fuera la intervención imperialista! ¡Ni negociación ni división de Libia!

¡Viva la Revolución libia!

¡Viva la revolución árabe!

Comité Enlace Internacional

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