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RESPUESTA A EMBAT (EMBATE)

Sobre los atentados de París y la guerra en Siria

Lucha Internacionalista, 20 de enero de 2016




A raíz de los atentados de París, Embat –movimiento político anarquista- sacó un comunicado con el que compartimos algunos ejes como el rechazo y la solidaridad con las víctimas, la fraternidad de pueblos libres, la afirmación que las primeras y mayor número de víctimas de DAESH son los pueblos árabes… Pero ahí terminan nuestras coincidencias puesto que introduce conceptos que se deslizan hacia la concepción de la izquierda chavista y stalinista justificativos de al-Asad. La cuestión toma mayor envergadura cuando el mismo día el Secretariado Permanente de CGT de Catalunya lo divulga como propio, sin que haya mediado debate interno en el sindicato e introduciendo un giro de 180º respecto la posición que se había mantenido CGT de apoyo a la revolución siria. Desde CGT-Ensenyament se organizó una charla con las dos posiciones, pero el tiempo tampoco permitió sistematizar la polémica de las diferencias. Por su importancia, queremos hacerlo aquí.

La primera afirmación que no compartimos es: «Exigimos a los gobiernos de Francia y España que dejen de desestabilizar gobiernos laicos en Oriente Medio, de apoyar políticamente a Turquía y a las monarquías del Golfo y de finançar y armar a Al- Qaeda y otras bandas salafistas en Siria e Iraq.» ¿De qué gobiernos laicos hablamos? Suponemos que se refieren al régimen de Bashar al-Asad, aunque la declaración no se atreve a mencionarlo directamente. Y precisamente la característica que define este régimen no es su supuesta laicidad: si así fuera sería inexplicable que tenga entre sus principales aliados políticos y militares el régimen de los Ayatolás del Irán y la milicia chiita libanesa de Hezbolah, que se han implicado a fondo a su lado en la guerra y sin los cuales no habría podido sobrevivir militarmente a la revolución que combate a sangre y fuego desde hace casi cinco años. Cuando querais podemos entrar a analizar a fondo desde un punto de vista histórico, político y de estructura las características del régimen sirio, pero debería haber bastante con escuchar los testimonios de los refugiados o de los expresos políticos (entre ellos la gran mayoría de la izquierda siria, a excepción de un sector del estalinismo).

El régimen sirio era una dictadura no alineada, que se convirtió en un aparato identificado con las políticas neoliberales y la acción imperialista en la zona, sobre todo desde la llegada al poder de Bashar, que heredó la dirección del régimen de su padre. Hay mucho para discutir sobre lo que fue el baasismo, pero actualmente tampoco es de esto de lo que se trata en Siria. La declaración de Embat sitúa a Bashar al-Asad como víctima de los poderes desestabilitzadores de Francia, España y otros, no como verdugo de su pueblo. La política de Embat ¿es pues ayudar a «estabilizar » la dictadura de al-Asad? El imperialismo estaba muy cómodo con Al-Asad, pues era un «enemigo » muy cómodo de Israel y, por ejemplo, prestó sus bases a los yanquis para la invasión de Irak y contribuyó fielmente a la «guerra contra el terror» inscribiéndose en el archipiélago de los Guantánamos de la región. Hablamos, también, si queréis, con más detalle cuando haga falta.

Otra cosa es que cuando estalla la revolución popular contra esta dictadura atroz y sus políticas neoliberales, el imperialismo intente reubicarse, como siempre hace. Pero es evidente que no ha tenido la política de derribar al régimen y por eso no ha habido, ni hay, una intervención militar imperialista contra él, ni siquiera después de haberse saltado todas las supuestas «líneas rojas» que le había marcado Obama. EEUU siempre ha dicho, como dice hoy en Viena y en el G-20 de acuerdo con Putin, que quiere evitar a todo precio un colapso del régimen, es decir que lo único que está en discusión (hoy de manera más formal que real) es si al-Asad tiene que pilotar una supuesta transición o si lo tiene que hacer alguien de su círculo cercano, manteniendo intactas todas las brutales estructuras represivas que han mantenido al pueblo sirio bajo su bota desde hace 45 años.

En el mismo sentido se dice –con razón- que el imperialismo ha desestabilizado la zona... Pero ¿qué era la anterior estabilidad? Una estabilidad contra los pueblos. Así que tampoco nos reivindicamos de ella. Como revolucionarios este término tiene un sentido confuso. Porque ¿quiere decir que los pueblos árabes tenían que continuar callados bajo el yugo de la dictadura por qué si no el imperialismo entraría para hacer descarrilar sus revoluciones? Este es el viejo planteamiento colonialista que asegura que los árabes están condenados in eternum al dilema de dictadura o islamismo.

Claro que hay bombardeos de la OTAN y sus aliados del Golfo Pérsico, pero también de Putin y del Irán. No nos dejemos engañar: ninguno de ellos quiere el triunfo de la revolución. Los unos atacan el Estado Islámico, sabiendo que sólo lo están haciendo más fuerte, o arman a las otras facciones jihadistes, y los otros machacan a los rebeldes para mantener vivo el régimen. Ninguna potencia internacional ni regional está junto al pueblo sirio en su legítima lucha por la libertad y la justicia social.

Más abajo se dice: «Varias insurrecciones populares laicas (la Primavera árabe, la revuelta de las Cabilias argelinas, la declaración de independencia de los Tuareg de Mali) ocurridas en el mundo islámico en los últimos años han derivado en revueltas abiertamente islamistas. De esta manera se pro duce una «contrarrevolución preventiva » que aborta un posible proceso revolucionario.» De nuevo, ¿definimos las revoluciones árabes como insurrecciones «laicas»? ¿Qué categoría de análisis es esta ésta desde el punto de vista de la lucha de clases? ¿De verdad pensamos que lo que motiva a estos pueblos es la laicidad?. No: son revueltas de los jóvenes, los campesinos, los trabajadores y sectores de clases medias que tienen en primer lugar un programa democrático pero también de defensa de sus condiciones de vida en el marco de la crisis económica del capitalismo.Y que buscan nuevos referentes.

¿Qué quiere decir que han derivado en revueltas abiertamente islamistas? ¡¡No hay ninguna revuelta islamista!! Lo que hay son unas direcciones que se imponen al movimiento y que en la mayoría de casos (como Egipto o Túnez) han sido ya descartadas por las masas, después de ver que no daban respuesta a sus problemas, básicamente no porque fueran islamistas sino porque eran burguesas. Y se han encontrado con el avance de la contrarrevolución.

No hay ninguna «contrarrevolución preventiva», hay contrarrevolución para frenar unos procesos revolucionarios que amenazaban el dominio burgués e imperialista de la región. Y ahora vamos a cómo combatir el terrorismo. El comunicado dice: «Si –Europa- quiere terminar con el terrorismo tiene que poner las bases para la paz en los territorios que están hoy en guerra. Pero además, es necesario finalizar de una vez con los vínculos económicos y políticos con los países que han apoyado el yihadismo, como es el caso de varios países del Golfo Pérsico y Turquía.

Recordemos, por ejemplo, que el estado español está construyendo el AVE a la Meca, o que dentro de poco tendrá lugar un Mundial de fútbol en Qatar. Y recordemos también que el contexto que existe en Oriente Medio es el de una guerra entre dos potencias regionales como son Irán y Arabia Saudí que se libra en Siria, Iraq y Yemen a la vez.

Los únicos que están luchando contra el terrorismo del Estado Islámico, los únicos que ponen muertos y que frenan su expansión son los rebeldes sirios y los kurdos. Porque el Estado Islámico no es un enemigo del régimen sirio, sino su producto.

No es una fuerza reaccionaria que surge de una revolución (como lo podría ser Hamàs, por ejemplo), sino un producto de la política deliberada de al-Asad para legitimarse dentro y fuera de Siria. Desde el primer día dijo que se enfrentaba a un «complot terrorista internacional » y no a una revuelta popular, vació sus prisiones (aquellas con que colaboraba en la guerra contra el terror de Georges W.Bush) de yihadistas para llenarlas de campesinos, jóvenes, periodistas, blogueros... y dejó crecer el monstruo para hacer lo que ha hecho: atacar a la revolución desde la retaguardia, abrir otro frente contra los rebeldes... y aparecer ante los sirios y el mundo con el lema «o yo o el caos». Mirad si tenéis ocasión el mapa de los frentes en la ciudad de Alepo y lo veréis blanco sobre negro.

Por eso ahora, en el G-20, Putin y Obama se mostraban de acuerdo que hay que preservar la continuidad del régimen sirio. Lo que tenemos que decir los revolucionarios es lo contrario: sólo el triunfo de la revolución puede acabar con el cáncer del Estado Islámico, y no la continuidad del régimen que es quien puso las condiciones para su nacimiento y expansión.

Y lo mismo para los EEUU, Francia e Inglaterra: ahora ya tenemos fabricado el nuevo gran «demonio», contra el cual está justificado todo.

Al-Asad ve cumplido su plan. El plan pactado por Putin y Obama le dejan 18 meses más de cuello para ¿ir a unas elecciones como las que ganó hace dos años con el 97% de votos? Y si no es él, porque Putin lo dejará caer a cambio de Ucrania o lo que sea, será con alguno de sus primos. El régimen sirio tiene a todo el mundo a su lado, el único que ha intentado «desestabilizarlo», a un precio absolutamente brutal que rebasa todos los precedentes que ha vivido nuestra generación, es el pueblo sirio.

Entonces, ¿qué tenemos que hacer desde la izquierda europea? La declaración dice: «Además la izquierda debe aportar su granito de arena para apoyar las grandes transformaciones que están teniendo lugar en Oriente Medio. La causa kurda es estratégica en ese sentido, porque supone una alternativa laica y de izquierdas al camino sin salida en el que se ha metido el mundo islámico. Pero además hay otro tipo de grandes movimientos en marcha como el Baluchistán, el pueblo amazigh y tuareg, Somalilandia y otros territorios que luchan por tener sociedades democráticas, libres y laicas pero que siempre han sido ignorados por la izquierda europea.» Primero, una alerta con esto del «mundo islámico», porque entonces ¿nosotros qué somos? ¿el cristiano?.

Estamos de acuerdo en apoyar todas las causas que mencionáis, y nos habéis visto militante (no de ahora, desde hace muchos años) en concreto por la causa kurda. Un apoyo incondicional, a pesar de las orientaciones de direcciones como las del PKK, que es una forma de reformismo armado.

No tenemos espacio aquí para explicar mejor esta definición, lo haremos en otro artículo, como lo hemos hecho en Europa y en Turquía en diálogo con sus bases y su dirección. Igual que hemos criticado las direcciones palestinas. Y por eso nos sorprende un posicionamiento falto de crítica justamente desde posiciones libertarias.

Pero nuestras diferencias no nos han llevado nunca a ahorrar ni un solo esfuerzo en la defensa de la causa kurda. Tampoco de la palestina. Cuando hay una trinchera se tiene que saber de qué lado hay que estar, y esto no debe ahorrar ni una brizna de crítica política, si lo que queremos es «aportar nuestro granito de arena» a las causas legítimas de estos pueblos.

Pero sorprende también como os situáis cuando hacéis una crítica. Habláis de que la izquierda árabe está «totalmente perdida» –o con un «despiste total», según vuestra traducción castellana- lanzado indiscriminada-mente contra organizaciones que tienen centenares de militantes muertos o encarcelados. O la ligereza con que argumentáis la razón «centrada exclusivamente en zonas industriales, universidades, sectores de los ejércitos nacionales y círculos intelectuales y de clase media alta, mientras ha dejado a la deriva el mundo rural…». No es con este tono (¡cómo si aquí estuviéramos para tirar cohetes!) que se construye el diálogo.

¡Y tanto que la izquierda tendría que aportar su granito de arena a las transformaciones que vive el Próximo Oriente! Por eso denunciamos que se ha negado el apoyo a los pueblos que han protagonizado, y todavía hoy protagonizan, luchas heroicas en Túnez, Libia, Egipto, Bahrein, Yemen... que han sido abandonados por la izquierda desde el minuto uno. Siria puede ser complicada, pero ¿lo eran Túnez y Egipto? ¿Y que hizo la izquierda europea para poner su granito de arena por los pueblos que caían como moscas bajo las balas de las dictaduras a una hora en avión de nuestra casa? Nada. Somos contados los militantes que viajamos a estos países, para ver como podíamos aportar nuestro granito de arena. Y es cierto que estas luchas pasan hoy por el peor momento, pero todavía no han sido derrotadas. Ni siquiera en Egipto bajo la bota de al- Sissi, han cesado las huelgas y las movilizaciones. Y por eso hoy Siria es tan importante. Si nos fijamos, la oleada revolucionaria en el mundo árabe se cortó con la intervención de la OTAN en Libia, el golpe de estado en Egipto y hoy, en Siria, convertida en un aviso a navegantes para todo el mundo: «quienes ose salir a la calle en Jordania, Arabia Saudí, Turquía… acabará con 300.000 muertos y 5 millones de refugiados». Por eso es tan importando el triunfo de la revolución siria, porque volvería a insuflar fuerza a este proceso, de momento inacabado.

Y entender qué pasa en Siria es también importante para hacer política aquí: hace mucho tiempo que algunos avisamos que no servía de nada volverle la espalda, porque las consecuencias nos llegarían tarde o temprano en forma de refugiados o en forma de un gran ataque terrorista en Europa. Pues bien, ya tenemos aquí las dos cosas. Podemos seguir mirando a otro lado o encarar de una vez el problema de fondo. Quizás todavía estamos a tiempo.

30/12/2015

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