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Islandia

El pueblo vuelve a decir «no» al pago de la factura del rescate financiero

Cristina Mas, 29 de abril de 2011




El 9 de abril, el pueblo islandés
volvía a rechazar en referéndum,
por un 60%, el pago con
dinero público de la factura del
rescate financiero. Por segunda
vez se negaban a pagar los
3.500 millones de euros que los
gobiernos de Gran Bretaña y
Holanda reclaman al estado
islandés por la caída del banco
Icesave, una filial online de uno
de los tres bancos que quebraron
en 2008, y a cuyos clientes
británicos y holandeses sus
respectivos gobiernos decidieron
compensar los depósitos
perdidos.

Contra todo pronóstico
y contra los llamamientos
de todos los partidos del
parlamento de Reykyavic, que
apostaban por el pago, el
pueblo islandés insiste en
buscar otra salida a la crisis,
que no pase por cargarla sobre
los hombros de los trabajadores.
Para comprender la historia de la
crisis islandesa hay que remontarse
a 2005, cuando el país tenía el
PIB per cápita más alto del mundo,
una bajísima deuda pública y altos
niveles de educación y salud.
Rodrigo Rato, entonces director del
FMI, ponía al «Tigre Nórdico» como
ejemplo de los beneficios del libre
mercado. En 2003, el sistema bancario
había sido privatizado. Con
apenas 320.000 habitantes, los banqueros
islandeses quisieron aprovechar
la liberalización financiera: el
sistema bancario islandés pasó de
ocuparse del mercado doméstico a
servir de intermediario para otros
países, los escandinavos y el Reino
Unido principalmente, comprando
los activos más «tóxicos».

En 2008, pocos meses antes del
crack, los institutos económicos
ultraconservadores todavía ponían
de ejemplo un sistema en el que los
impuestos al trabajo eran del 36%
mientras que los del capital no superaban
el 10%. Pero en cuestión
de meses, Islandia pasó se ser un
país desarrollado a la bancarrota.
Los tres principales bancos,
Kaupthing, Glitnir Bank HF y
Landsbanki Islands HF quebraron
en octubre de 2008 tras acumular
una deuda de 61.000 millones de
dólares, equivalente a 12 veces el
PIB del país.

Sólo 5 años después de su
privatización tuvieron que volver a
ser nacionalizados, la bolsa se cerró
después de hundirse un 70%, y
el gobierno pidió un fondo de rescate
al Fondo Monetario Internacional.
El gobierno compensó a los
clientes islandeses pero afirmó que
no tenía dinero para resarcir a los
extranjeros. Los gobiernos de Gran
Bretaña y Holanda compensaron
los depósitos a sus ciudadanos y
reclamaron la «deuda» al estado
islandés.

Como afirma Alejandro Baeza1 «Islandia,
por supuesto, representa uno
de los grandes episodios de catástrofe
económica de todos los tiempos.
Su economía, capaz de brindar
a su población un nivel de vida
decoroso, fue secuestrada de forma
efectiva por una combinación de
ideología de libre mercado
y capitalismo de
compadrazgo».
El gobierno del
conservador de Geir
H. Haarden no pudo
resistir la fuerza de las
movilizaciones en la
calle y dimitió en pleno.
Se celebraron
elecciones que llevaron
al poder a una
coalición de socialdemócratas
y verdes.

El nuevo ejecutivo
insistió en pagar,
forzado por el FMI
que congeló su «ayuda» (por un importe,
curiosamente, equivalente al
de la supuesta deuda) y la Unión
Europea. Presentó un plan por el
que cada islandés debería pagar una
suma de 12.000 euros en 15 años
para pagar «la deuda», con los intereses
del 5,5% La gente exigió un
referéndum y el resultado, en abril
de 2010, fue concluyente: 93% contra
el pago. Además empezó el procesamiento
de los principales ejecutivos
financieros por su responsabilidad
en la crisis. Y se montó una
comisión ciudadana elegida por sufragio
universal para enmendar la
constitución y evitar que se repitan
los errores del pasado.

Un año más tarde, el pueblo ha
vuelto a rechazar el pago en referéndum,
ahora en condiciones menos
«onerosas». Y mientras, ¿qué
ha ocurrido con la economía? En
2010, con las «ayudas» congeladas,
el PIB se recuperó en el último trimestre
y se espera que este año se
cierre con un crecimiento del 3%.
La corona ha caído un 40%, lo que
conllevó el incremento de las exportaciones,
se aplicó una política de
limitar los recortes en el sector público,
hay un alto endeudamiento de
las familias, pero al menos se mantiene
el paro a niveles del 7%. Sin
ser esto una panacea no tiene comparación
alguna con Irlanda que
entró en el pago del rescate financiero.

Después del «no» en el segundo
referéndum, los gurús del
neoliberalismo vocean ahora para
que intervengan los jueces. Holanda
y el Reino Unido han anunciado
que llevarán a Islandia a los tribunales.
La agencia de calificación Standard
& Poor ha amenazado rápidamente
con revisar a la baja el ‘rating’
del país. Pero, por encima de ladridos
y amenazas, el pueblo islandés
- aunque golpeado
por la crisis- está
demostrando que
no es cierta la
disyuntiva: caos o
condiciones del
FMI y rescate de la
banca.

NOTAS

1. A l e j a n d r o
Baeza, «La crisis
de Islandia» en
Rebelion.org

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