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Túnez

La revolución sigue avanzando

Cristina Mas, 24 de abril de 2011




Tres meses después de la caída
de Ben Ali, la revolución
tunecina sigue avanzando fuera
de los focos de los medios de
comunicación. La pugna entre
el movimiento de masas, que
lucha para continuar empujando
el proceso hacia adelante, y
el intento de recomposición de
las fuerzas del viejo régimen,
que quieren mantener sus
privilegios, sigue abierta. El
imperialismo retrocede y, en
cada paso atrás, intenta poner
una nueva barricada, un nuevo
obstáculo que pare a la gente.

Pero no lo consigue, como
tampoco la intervención en
Libia ha podido parar la oleada
revolucionaria, que amenaza
los regímenes de Siria y Yemen,
mientras crecen las
movilizaciones en Argelia y
Marruecos.

El pueblo tunecino ha impuesto la
caída de los dos gobiernos encabezados
por Mohamed Gannouchi, el
primer ministro de Ben Ali, que asumió
el poder después de la fuga del
dictador. Las movilizaciones han
conseguido arrancar de los ministerios
clave los pesos fuertes del viejo
régimen, hasta forzar la salida del
mismo Gannouchi. También se han
ganado otras reivindicaciones importantes:
la disolución de la policía
política y del RCD -el partido-estado-,
la amnistía de los presos políticos
y el procesamiento de Ben Ali
por corrupción y tráfico de drogas.

Las maniobras de recomposición
del viejo régimen hasta ahora han
sido derrotadas en la calle, pero no
se ha formado una alternativa de
poder. El muy debilitado gobierno de
Caïd Essebsi, que ha sucedido a
Gannouchi por designación del presidente
del Parlamento, tuvo que
concretar para el próximo 24 de julio
las elecciones a una Asamblea
Constituyente, como reivindicaba el
movimiento, un Parlamento que elaborará
una nueva constitución para
someterla a referéndum. Para legitimar
la convocatoria electoral ha
creado la llamada Alta Instancia
para la Realización de los Objetivos
de la Revolución, de la Reforma
Política y de la Transición Democrática,
un organismo formado por 153
miembros representantes de la
Unión General de Trabajadores
Tunecinos (UGTT), los partidos de
la oposición, las organizaciones de
derechos humanos, y las asociaciones
de mujeres, periodistas y abogados/
as, además de varias «personalidades».

El Frente del 14 de
Enero, que agrupa a las fuerzas de
izquierda, encabezado por el Partido
Comunista de los Obreros
Tunecinos, denunció la forma en la
que se ha constituido este organismo,
designado a dedo por el gobierno,
la composición (incluye personas
que no han participado e incluso
han denunciado el proceso
revolucionario) y el sistema de votación,
que da el mismo peso a todos
sus miembros. El Consejo de
Defensa de la Revolución, una plataforma
constituida para «supervisar
» la acción del gobierno provisional,
que agrupa al Frente 14 de
Enero, la UGTT y partidos nacionalistas
e islamistas, además de asociaciones
de abogados/as y de derechos
humanos, declaró que la alta
instancia «no responde en su composición,
misiones, prerrogativas y
en su funcionamiento a las exigencias
de la actual etapa transitoria»
y que el organismo «va contra la
orientación del Consejo, que se ha
constituido como referente de consenso
por las orientaciones políticas
y las grandes decisiones».

La Alta Instancia tiene que reformar
el código electoral para que las
elecciones se celebren con garantías
democráticas. Más de 90 partidos
han pedido la legalización después
del fin de la dictadura. Las
primeras decisiones de la Alta Instancia
han sido prohibir la participación
en las elecciones de los que
habían tenido cargos de gobierno o
responsabilidades en el RCD bajo
la dictadura, establecer un sistema
de proporcionalidad que beneficia a
las minorías e imponer la paridad en
las listas electorales, que tendrán
que ser de tipo «cremallera» (alternando
hombres y mujeres).

Al margen del proceso político, las
huelgas continúan en todo el país
exigiendo la mejora de las condiciones
laborales: en el turismo, los y
las trabajadoras de la limpieza de la
capital, en la sanidad.... Estas
movilizaciones ponen blanco sobre
negro que la democracia no es la
panacea para resolver todos los
problemas que han llevado al estallido
revolucionario. En las regiones
del interior, cuna de la revolución,
el paro sigue en los elevados niveles
de siempre y las condiciones de
vida no han cambiado con respecto
a la dictadura.

No sabemos si la Asamblea
Constituyente será un paso más en
el proceso revolucionario, en la
medida que puede abrir un nuevo
espacio para las fuerzas de izquierda,
para completar la ruptura democrática
con la dictadura, incorporar
un programa social a la revolución,
y romper los vínculos con el
imperialismo, rechazando en primer
lugar el pago de la deuda externa y
recuperando toda la riqueza para
el pueblo tunecino. También puede
servir para lo contrario, para
cambiarlo todo sin que nada cambie,
dar espacio a la recomposición
de la burguesía y consolidar el control
del imperialismo sobre el país.

La lucha de clases dirá si la revolución
tunecina avanza de las reivindicaciones
democráticas hacia las
sociales o si se limita a una fachada
democrática que acabará cediendo
el terreno a la contrarrevolución.
Nosotros seguiremos apoyando
al pueblo tunecino y a su
revolución, que ha abierto la puerta
del cambio en el Magreb y Oriente
Medio y continúa siendo su vanguardia.

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