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MADRID.

ERE en Pearson

Marina Castelló, 9 de marzo de 2016




La pregunta que a todos nos surgió, una vez conocida la intención de la empresa de iniciar un proceso de ERE, fue por qué sí ahora. Nunca antes en Pearson -libros de texto de inglés- se había planteado la posibilidad de declarar un despido colectivo. Aunque se despedía por la vía de los hechos dando el máximo de indemnización, nunca hasta ahora se había declarado un ERE.

El ERE se justifica por una decisión de la empresa de externalizar el almacén en Alcalá de Henares y de desmantelar los departamentos de Atención al Cliente y Gestión de Cobros, en Madrid, un pack del que se hará cargo CGA (Comercial Grupo Anaya), según el acuerdo firmado por las dos editoriales para cinco años. Este acuerdo que no es con un operador logístico sino con una empresa editorial cuyas características replican nuestra misma estructura, hace que se enciendan todas las alarmas y que se dibuje en el horizonte más cercano el peligro de la absorción y el desmantelamiento de la compañía a excepción del nuevo equipo editorial que se está contratando en estos meses. Con este ERE, Pearson conseguiría legitimar el proceso que pensamos puede darse a continuación de disolución de su estructura actual dentro de la estructura superior de Anaya quedando acaso como un simple sello que desarrolla solo contenidos Desde el primer momento, la empresa ofrece a los trabajadores afectados la indemnización máxima por ley de 45/33, lo que mete una presión enorme dentro de la comisión negociadora. El ofrecimiento extraordinario de indemnización que hace la empresa pretende abortar el proceso negociador y llevarse de calle a la burocracia que ya le hará el trabajo, impaciente por firmar un acuerdo sin lucha.

El comité ante un ERE calificado «de lujo» por el sindicato (CCOO) se parte en dos ya en la primera reunión. Por una parte, la burocracia sindical poniendo el centro en la firma inmediata del acuerdo para preservar la indemnización de 45/ 33 días (según contratos anteriores o posteriores a 2012) para los 24 trabajadores afectados que ofrece la empresa, porque no hay nada que ganar y mucho que perder, extendiendo el miedo y la amenaza de que la empresa, si no se actúa como ellos esperan, baje a los 20 días 12 mensualidades que les marca el mínimo legal. Otro sector estamos por defender los puestos de trabajo como prioridad, algo difícil de conseguir en el almacén porque es un cierre consumado, incluso con la no renovación del alquiler de la nave, pero posible en el centro de trabajo de Madrid, y no ceder a las prisas de la empresa ni a los chantajes, poniendo la comisión al servicio de los trabajadores conscientes de que estamos ante un proceso de desmantelamiento. Esta es la posición que se consigue llevar a la primera reunión y por la que la empresa, viendo que los ánimos están arriba, en represalia, baja su propuesta inicial a 20 x 12.

Los nervios de los burócratas se disparan y profundizan la estrategia del miedo. En la segunda reunión, la empresa que no quería negociar empieza a hacerlo pero es la burocracia la que acelera el proceso apresurando la oferta de nuevo a los 45/33. Se convocan las asambleas en cada uno de los centros de trabajo y se vota; en Madrid el resultado es en contra del acuerdo, por la defensa de los puestos de trabajo, pero en el almacén la posición es mayoritaria por el sí con lo que gana la posición de partida de la empresa gracias a la inestimable colaboración del comité - todo de CCOO-.

En tan solo dos reuniones se consiguió cerrar un proceso negociador que no quería serlo, la empresa solo quería hacer un paripé burocrático, convencida de obtener la colaboración de la comisión negociadora como así fue. Hicieron 2 reuniones pero en realidad ellos querían solo una, llegar firmar el acta y marchar, les estropeamos un poco el festín los que propugnamos la defensa del puesto de trabajo haciéndoles otra reunión más que duró 6 horas pero consiguieron reconducir a base de que cundiese el pánico y los del no perdimos.

Asumo que no ganamos, que no supe encontrar los cauces para enfrentar el miedo que tanto la empresa como la burocracia sindical esgrimieron como arma de control y que eso hace que estemos en una posición de lucha peor que si no hubiésemos firmado. Me mantuve en contra del acuerdo y no firmé el ERE, pidiendo previamente permiso a los compañeros del almacén, a sabiendas de que ese voto no torcería la voluntad de la empresa, pero porque quería llevar a la mesa la posición que expresaron los 7 trabajadores del centro de trabajo de Madrid a los que me debo y porque entiendo que dejando constancia de ello, de alguna forma, ese será el germen desde donde poder construir las luchas futuras en Pearson.

Marina Castelló.

Delegada CCOO. Madrid

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