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Portugal

«La deuda es un mecanismo de acumulación de capital»

, 26 de octubre de 2012




Entrevistamos a Raquel
Varela, historiadora y activista,
editora de la revista
Rubra, una publicación marxista
portuguesa.

Lucha Internacionalista:
¿Cuál es el efecto de los planes
de austeridad de la troica
en Portugal?

Raquel Varela: Es un hecho
que la situación social cambió,
y muy rápido. Hasta ahora ha
habido una caída de los salarios
de cerca del 30%, a lo que hay
que añadir la caída del salario
social: salud, educación, seguridad
social... Se calcula que un
20 o 25% de la población vive
bajo el umbral de pobreza. Medio
millón de personas reciben
el salario mínimo, que está en
432 euros. Y hay una tasa real
de desempleo del 24%, según
el Movimento Sem Emprego y
la CGTP. Todo esto ha llevado a
la gente a la calle. Hay una clara
erosión de la base social del
gobierno y manifestaciones todas
las semanas: unas convocadas
por los sindicatos y otras
por fuera, a través de las redes
sociales. Las mayores de este
año y medio de lucha fueron las
convocadas por fuera de los sindicatos
(12 y 15 de octubre de
2011 y 15 de septiembre de
2012). Las de los sindicatos siguen
siendo muy grandes, con
100.000 o 150.000 personas, el
pasado15 de septiembre se calcula
que sólo en Lisboa salieron medio millón de personas, y en todo
el país un millón –fue la mayor de la
historia de Portugal desde la revolución
del 74.

LI: Pero no hay una alternativa
política…

RV: Los partidos de la izquierda
parlamentaria no proponen una
salida: lo único que quieren es desgastar
al gobierno y ganar más votos,
y rechazan las medidas de ruptura
social. Insisten en la idea de
renegociación de la deuda, con una
política keynesiana de recuperar el
pacto social. Pero existe una situación
objetiva de 1,3 millones de parados
que es incompatible con esto.
Y el 45% de la mano de obra es
precaria. Las políticas de pacto social
de la izquierda parlamentaria
encuentran apoyo en la clase media
proletarizada, pero mucho menos
en la juventud y en los sectores
más empobrecidos. Estos tienen
una reacción antisistema muy progresiva,
que se apoya en la idea de
que todos los políticos son iguales.
Aunque esta puede ser una actitud
peligrosa, como la idea un poco infantil
de que el problema no tiene
que ver con la ausencia de un partido
revolucionario, sino con la organización
política en si. Pero hay algo
muy progresivo en este sentimiento
de la gente de que la democracia
parlamentaria no va a dar soluciones
a nuestros problemas.

LI: Algo parecido a lo que vivimos
en el estado español. ¿Cuál
es el papel de los trabajadores?

RV: El movimiento obrero organizado
está en la órbita del Partido
Comunista, en la CGTP. Las clases
medias proletarizadas y una
camada gigantesca de jóvenes sin
empleo están de espaldas a los sindicatos
y el PC. El Bloco de
Esquerda quiere acercarse a ambos.
Pero para mí está clarísimo
que hay un corte generacional entre
los trabajadores que aún tienen
algunos derechos, están sindicalizados
y están dirigidos por los sindicatos,
por un lado, y los trabajadores
precarios, más jóvenes, al otro.
Es un corte generacional y político.

LI: ¿Hay algún movimiento de
huelgas?

RV: Sí, ya las había en el sector
del transporte, hemos tenido dos
huelgas generales y la próxima es
el 14 de noviembre. También hay
huelgas contra las horas extras en
varios sectores de fábricas, porque
el gobierno ha aprobado una reforma
laboral que impone recortes
brutales en el pago de las horas
extras. La mayoría de las medidas
habían caído hasta ahora sobre los
trabajadores públicos y de los servicios,
y ahora empiezan a afectar
también al movimiento obrero. Es
histórico en Portugal que haya manifestaciones
masivas por fuera de
los sindicatos. Y esto también ha
cambiado su actitud. Por primera
vez la CGTP ha convocado manifestaciones
y la huelga general llamando
a todos los sectores, estén
o no sindicalizados. Entienden que
hay una fuerza objetiva por fuera
de sus límites, que intenta responder
a la situación. Nosotros estamos
defendiendo una huelga al
menos ibérica, y lo que nos parece
necesario es que fuera europea.

LI: ¿Hay un sentimiento de ruptura
con la UE?

RV: No. Toda la izquierda parlamentaria
propone alternativas dentro
de la UE. Entre la gente, la
mayoría tiene una idea
antisistémica («que se vayan todos»), pero no una conciencia de
ruptura con la UE. Pero, no se puede
hacer tortilla sin romper huevos:
no se puede salir de esta crisis sin
romper con la UE y construir una
Europa absolutamente diferente. El
problema es cómo proponer alternativas
que a la gente le parezcan
realizables. Es muy positivo querer
que los europeos estemos juntos,
pero no se ve la UE como un mecanismo
de expoliación de Alemania
y Francia, y de sectores de las
burguesías nacionales, para crear
un mercado laboral barato en Europa.

Defendemos una Europa socialista
de los pueblos y tenemos
que pensar cómo hacemos llegar
esto a la gente. Lo que me parece
distinto de esta crisis, respecto a
otros procesos anteriores, es que
la gente tiene una conciencia
anticapitalista, y asocia la crisis al
desarrollo capitalista, pero rechazan
proponer una alternativa al capitalismo.
Hay un rechazo de este sistema,
pero no hay una lucha consciente
por otro sistema. La mayoría
de los movimientos sociales y el
movimiento obrero organizado hablan
de formas regulatorias del capitalismo:
democracia real ya, controlar
a los banqueros… pero no plantean
una idea revolucionaria de sustituir
un poder por otro.

LI: Estáis trabajando una campaña
sobre la deuda.

RV: Contribuimos a fundar el Comité
para la anulación de la deuda
pública, cuya base de discusión es
mostrar que la deuda es un mecanismo
de acumulación de capital.
Es una renta: puesto que el capital
no se valoriza en la producción,
emigra a los títulos de deuda. Tratamos
de explicar en el movimiento
obrero qué es la deuda y cómo
hay una transferencia de recursos
públicos para pagarla. Y esto significa
la privatización de los servicios
que los trabajadores pagan con su
salario: educación, sanidad y seguridad
social. En un libro que acabamos
de publicar, hemos hecho un
cálculo de cuánto pagan los trabajadores
al estado. Nuestra idea es
decir que, antes de hacer una
auditoría, podemos mirar las cuentas
públicas y demostrar que los
trabajadores pagan sus gastos.

LI: El gobierno portugués retrocedió
en el aumento del 7% de la
cotización de los trabajadores. Es
la primera vez que un gobierno en
Europa da marcha atrás por la
movilización.

RV: El gobierno retrocedió porque
se unificaron dos cosas: el rechazo
del movimiento obrero y también el
rechazo de un sector de la burguesía.
Como en todos los procesos
de crisis, hay una división también
en el seno de la burguesía, porque
todas las medidas de austeridad
hasta ahora favorecen más al sector
exportador de la burguesía y penalizan al sector del consumo
interno. Esta crisis avanza a una
situación en que las medidas de
austeridad brutales, de retroceso
social, necesariamente afectan al
consumo interno, y un sector de
la burguesía depende de él. No es
nada nuevo para el marxismo: las
crisis entrañan también crisis dentro
de la burguesía. Ocurre lo mismo
en Catalunya: hay sectores de
la burguesía que ven que les iría
mejor fuera de España. Y de aquí
decimos que avanzamos a una
situación en la que los de arriba ya
no pueden y los de abajo ya no
quieren. No sé cómo ni cuándo llegaremos.

Pero en Portugal las
cosas han cambiado significativamente.
En nuestra historia nunca
hubo paz social, excepto con la
dictadura y cuando en los años 90
aumentó el bienestar y el consumo
de una parte importante de la
población. Fuera de estos momentos,
siempre ha habido una situación
de ingobernabilidad: gobierno
tras gobierno, elecciones cada 2
o todos los años… Yo creo que no
hay condiciones de gobernabilidad
con estas medidas de austeridad,
pero podemos tener situación de
tensión social de gobiernos que se
caen y se levantan durante años.

Aunque hay indicadores muy importantes
que hay que señalar. Lo
más positivo es que las estructuras
burocráticas, sus aparatos, tienen
hoy menos fuerza que en el
pasado para controlar a las masas.
Pero también es verdad que
siguen siendo los únicos aparatos:
ningún sector revolucionario logró
construir una organización con capacidad
de influencia de masas.

Segundo: esta generación que está
en las calles es más internacionalista,
y no sólo por Facebook, sino
porque tiene conciencia que su problema
no es sólo suyo, es un problema
en España, en Grecia, en
Europa… es un problema mundial.
Pero al mismo tiempo tiene menos
conciencia organizativa. También es
muy importante que en las últimas
manifestaciones en Portugal participaran
sectores de los barrios más
pobres, y esto tampoco es habitual.

LI: ¿Cómo ves la política del
Bloco de Esquerda?

RV: Siguen pidiendo la negociación
de la deuda y medidas
keynesianas. Pero lo cierto es que
no hay empleo dentro del capitalismo:
ni las medidas de la derecha ni
las keynesianas dan una salida. La
derecha plantea introducir nueva
tecnología para aumentar la productividad,
lo que significa sustituir
hombres por máquinas, o intensificar
la jornada de trabajo, es decir
que donde trabajaban dos ahora,
trabajará uno. Por la vía de la
plusvalía absoluta, o por la de la
plusvalía relativa, los dos caminos
significan más desempleo.

La izquierda parlamentaria propone
aumentar los salarios,
pero en el marco del capitalismo
esto significa profundizar la
crisis, porque en su competencia,
las empresas cierran, y el resultado
también es más desempleo. Para las
masas, la perspectiva revolucionaria
quizás no sea la más deseada, pero
es la única que ofrece una alternativa.
No estamos hablando ya de la inmensa
explotación de los que están
trabajando, sino del drama absolutamente
brutal de los que están en el
paro, para mantener bajos los salarios
de los que trabajan. Esto hoy quiere
decir un 40% de los jóvenes en Portugal.
Además es ridículo que, a los
30 años, les llamen jóvenes: son adultos
en paro. Toda esta masa de gente
no tiene futuro, ni con la derecha
ni con el keynesianismo. Y lo que hay
que trabajar es la organización.

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