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Francia

Se disuelve la Liga Comunista Revolucionaria

, 15 de abril de 2008




La Liga Comunista Revolucionaria
(LCR), la histórica organización
francesa del llamado
Secretariado Unificado (SU) de
la IV Internacional acaba de
realizar su XVII Congreso en el
que voto su disolución para
crear una «nueva organización
anticapitalista». Presentamos a
continuación un articulo de
Alberto Madoglio, miembro de
la dirección del PdAC (Partido
de la Alternativa Comunista)
sección italiana de la LIT-CI
sobre este hecho.

Entre los días 24 y 27 de enero,
se realizo en Saint Denis, un suburbio
de Paris, el XVII Congreso de la
Liga Comunista Revolucionaria
(LCR), en el cual se decidió,
por amplia mayoría (mas del
80% de los delegados), dar inicio
al proceso de creación de
un «nuevo partido
anticapitalista» y, consecuente-
mente, disolver la LCR.
No es de hoy que la LCR (así
como la tendencia internacional
de la que forma parte, el
Secretariado Unificado, SU) no
es una organización consecuentemente
revolucionaria.

Sin embargo, no nos puede
dejar indiferentes el hecho de
que la ruptura definitiva con los
últimos vestigios del patrimonio
político del comunismo se
produzca en 2008, exactamente
cuarenta años después de
la fundación de este partido que,
bajo el impulso del «mayo francés»
de 1968, fue por mucho tiempo una
de las mayores fuerzas de la extrema
izquierda mundial.

El proceso que los delegados de
la LCR iniciaron no es una novedad
absoluta. Desde hace muchos
años, en particular desde el inicio
de los años 90, con la disolución de
la Unión Soviética, se asiste a estas
experiencias políticas que se
proponen ser la solucion de la «‘crisis
de representación» y dar propuestas
políticas a los problemas
que los trabajadores a nivel internacional
vienen enfrentando después
del fin de la oleada revolucionaria de
los años 60-70 y después del desmoronamiento
del estalinismo.

Sin embargo, todas las veces la
realidad demostró que tales
proyectos fueron vanos, pues su
fracaso ya estaba inscrito en su
ADN. Fue así con el movimiento
zapatista guiado por el
subcomandante Marcos, que no
solo no consiguió acabar con el
dominio de la burguesía mexicana,
sino que ni siquiera consiguió restituir
la dignidad política y social de la
población indígena del país. El
mismo destino tuvo el proyecto político
del PT brasileño, que tantas ilusiones
disemino por el mundo a través
de la experiencia del «presupuesto
participativo» y del Foro Social
Mundial de Porto Alegre. Sin
embargo, una vez que llego al gobierno
con Lula, el PT
demostró ser quien mejor garantizó
los intereses del imperialismo en el
subcontinente sudamericano.
Todo esto para no hablar de Italia,
donde 15 años de propaganda
del PRC (Partido de la Refundación
Comunista) acabaron traduciéndose
en la participación directa en uno
de los gobiernos mas antiobreros
que conoció Italia desde el fin de la
segunda guerra mundial.

No es solo la experiencia pasada
lo que nos hace decir que también
este nuevo proyecto que nacerá
sobre las cenizas de la LCR esta
destinado al fracaso: es, sobre todo,
una crítica a la propuesta política
adoptada lo que nos hace llegar a
esta conclusión.

Si el análisis que la LCR hace de
la crisis de la sociedad capitalista y
de la bancarrota de las organizaciones
obreras tradicionales, incluso
siendo absolutamente superficiales,
puede ser, en general compartido,
y si la presencia de la reivindicación
de la lucha por una sociedad
socialista, nos podría inducir
a dar un juicio positivo de esta tentativa
política, una lectura mas atenta
de las tesis aprobadas no deja
duda del significado liquidador de esta
decisión.

Antes que nada, el llamamiento
al socialismo
se encuentra totalmente
desligado de la lucha por
la conquista de la hegemonía
política de los sectores
políticamente activos
de la clase obrera, a
través de un programa
de reivindicaciones transitorias
que tiene como fin
la destrucción de la hegemonía
política, económica
y social de la burguesía,
y la sustitución de
la dictadura de una minoría
privilegiada por la de
la inmensa mayoría de la
población. De tal modo
que este llamamiento se reduce a
una referencia al socialismo como un
abstracto horizonte de la humanidad,
que se combina con el reformismo
de la sociedad actual. Una
combinación que siempre caracterizó
al reformismo y el centrismo de
los últimos dos siglos.

Por otro lado, la reivindicación de
la experiencia de la «revolución
bolivariana» de Chávez y de su tentativa
de construir el «socialismo del
siglo XXI» demuestra cómo las tesis
están distantes de lo que teorizaron
y practicaron los comunistas
con Marx, Lenin y Trotsky, y con
Octubre.

Una confirmación de los limites estrechos de esta perspectiva
puede ser encontrada leyendo la propuesta adoptada
sobre la actitud a ser asumida en las próximas elecciones
municipales, en las cuales las opciones son simplemente
entre un posible acuerdo de gobierno local con el
Partido Socialista o con el PCF (Partido Comunista Francés).

O, incluso, la posibilidad de un simple apoyo externo
a un gobierno local de centro izquierda, también en este
caso sin excluir el sostenimiento del Partido Socialista.
Sobre la eventualidad de apoyar un gobierno de centroizquierda,
los documentos se limitan a decir que esta opción
dividió a las fuerzas anticapitalistas y antiliberales en
Brasil y en Italia, pero no dicen, de hecho que tal política es
insostenible. Los compañeros de la LCR, por lo tanto, parecen
inspirarse en la experiencia de sus primos italianos
de la Izquierda Critica (o viceversa) que, por dos años, dieron
al gobierno Prodi un apoyo parlamentario determinante
(recuérdese las variadas ocasiones en que los dos diputados
de esta organización, Cannavo y Turigliatto, apoyaron
el voto de confianza en el gobierno, o las innumerables
ocasiones en que en el Senado, no participando de las
votaciones, contribuyó indirectamente a salvar el vacilante
destino de Prodi). Y que también, después de haber roto
con Refundación Comunista, afirmaron que evaluarían «caso
a caso» si apoyarían o no al ejecutivo de centro-izquierda,
definiendo por esto a su organización como
«tendencialmente (sic!) de oposición».

Por eso, la propuesta organizativa de la Izquierda Critica
se asemeja mucho a la adoptada en Francia. En el texto
aprobado en su asamblea de fundación (diciembre pasado)
se afirma que «el marxismo no es la única teoría de
liberación que tendrán por referencia» y proponen la constitución
de una genérica «red anticapitalista» en ruptura
con toda referencia al trotskismo entendido como programa
marxista revolucionario actual.

La Liga Internacional de los Trabajadores, en sus tesis
para el VIII Congreso Mundial, hablaba del «vendaval oportunista
» para indicar el fenómeno político que después de
la caída del Muro de Berlín arrastro a diversas tendencias
del movimiento obrero mundial, tornándolas directa o indirectamente
responsables de la política antiobrera de la
burguesía. A casi veinte años de distancia de estos eventos,
este «vendaval» aun hace sentir sus efectos.

Quien se ilusione con que de la crisis del estalinismo y de
la definitiva traición de la socialdemocracia se pueda salir
con «innovaciones» político-organizativas no indica una vía
alternativa para llegar a nuestra meta (la alternativa de sistema),
sino que condena, una vez mas, a los jóvenes, a los
trabajadores, a las mujeres y a todos los oprimidos a nuevas
y mas devastadoras derrotas.

Por eso la lucha por la construcción de verdaderos partidos
comunistas en cada país y de una internacional comunista
revolucionaria, se vuelve, cada vez mas, una necesidad
inaplazable. Sólo un partido fundado sobre un programa
auténticamente de clase y comunista puede dar la respuesta
concreta, no solo para poner fin a la esclavitud del
proletariado, sino también a la opresión de género, al racismo,
a la xenofobia y a la devastación ambiental que una
sociedad fundada sobre la ganancia pone en evidencia
cotidianamente.

Alberto Madoglio

PdAC (Partido de la Alternativa Comunista) sección
italiana de la LIT-CI

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