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Documento del CEI

Perspectivas sobre las revoluciones en África del Norte y Oriente Medio

CEI, 4 de novembre de 2012




1. La transformación de la revuelta tunecina, que empezó con la autoinmolación de Muhammed Bouazizi el 17 de diciembre de 2010, en una revolución y su extensión en poco tiempo a los países de África del Norte y Oriente Medio, como Egipto, Marruecos, Bahrein, Yemen, Libia y ahora Siria, hizo comenzar el proceso llamado revoluciones árabes. La profundización del paro y la pobreza hizo estallar grandes movilizaciones y los manifestantes que ya no podían aguantar más la pobreza consecuencia de la explotación imperialista y la represión de los regímenes salieron a la calle con la eslogan “abajo la dictadura”. El proceso revolucionario en los países del Norte del África y Oriente Medio, no solamente ha creado una situación revolucionaria en toda la zona, sino que puede cambiar la situación a nivel mundial.

2. El derrumbe de las dictaduras aliadas del imperialismo y el sionismo también influyó la lucha de clases en nivel mundial. Han surgido luchas como el movimiento de los “Indignados” en Europa y “Occupy Wall Street” en EE.UU. que toman como ejemplo las luchas de los pueblos árabes. El mismo proceso, por otra parte, proporciona una nueva dinámica a la lucha del pueblo palestino; la ocupación de la embajada de Israel en Cairo por las masas egipcias en el mismo día en que Gaddafi huyera de Trípoli, la solicitud de Palestina en la ONU para ser reconocida como miembro pleno o el acercamiento entre la OLP y Hamas hacia una posible alianza han sido ejemplos de ella.

3. Las revoluciones también han provocado un debate profundo en las filas de las corrientes que se sitúan en la Izquierda sobre si el proceso era una revolución o no, y causó vacilaciones y luego posiciones diferenciadas. La socialdemocracia y los partidos socialistas institucionalistas, con una posición claramente contrarrevolucionaria compartieron las preocupaciones de sus propias burguesías junto con el imperialismo: primero apoyaron a los regímenes bonapartistas, y luego, cuando se enteraron de que esos regimenes ya no podían sobrevivir las rebeliones, apoyaron los movimientos de oposición y se pusieron en marcha para controlar la revolución y las direcciones alternativas. Por otra parte, los gobiernos de Chávez y de Castro y las corrientes de izquierdas nacionalistas se colocaron contra las masas rebeldes y apoyaron a los regimenes militar-policíacos de Gaddafi en Libia y de Assad en Siria, tachando la revoluciones de complots imperialistas. Su posición entorpeció seriamente la solidaridad internacional con las masas árabes.

4. El zarandeo de los regímenes militar-policíacos árabes que reprimieron a las masas bajo gobiernos autoritarios, marcan un punto de inflexión tanto en la zona como en la revolución mundial. Las revoluciones árabes empezaron como revueltas populares espontáneas de las masas, por fuera de la intervención o influencia directa de las tradicionales direcciones nacionalistas o islamistas. La ausencia de ninguna dirección organizada más allá de líderes locales define el carácter espontáneo de estas revoluciones. Tanto la fuerza como las limitaciones de las revoluciones surgen de ese carácter de las mismas. Por otra parte, sobre todo en Túnez y Egipto, a pesar de la decapitación de las dictaduras, la permanencia de las antiguas instituciones del régimen significa que las revoluciones no han alcanzado sus objetivos, están inacabadas. En general, la espontánea movilización de las masas con reivindicaciones democráticas desintegrando el sistema establecido, la formación de órganos de autodefensa del tipo de poder dual y la creación de las condiciones políticas objetivas para formación de gobiernos obreros y populares, nos hace caracterizar la fase actual de las revoluciones árabes como revoluciones democráticas inacabadas.

5. En Libia, Yemen, Bahrein y Siria, la represión militar que pusieron en marcha las dictaduras contra las masas movilizadas comenzó una nueva etapa en el proceso de las revoluciones árabes. El imperialismo que intervino militarmente en Libia, no tiene intención de repetir la aventura en todos los países, sino adecuar sus tácticas sin perder el objetivo estratégico de parar las revoluciones y tutelar el proceso posterior para garantizar sus intereses. Las críticas que recibió por su intervención militar en Libia y el descontrol de la situación posterior creada en el propio país, la presión de la crisis económica mundial, las dificultades que supone una movilización militar, la situación estratégica de Siria donde no pueden correr el riesgo de desestabilizar Israel… le obliga a aplicar otras tácticas. Sea por la via militar no directa, con el envío de las tropas de los Estados Árabes a Bahréin, sea encubierta como con los aviones no tripulados al principio del proceso en Yemen, o sea buscando acuerdos entre régimen y oposición como luego en ese mismo país y ahora en Siria, para en uno u otro caso, parar la revolución. Con este fin, en vez de colaborar con las ruinas 20 de los regímenes derrumbados, intenta conectarse con las “nuevas” direcciones de las masas y acordar con los partidos islamistas aunque de hecho no participaron activamente en las revoluciones. Sin embargo, las corrientes islamistas en el poder no podrán satisfacer las demandas de las masas, pues no van a romper con el imperialismo que es el principal factor del expolio de esos países y de la pobreza de los pueblos árabes. En la medida en que las masas sigan luchando por “pan, trabajo y libertad”, el islamismo intentará en vano construir puentes entre los intereses del imperialismo y las demandas de las masas, y cada vez su espacio de actuación para engañarlas será más estrecho, dejando más claro su carácter pro imperialista y provocando nuevas rupturas en las corrientes musulmanas.

6. Hasta los 80 los gobiernos nacionalistas de los países árabes se distanciaron geoestrategiacamente del imperialismo y establecieron una amistad política y militar con la Unión Soviética de entonces, sobre la base de una política populista a nivel interno que les daba una base social de masas. Sin embargo no rompieron con el capitalismo mundial, conservando las formas de propiedad y producción burguesas. Los regímenes basados en una economía capitalista estatal se convirtieron en dictaduras bonapartistas que reprimen violentamente a las masas para servir a la burguesía compradora y la burocracia estatal.

7. A partir de la segunda mitad de los 70, el capitalismo mundial cayó en una nueva crisis. El imperialismo respondió, a principios de los 80, combinando el neoliberalismo con la llamada “globalización”, mientras el estalinismo empezó a derrumbarse en la Unión Soviética y en otros estados obreros. En este proceso los bonapartismos árabes también fueron arrastrados a una crisis profunda. La bajada repentina en los precios del petróleo durante la crisis mundial de 1974 habían disminuido los ingresos de los Estados, arrastrándoles hacia una crisis económica profunda. Por otra parte, con la creciente pobreza consecuencia de la repentina bajada del poder adquisitivo, el nacionalismo árabe empezó a perder su influencia política sobre las masas.

El que organizó la rabia de las masas pobres contra los regímenes, convirtiéndose en su dirección de oposición, fue el islamismo político. El discurso “antiimperialista” de las corrientes islamistas reflejaba el deseo de las burguesías locales de aprovechar más los recursos de sus propios países y fue acompañado de la reivindicación de “democracia” que reivindicaban para ellas ante los regímenes militar-policiacos colaboradores del imperialismo.

8. Esas condiciones obligaban a los regímenes árabes a reorganizarse política y económicamente. Así que en el interior fortalecieron los mecanismos de represión y en la arena mundial reforzaron sus relaciones con los países imperialistas. Primero Egipto y Jordania, y luego la Organización de Liberación Palestina (OLP) reconocieron la legitimidad del Estado sionista y firmaron acuerdos de paz con el imperialismo (1979 Camp David, 1993 Oslo). Siria dio su apoyo silencioso a estos acuerdos a cambio de recibir la aprobación muda del imperialismo por su ocupación en Líbano. Entre 1980 y 1988 Irak asumió el papel de gendarme del imperialismo con una guerra contra Irán, que no sirvió más que para la muerte de un millón de personas y la destrucción de ambos países. En 1988 Argelia restableció relaciones diplomáticas, a través de Marruecos, con su ex colonialista, Francia. A partir de 2003 Gaddafi recibió la tarea de colaborador y torturador del imperialismo en su “guerra contra el terrorismo”. Todos estos acontecimientos dieron un carácter más directo y más profundo a la dependencia de los países semicoloniales árabes del imperialismo.

9. A nivel económico, la transformación que ejercieron los regímenes nacionalistas árabes consistía en la aplicación de las medidas liberales en sus economías y poner sus recursos nacionales al servicio de las organizaciones internacionales del imperialismo (FMI, BM y OCM) y las multinacionales. En los 80 Egipto, Sudan, Marruecos, Túnez, Jordania; y en la década siguiente, Líbano, Argelia y Yemen firmaron tratados técnicos y financieros con el FMI y el BM. En los 2000 Libia y Siria tomaron paso en la misma dirección.
Kaddafi compraba libremente armas de España y Alemania. La familia de Ben Ali, que gestionaba Túnez como si fuera su empresa privada, podía traer los ministros franceses con aviones privados y recibirles en yates lujosos, para seguir exportando el 50 por ciento de los productos de sus empresas a los mercados europeos y ofrecer facilidades a los inversores estadounidenses en su país. En Marruecos, las cifras de distribución de renta, hacen que mientras pobreza y desempleo alcanzan a niveles infrahumanos, la monarquía podía gastar 1.000 millones de dólares para la construcción del puerto de la zona de libre comercio en Tánger. Las monarquías en Jordania y en Bahrein también firmaban acuerdos de libre comercio con los EE.UU. En 2009 Egipto celebraba la alta nota de credibilidad que le otorgaron la Cooperación Internacional de Finanzas y el Banco Mundial, mientras se alegraban de que no lo mencionaran en sus informes sobre el nivel de desempleo, el desequilibrio en la distribución de las rentas en el país, ni la miseria que reinaba en los barrios de chabolas que rodeaban El Cairo.

Túnez y Egipto

10. A finales de 2010 el auto sacrificio de Muhammed Bouzazi en Túnez -donde el nivel de paro alcanzaba al 31%- para protestar por la confiscación de su tenderete ambulante por la policía hizo estallar la revuelta de los miles de jóvenes, desocupados y masas pobres contra el régimen. En la medida que las movilizaciones asumieron un carácter permanente y con la entrada de la clase trabajadora en la rebelión con huelgas, el dictador que llevaba 24 años, Ben Ali, fue derrotado. La participación de la clase en la revolución a su vez provocó fisuras en la UGTT y muchas organizaciones locales del sindicato intervinieron en la lucha e incluso en varias regiones asumieron la dirección de las masas. Después de la derrota del dictador, las huelgas y las luchas obreras han continuado y hasta ahora se han registrado más de 1.500.

11. El proceso revolucionario en Túnez tenía sus precursores en las luchas anteriores de las masas tunecinas.
En 1984 hubo la “revuelta de pan”, producto de la miseria que provocó la liberalización de la economía; en 1987 las protestas organizadas por la UGTT (Unión General del Trabajo) fueron violentamente reprimidas por las fuerzas del régimen (“Jueves Negro”); en 2008 se organizaron huelgas y luchas laborales en la Cuenca Minera en el sur; en agosto de 2010 en Ben Guerdane los manifestantes que protestaba por el cierre de la frontera chocaron con las fuerzas de la policía. Esas luchas y bajo el efecto de la crisis mundial que empezó en 2008, los despidos masivos en los sectores de turismo y servicios, la subida de los precios de alimentos y el incremento en la represión prepararon las condiciones objetivas de la revolución tunecina.

12. Las masas organizaron milicias de defensa en varias ciudades. En las ciudades como Kafsa, Kassarin, Sidi Bu Zeyd y Tala, después de la huida de los responsables de la administración y la policía de la ciudad, las masas organizan las tareas como la seguridad, la sanidad, el reparto de los alimentos, a través de los comités populares que ellas mismas organizaron. También formaron “comités de la defensa de la revolución” para garantizar la seguridad contra las fuerzas paramilitares del régimen, pero siguieron confiando en el ejército, pilar clave de la continuidad del régimen. Los comités se construyeron espontáneamente y tienen un carácter interclasista, pero también fueron embriones de poder dual. Su debilidad principal fue limitarse a la tarea de “supervisar” la actividad del Gobierno hasta las elecciones y no llaman a acabar con él y tomar el poder en sus propias manos. Con ello no sólo le daban alas a la reacción, sino que frenaban las huelgas para dar tiempo a que se “completara” el proceso democrático. Eran las peores condiciones para llegar a unas elecciones donde ya el imperialismo había definido sus aliados: Enahda obtuvo la mayoría absoluta. Sin embargo, las luchas obreras siguieron tanto después de la caída de Ben Ali (acompañadas de 138 auto inmolaciones para protestar por el paro), como ya con el gobierno de Enahda, ante su incapacidad de mejorar las condiciones de la vida del pueblo, lo que plantea la necesidad de la continuación de las movilizaciones tanto por las reivindicaciones sociales como democráticas, en el camino hacia un gobierno obrero y popular.

13. 7 meses en el gobierno del partido islamista Ennahda, los socialdemócratas de Etakatol y del congreso por la Republica, han dejado claro que no hay trabajo para los parados si no es luchando por una nueva revolución. Las cifras de parados siguen siendo como cuando estaba Ben Ali e incluso ha aumentado, y las condiciones de los trabajadores siguen siendo de igual explotación. Si en algo se coincide con todo el mundo es en que por esto no fue por lo que se luchó contra la dictadura. Pero algo empieza a cambiar, y muy rápidamente: lo que era confianza en el islamismo de Ennahda hoy en día se está deteriorando. Si hace unos meses el comentario era que los que se han tirado años en la cárcel con el tirano van a solucionar los problemas y hay que confiar en el gobierno, hoy en día muy poca gente confía en ellos. Esto lo demuestran las huelgas en la zona minera de Redeyef, Moulares o Metlaoui, Regueb o Tala donde ha habido movilizaciones masivas reclamando el derecho a trabajar y que se han encontrado sin ninguna respuesta por parte del gobierno y en algunos casos con la represión policial y de los islamistas.

14. El papel de la dirección de la UGTT fue nefasto después de la caída de Ben Ali, llegando incluso a entrar en el gobierno continuista de Ghanouchi y saliendo a las pocas horas por la presión de los militantes sindicales y del pueblo tunecino. El aparato de la UGTT, con la complicidad del antiguo Partido Comunista Tunecino, que estuvo en el gobierno de Ben Ali, y de la mayoría de los grupos de izquierda de Túnez, cuando tuvieron la sartén por el mango en los primeros meses del 2011 con la creación de los comités de defensa de la revolución, se limitaron a decir que la democracia primero había que consolidarla y luego dar satisfacción a las huelgas y demandas de los trabajadores y de los parados. Por eso después de la caída del tirano no hicieron caso a las múltiples huelgas que había ni a las demandas de justicia de las madres de los mártires de la revolución, aislando a la UGTT del resto de la sociedad tunecina y propiciando la subida de Ennahda. Esa es la tarea que tiene hoy los revolucionarios en Túnez, poner a la UGTT en el centro de la lucha, al servicio de los trabajadores y de los jóvenes parados, de las madres de los mártires. Pero hoy hay un cambio en la situación tunecina que es el giro que da la UGTT. Esto es un choque de aparatos por arriba entre el aparato de la central sindical y el gobierno , motivado por el intento de control del sindicato por parte de los islamistas de Ennahda. Esto ha motivado una respuesta al gobierno de la central sindical, de todos sus afiliados. En las elecciones sindicales realizadas en Regueb, la lista del partido islamista es derrotada, de 14 delegados sindicales 13 son para la oposición de izquierda y uno para Ennahda. Parecidos resultados se dan en todas las zonas del interior, la más revolucionaria y más pobre de Túnez, Sidi Bouzid, Redeyef, Gafsa o Tala.

15. El gobierno, desde que ganó las elecciones, pidió una tregua de tres meses en todas las luchas. En unos casos se respetó, y en otros, como en la lucha de Redeyef por el trabajo, no. En la cuenca minera del sur de Túnez, a los pocos días ya había huelgas y encierros, manifestaciones y hasta huelgas de hambre pidiendo trabajo. Estas justas luchas, han estado siempre aisladas, incluso aquellas que han contado con cuadros de la UGTT a su cabez. La UGTT nunca las ha coordinado ni ha hecho campañas de solidaridad en Túnez, llevándolas en algunos casos a la derrota. La UGTT pone todo su peso en la lucha contra el islamismo y por una sociedad laica. Esto, que en principio está bien, no es una buena táctica si no va acompañado de la unificación y la solidaridad en las luchas que se dan. El objetivo del gobierno de Ennahda no es sólo imponer una sociedad islámica, fundamentalmente es acabar con el proceso revolucionario en Túnez, y esta es la gran traición del islamismo. Hoy en Túnez la política del imperialismo es llevada por los islamistas, no por ser islámicos solo, sino por ser un partido que defiende los intereses de la burguesía tunecina y del imperialismo europeo y gringo. Ellos son los garantes de los intereses económicos de la burguesía europea. Llamar a la lucha por una sociedad laica y no islámica sin acompañar la lucha de los jóvenes parados y de los trabajadores es dejar una pata coja en manos del islamismo, en medio de una sociedad mayoritariamente musulmana. Por otra parte la creciente movilización de los salafistas contra los sindicalistas, los trabajadores y los centros progresistas forma una amenaza real para las pocas conquistas de la revolución democrática, y que necesita una organizada respuesta obrera y popular con la juventud movilizada en la cabeza.

16. Hay que analizar la revolución egipcia a partir de las movilizaciones huelguísticas entre los años 2005 y 2011 y de las condiciones de pobreza y desempleo que reinaban en el país. Durante esos años ha habido más de 3 mil movilizaciones obreras sobre todo en los sectores del textil, construcción, transportes y alimentación, con una huelga destacada de los trabajadores del Metro del Cairo. La subida del 24% de los precios de los productos alimenticios en 2007 disparó la “insurrección de pan”. Las protestas populares se incrementaron en los últimos cuatro años y tomaron un nuevo carácter con la lucha de los trabajadores textiles de la empresa estatal en Mahallet el-Kubra. La revolución estalló cuando las masas, inspiradas de la revolución tunecina, se rebelaron contra el paro y la pobreza y se encontraron con la represión brutal de las fuerzas de seguridad del régimen contra los jóvenes. Así, las reivindicaciones de trabajo de los jóvenes parados y las demandas democráticas de las masas populares se unieron en una única lucha contra el gobierno bonapartista creando una situación revolucionaria que terminó con el Gobierno de 31 años de Mubarak.

17. En el fondo de la indignación popular contra el régimen estaban los planes de transformación liberal que el régimen puso en marcha a partir de la segunda mitad de los 80. La aplicación de los planes llevó al país a un 40% de la población (de 80 millones) a vivir bajo el umbral de la pobreza, a más de la mitad de la población activa trabajando en el sector “informal” (es decir, en realidad desocupada) y una renta per capita que no llega a los 4.400 dólares anuales. Según la Organización Mundial del Trabajo Egipto fue uno de los 25 peores países en que los derechos laborales de los trabajadores fueron violados.

18 Las movilizaciones que comenzaron con la ocupación de la Plaza Tahrir en enero del 2011, con la caída del dictador, llevaron al Consejo Militar a tomar el poder con el compromiso de liderar el país hacía una 22 elecciones democráticas. No obstante, la intención del Consejo de acabar con las movilizaciones y de perpetuarse en el poder crearon una segunda ola de movilizaciones de decenas de miles que ocuparon otra vez la Plaza Tahrir con las demandas de un gobierno civil, elecciones inmediatas, la disolución de las instituciones dictatoriales y el castigo de los culpables de la represión. Mientras en los sectores de administración, petróleo, textiles y telecomunicaciones las huelgas se extendieron con las demandas de aumento salarial y seguridad laboral. Los comités de la Defensa de la Revolución empezaron a coordinarse a través de una Secretaria del Consejo de Defensa de la Revolución. El proceso electoral que empezó a finales del 2011 y duró hasta febrero del siguiente año, convirtió a los islamistas (el Partido de Libertad y Justicia, brazo político de los Hermanos Musulmanes) en la principal fuerza política del nuevo Parlamento egipcio.

Sin embargo, el Consejo Militar sigue en el poder y quiere imponerse sobre la configuración de la nueva Constitución y la elección del Presidente, algo que provoca nuevas luchas de las masas en la calle. Por otra parte el nuevo Gobierno del PLJ intenta negociar con los militares, tomando el relevo en la represión de las masas y están lejos de poder satisfacer las demandas políticas y económicas de la juventud y la clase trabajadora.

19. El 24 de mayo se han convocado la primera vuelta de las elecciones presidenciales tras el derrocamiento del régimen de Hosni Mubarak, a las que acudió solamente 51% de los votantes (26 millones). El candidato de los Hermanos Musulmanes, Mohammad Morsi obtuvo el 24,4% que señalaba a una fuerte retroceso para los islamistas en comparación a las legislativas cuando cosecharon el 40% de los votos. La razón de esta rebaja de confianza ha sido posiblemente su permanente colaboración con el régimen militar para “ordenar una transición pacífica” hacia un gobierno burgués y sus acuerdos con FMI prometiendo la continuación de las políticas neoliberales. El segundo candidato para la segunda vuelta con el 23,3% de los votos ha sido Ahmad Shafik, el último primer ministro de Hosni Mubarak y exjefe de las fuerzas aéreas. Este candidato del régimen militar logró captar los votos de altas capas de la clase media que formaba parte de las bases del antiguo régimen y los sectores de la población que perciben “inseguridad” en la revolución. Sin embargo el parlamento dominado por los islamistas con una ley prohibió la candidatura de Shafik alegando a su historia militarista. El tercer candidato más votado en la primera vuelta fue Hamdim Sabbahi, autodenominado social demócrata nasserista, que obtuvo el 20,3% de los votos como candidato de izquierdas. Sabbahi supo defender algunas consignas de la revolución (trabajo, libertades, etc) y ha sido el más votado en las capitales como Cairo y Alejandría. Sabbahi y otros pequeños partidos de izquierda liberal decidieron boicotear la segunda vuelta y pusieron una denuncia ante el Ministerio del Interior de que se habían repartido 900.000 carnés de identidad ilegales a oficiales de policía para votar por el candidato Ahmed Shafiq. La acusación no es insignificante ya que la diferencia de votos entre Shafiq y Sabahi es de apenas 700.000 votos. Por último, el candidato apoyados por varios grupos revolucionarios, Abeldmoneim Abol Fotouh recibió el 17% de los votos. Mientras tanto ha habido corrientes de izquierda radical, incluido los llamados “socialistas internacionalistas” (corriente hermana del SWP británica), que votaron los Hermanos Musulmanes como “mal menor”.

20. El 14 de junio Tribunal Constitucional con un doble resolución anuló las elecciones parlamentarias del noviembre de 2011 y enero de 2012, y decretó y validó la candidatura de Ahmad Shafik. Según la ley electoral impugnada por el Tribunal, dos tercios de los diputados debían ser elegidos por un sistema de listas de partidos, y el tercio restante correspondería a candidatos individuales. No obstante, tras un acuerdo entre la Junta Militar y las fuerzas políticas, se enmendó la norma para permitir que en la elección de los candidatos individuales pudieran concurrir personas afiliadas a partidos. Así, la disolución del parlamento pone todo el poder otra vez en las manos de la Junta Militar, que asume también el poder legislativo. Por otra parte el candidato de los militares, Shafik, incrementa sus posibilidades de ser elegido presidente. Los Hermanos Musulmanes, a pesar de criticar las decisiones del Tribunal Supremo decidieron acatarlas. Los dos sectores –islamistas y militares- procuran conservar la pugna entre sí en un contexto legislativo, ambos haciendo todo el esfuerzo para que el pueblo egipcio no movilice, una estrategia aplicada también en Turquía y apoyada por el imperialismo. Está por ver la reacción de los trabajadores y el pueblo egipcio ante este juego que perpetra entre la burguesía y la burocracia estatal (militar y civil).

21. En Egipto y Túnez las movilizaciones se extienden con las reivindicaciones políticas (gobierno civil, disolución de las instituciones del régimen dictatorial) y económicas (trabajo y aumento salarial) que ni el Consejo militar ni los gobiernos de los Hermanos Musulmanes y Enahda son capaces de responder. Mientras las movilizaciones dan continuidad a la Revolución, los regímenes buscan medidas y direcciones nuevas para salvaguardar la propiedad burguesa. Así que se vive una confrontación entre la revolución y contrarrevolución. Los imperialismos estadounidense y europeo promueven las direcciones islamistas para montar regímenes semibonapartistas conforme al “modelo turco”. A través de ese tipo de gobiernos quieren asegurar las inversiones de las multinacionales en esos países controlando el proceso de “transición” y las movilizaciones de las masas con medidas de reacción democrática. La estrategia de la contrarrevolución en Egipto y Túnez es construir en colaboración con el imperialismo unos aparatos supuestamente democráticos (un sistema parlamentario multipartidario, una Constitución que incluye derechos a organización y expresión, justicia civil, etc) para mantener y cubrir los pilares principales del régimen y salvaguardar la hegemonía del capital financiero; y también a través de esos aparatos y con la colaboración de las direcciones islamistas, acabar con la movilización de las masas.

22. Uno de los peligros que enfrentaban las revoluciones tunecina y egipcia fue la simpatía que tenían las masas hacia el Ejército. No obstante esta ilusión se está disipando sobre todo en Egipto. Las masas han demostrado su ruptura e indignación contra los militares ocupando otra vez la Plaza Tahrir en diciembre de 2011 forzando la dimisión del gobierno provisional, mientras el Consejo Militar adelantaba las elecciones presidenciales al julio de 2012 con el compromiso de dejar el poder después de la elección del nuevo Presidente. Por otra parte la vanguardia de la clase trabajadora y las corrientes revolucionarias reivindican una huelga general para acabar con el régimen militar. De hecho realizar una ruptura radical con el régimen debe ser la principal tarea de la clase obrera.

23. La continuidad de las revoluciones en Egipto y en Túnez depende en la confrontación de las masas con los gobiernos burgueses que toman el relevo, y en su movilización permanente con un programa revolucionario: nacionalización de todas las empresas estratégicas controladas por las multinacionales, un plan público de urgencia para acabar con el desempleo, no pagar la deuda externa, la confiscación de las propiedades de los responsables del régimen antiguo, de los militares y de sus familiares que saquearon las arcas del Estado, el juicio y castigo de los responsables de la represión y la violencia estatal, la abolición de todos los acuerdos con el imperialismo y el Sionismo, romper el bloqueo sobre Gazza, y la construcción del poder obrero, popular y de los jóvenes, que también puede llevar a cabo una reforma agraria profunda que el país necesita.

Siria

24. La Revolución siria sigue la línea de los procesos revolucionarios que se viven en Libia, Yemen y Bahrein, más que los de Túnez y Egipto. En enero la revolución ha tomó una forma de una “prolongada guerra de desgaste”. Los motivos de la sublevación de las masas en Siria son casi los mismos que se encuentran en otros países árabes. Los planes neoliberales llevados acabo en el país en la última década, que destrozó económicamente las zonas agrícolas (especialmente a ciudades como Deraa), la perdida de los campesinos de sus tierras, los recortes económicos y sociales, la represión y el terror que ejerce el régimen sobre las masas, fueron los que dispararon la insurrección. Cuando las movilizaciones en Deraa se extendieron a otras ciudades como Hama, Homs, Latakia, Baniyas y Al Qamishli, la represión del régimen se incrementó con asesinatos indiscriminados contra las masas para disolver las manifestaciones. Pero el terror del Estado no logró terminar con las movilizaciones, así que Assad introdujo cambios en el Gobierno en marzo de 2011 y el régimen declaró un paquete de reformas que no llegó de ser realizado. Cuando las masas frustradas y engañadas comenzaron la segunda ola de movilizaciones, Assad puso en marcha un segundo paquete y esta vez se concedió la ciudadanía a los 300 mil kurdos, liberó los detenidos en las manifestaciones, levantó el estado de emergencia y disolvió los tribunales extraordinarios. Sin embargo, no se detuvieron las manifestaciones que ya exigían la caída del dictador y éste incrementó los ataques militares con bombardeos.

25. Mientras, el imperialismo que en principio pedía reformas al Assad, al ver que el régimen perdía su legitimidad ante las masas y que el proceso tomaba una dinámica de guerra civil, empezo a demandar la dimisión del dictador. Por otra parte, entró en dialogo con las direcciones “alternativas” y con la colaboración del Gobierno turco abrió sus puertas a los exiliados para promover su organización.

26. Existen organizaciones sobre todo de los jóvenes bajo el nombre de Comités Locales, que juegan un papel importante en la organización y coordinación de las movilizaciones. Actualmente no hay movilizaciones obreras del tipo huelgas u ocupaciones, pero se extiende la “huelga” (bajar la persiana) de los pequeños comerciantes.

27. Las masas necesitan organizar su autodefensa ante la iniciativa del régimen de cometer masacres sobre la población. Actualmente el Ejército Libre de Siria (ELS) se está fortaleciendo por los desertores del ejército de Assad. Si el ELS, que fue muy efectivo en Hama y Homs, ayuda a la formación de los organismos de autodefensa de las masas, eso significaría un importante avance para la revolución, pero en cambio, si funciona a base de división sectaria, se puede convertir en una barrera ante ella.

28. Actualmente la dirección reconocida por el imperialismo es el Consejo Nacional Sirio, que tiene una composición de tipo frente entre los Hermanos Musulmanes, varios partidos burgueses y algunas organizaciones kurdas. El Consejo tiene el programa de construcción de “un Estado democrático y civil”. La formación, apoyada por imperialismo, está cerrada ante las demandas obreras, y con su programa burgués no ofrece ninguna ruptura con el imperialismo ni con la propiedad capitalista.

29. El régimen de Assad en Siria ha perdido su legitimidad ante las masas, sin embargo sigue estando en pie por la falta de extensión de la movilización a todos sectores de la población y a todas las ciudades principales. Si embargo el régimen se mantiene por la sustentación que hace de el la comunidad internacional, tanto Rusia, Irán, Hezbola y porque tiene el apoyo del imperialismo y por la división entre las corrientes revolucionarias. De todas formas las fisuras en el régimen son latentes, los comerciantes de Damasco le retiran el apoyo, y el imperialismo junto alas potencias empiezan a buscar el recambio de Bashar. Ese es el objetivo de los imperialistas, ya que con la violencia no han sido capaces de parar la revolución.

30. El verdadero objetivo de los falsos “Amigos de Siria”, bajo el lema de detener las matanzas o de la ayuda humanitaria, es restablecer el orden en el país y robar la revolución al pueblo. El miedo que siente el imperialismo a la revolución queda reflejado en las palabras del primer ministro británico, David Cameron, que afirmó que “la mejor vía para acabar con la violencia en Siria sería un cambio de Gobierno sin Assad, y no una revolución desde abajo”. Esta estrategia del imperialismo de “construcción democrática ordenada” en realidad tiene el fin de sofocar la revolución con pequeños cambios en el régimen sin tocarlo en su esencia. El acuerdo de seis puntos entre el representante de la ONU y el régimen asesino de Bashar es hoy una realidad. Este acuerdo no contempla la salida de Bashar ni el castigo a los represores. El acuerdo deja al descubierto la política del imperialismo, que no es otra que acabar con la revolución. Hasta este momento el imperialismo no ve las condiciones suficientemente maduras para realizar una intervención militar, sin embargo tras más de un año se ve claramente que lo que pretende es acabar con la revolución.

31. La revolución siria, que ya cumplió su primer año, atraviesa un momento muy difícil. Las masas, que luchan bajo una matanza y bajo la represión violenta del régimen, aunque pudieron derrotar la estrategia de la dictadura de aplastar la revolución a sangre y fuego, no han alcanzado el punto de poder acabar con él. La falta de una intervención organizada de la clase obrera en la revolución y la carencia de una dirección política revolucionaria crea una situación de “empate” y hace que los que buscan la salida en una intervención del imperialismo ganen terreno dentro de la oposición. Si la oposición Siria aceptara el plan de la ONU y del régimen asesino de Bashar, solo podríamos llamarlos traidores. En estas condiciones la responsabilidad de las organizaciones obreras y del movimiento socialista internacional en la solidaridad con la Revolución siria asume una importancia determinante. La tarea internacional más urgente es organizar campañas internacionales en defensa de la revolución siria, solidarizarnos y apoyar a los revolucionarios en Siria y ayudarles en la construcción de una dirección obrera y revolucionaria.

Libia

32. La principal característica de la revolución libia que la diferencia de la tunecina y egipcia fue su conversión en una guerra civil. La estrategia de guerra civil que persiguió Gaddafi ha sido un elemento funesto en el camino de las revoluciones en la zona. Justo después de Gaddafi, en el mes de marzo en Yemen el régimen empezó a abrir fuego indiscriminadamente sobre los manifestantes que venían movilizándose desde hacía dos meses. Por otra parte, el monarca de Bahrein, como no tenía suficiente fuerza militar para reprimir las movilizaciones invitó en abril al ejército de Arabia Saudí y le entregó las calles.

33. En Libia el imperialismo otorgó a Gaddafi suficiente tiempo para que el dictador desgastara y reprimiera las masas revolucionarias; como después en Siria, el imperialismo dejó llegar a un empate, para que aquellos que empezaron negando una intervención, terminaran pidiéndola para acabar con Gaddafi. Mientras, las movilizaciones que se extendían en Yemen, Marruecos, Jordania y Siria demostraban que las masas tomaban la iniciativa en toda la zona. Así que el imperialismo decidió aprovechar la situación de estancamiento libia para tomar las riendas en sus manos en la construcción del nuevo régimen del país y así poder defender sus intereses tanto en el país como en la zona. Y organizó la intervención militar contra las fuerzas de Gaddafi.

34. La revolución libia ha sido calificada por algunos sectores de la izquierda mundial como un intento de golpe de Estado de los opositores o como una guerra interna de las tribus proimperialistas. Esta interpretación, resumida en la caracterización “complot imperialista”, ha sido nefasta para el apoyo de la izquierda internacional que la revolución pudiera recibir y dejó todo el espacio a la propaganda imperialista.

Nuestra caracterización es que la rebelión de las masas libias contra el régimen dictatorial, que provocó divisiones en las filas del Ejército oficial, donde una parte de las fuerzas pasó al campo de los combatientes revolucionarios, mientras Gaddafi aniquilaba los manifestantes en Bengasi y Trípoli, fue una revolución popular.

35. La caída de Gaddafi y llegada al poder de Consejo Nacional Transicional, formado e instruido por el imperialismo, creó un breve periodo de relativa calma. Sin embargo, el tejido social de Libia basado en clanes y grandes familias con diferentes niveles de privilegios (una estructura apoyada y conservada por Gaddafi desde hace décadas para conservar su dictadura dividiendo y dominando el pueblo bajo el absolutismo de los jefes tribales) y la falta de una dirección revolucionaria obrera y popular verdaderamente antiimperialista, hizo saltar por los aires la “unidad nacional” libia, y abrió un periodo de cuasi guerra civil entre diferentes bandas tribales armadas. En marzo, tribales estallaron los combates en el sur del país, matando al menos a 150 personas. Las bandas armadas luchan por el control de las rutas de contrabando hacia el Chad y Sudán, dejando cientos de muertos. Los enfrentamientos alrededor de Trípoli han llevado con frecuencia a los cierres de la frontera con Túnez. El mes pasado, un grupo armado irrumpió en la oficina del primer ministro exigiendo el pago retroactivo. Existen más de 500 grupos armados, que durante la intervención de OTAN, se apoderaron de distintas partes de Libia y su infraestructura de vital importancia y más lucrativos. Estos grupos ahora siguen defendiendo los “derechos” de de sus clanes de estar representado en el gobierno y en el reparto de los fondos. Las bandas tribales temen perder sus ingresos bajo un régimen de seguridad nacional, en condiciones donde el CNT está reclutando a partir del antiguo régimen y la entrega de los contratos de seguridad a empresas privadas de los países de la OTAN que derrocaron a Gadafi. Aegis de Gran Bretaña, lo que hizo enormes ganancias de sus contratos en Irak después de la guerra, está buscando US $ 5 mil millones para la policía de las fronteras de Libia. Ante esta panorama, uno de ellos, al-Afwiya, en la primera semana de junio irrumpió en el aeropuerto internacional de la capital en Trípoli y canceló todos los vuelos para presionar a la NTC para liberar a su líder, Abu al-Ajila Habshi. Así que el CNT ha aplazado las elecciones previstas para el 19 de junio en medio de enfrentamientos milicias continuos, secuestros y detenciones. Las elecciones probablemente no se van a celebrar antes de mediados de julio como muy pronto.

36. Las elecciones previstas, siempre cuando si se llevan a cabo, serán una parodia de la democracia. Se elegirá una Asamblea Constituyente de 200 asientos, cuya principal tarea consistirá en redactar una nueva Constitución, que es luego será sometida a un referéndum. Según la legislación electoral e sólo aquellos con una "cualificación profesional" pueden presentarse como candidato, por lo que será imposible que los trabajadores se presentarán. Prácticamente todos los funcionarios del gobierno de Gaddafi también estarán vedados, a menos que puedan demostrar un "apoyo inmediato y claro de la revolución 17 de febrero." El gobierno provisional ha introducido también polémicas leyes nuevas por las que es un crimen glorificar al régimen anterior o "insultar a los objetivos de la revolución de 17 de febrero." En conjunto, las leyes restringen la candidatura oficialista a un número relativamente pequeño, e incluso éstas están sujetas a aprobación por la Comisión Electoral. El aplazamiento de la votación ha suscitado pocos comentarios de las potencias occidentales. La intención real del imperialismo en Libia fue la instalación de una administración flexible que le permita asegurar el control de las reservas de petróleo del país , reforzar su posición geoestratégica en el norte de África, y aumentar su penetración en el continente africano. Con este fin, dieron su respaldo a la amalgama al CNT-una de las incondicionales del régimen anterior, los activos de la CIA y los fundamentalistas islámicos. Sin embargo, después de haber asumido el poder, el CNT tiene poca credibilidad y su control sobre el país sigue siendo frágil. Se ha visto obligada a subcontratar la seguridad y el sistema de justicia penal para varios grupos de milicias que, según un informe de las Naciones Unidas en enero pasado, están organizando más de 7.000 detenidos. La revoluciónlibia es aún un proceso abierto.

Resultados y perspectivas

37. Las revoluciones del Norte del África y Oriente Medio han demostrado una vez más que en los países atrasados y semicoloniales la realización de las demandas democráticas e incluso más urgentes de las masas es únicamente posible con la continuidad de la revolución hacia la liberación social, y no con su división entre etapas democrática y socialista. Tomando en cuenta los ejemplos más destacados, en Túnez y Egipto la “etapa democrática” significa los Gobiernos islamistas de Enahda y los Hermanos Musulmanes que pondrán fin a las movilizaciones, disolverán los organismos que se crearon durante esas movilizaciones (en Libia además desarmarán a los combatientes revolucionarios); que pondrán los aparatos del antiguo régimen (fuerzas armadas y de seguridad) al servicio del nuevo Ejecutivo sin tocarles mucho sus privilegios económicos y sociales; que evitarán una limpieza en el personal del Estado y sostener el aparato administrativo lejos de la presión y el control de las masas; que evitarán con métodos tanto políticos como policíacos que los limites de los derechos de organización y expresión no llegarán hasta el punto del florecimiento de las ideologías y políticas de emancipación social; que inventarán nuevas medidas legales y políticas para impedir la independencia de los sindicatos del Gobierno y del Estado; que en el terreno la diplomacia internacional quedarán fieles a los acuerdos y alianzas estratégicas del antiguo régimen y buscarán para ellos nuevos perfiles que les piden “los mercados”, es decir el imperialismo; y que, finalmente, darán a todas estas medidas de la “etapa democrática” una forma Constitucional. Así que, todas las libertades políticas y democráticas conquistadas por la actividad de las masas durante el proceso revolucionario las intentarán a reducir a su mínimos bajo el nuevo régimen constitucional, y con esta política de la reacción democrática se intentará parar la revolución y que avance hacia una transformación social democráticamente radical. No va a haber una reforma agraria cualitativamente profunda para poder sacar a las masas del campo de la pobreza y de las relaciones sociales del tipo de esclavitud; se les denegarán, con discursos de nacionalismo árabe e islamista, las libertades y el derecho de autodeterminación a las naciones y a los sectores étnicos y religiosos reprimidos. En resumen: Todo el planteamiento que sostiene que las revoluciones árabes tienen que detenerse en la etapa democrática para su consolidación y que únicamente después del cumplimiento de esta tarea se podría avanzar hacia una transformación social y económica, es equivocado e incongruente con la realidad. Los objetivos democráticos de las revoluciones en estos países semicoloniales y dependientes del imperialismo no se pueden alcanzar bajo las direcciones y gobiernos burgueses, sino únicamente a través de gobiernos obreros y populares, y es en este sentido, como entendemos que las revoluciones árabes reafirman nuestra concepción de la revolución permanente.

38. Las revoluciones árabes han dejado claro una vez más la necesidad urgente de la construcción de una nueva dirección internacionalista, una lucha a la que nosotros, los revolucionarios marxistas, venimos dedicándonos desde hace decenas de años. Las masas por muy heroicas e históricas sean sus luchas, mientras no tengan sus organizaciones propias independientes, no conviertan los organismos que surgen en la lucha en organizaciones permanentes, democráticas y que avancen en el camino de la toma del poder, estarán ante el peligro de ser reprimidos y perder las conquistas revolucionarias. Por otra parte, aunque surgen organizaciones de masas al calor de la revolución y la guerra, el futuro de las mismas dependerá del programa de esas organizaciones y el carácter político de la dirección que tendrá la clase obrera. Es necesario abolir todo el poder de la burguesía y el imperialismo, y no solamente la cabeza de la dictadura, para conseguir las demandas de trabajo, pan y libertad subyacentes en las revoluciones árabes, y esta tarea inevitablemente necesitará una dirección política que pueda unir las masas alrededor de este programa para la toma del poder. Es decir, una dirección que lucha para la permanencia de la movilización y la revolución de las masas, que posibilita la realización de un poder bajo control y democracia obreras, que garantiza una ruptura real con el imperialismo y ponga el futuro del país en las manos de la juventud y la clase obrera revolucionarias.

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