La crisis de gobernabilidad que obliga a nuevas elecciones es consecuencia de la crisis del régimen. El descrédito de las opciones políticas que han sido pilares del régimen del 78, pero también de la monarquía, sus instituciones, todas salpicadas por la impunidad asociada a un régimen continuista del franquismo, hoy no encuentran la manera de formar un gobierno que pueda volver a aplicar más recortes, más reformas laborales como sigue exigiendo la UE y los acreedores.

Desde el 20 de diciembre hemos visto una pantomima de negociaciones. Sánchez, presionado por un sector del propio partido -Susana Díaz, Felipe González...- que lo empuja a la gran coalición con el PP, ancla al PSOE a medio camino de acordar con Ciudadanos, que sirve para aislar al PP, pero que no resuelve el constituir un gobierno. Un camino que también cierra el paso a un Gobierno con la izquierda, con Podemos. La maniobra de Sánchez tiene una clave esencialmente interna, alargando el proceso sobre un hipotético y a la vez imposible acuerdo de investidura evitando la campaña interna para echarlo de secretario general.

Pero este periodo de espera para formar gobierno y su fracaso, agudiza la crisis institucional. El gobierno en funciones no modifica la política económica con nuevas reformas laborales y más recortes como le pide la UE, pues son incompatibles con la nueva campaña electoral. Sólo se muestra inflexible con las tímidas medidas del Gobierno Puigdemont-Junqueras.

De las nuevas elecciones no hay grandes cambios a esperar en los resultados y las mismas combinaciones de gobierno estarán sobre la mesa. La ofensiva contra los y las trabajadoras estará en el centro. ¿Pero con qué legitimidad nos volverán a hablar de recortes quienes están cubiertos de corrupción hasta las cejas? Los papeles de Panamá, Bárcenas, los Eres de Andalucía, la familia real, Aznar, Pujol ... ¡Basta! ¡Ni un recorte más! Hará falta una vez más buscar la movilización para pararlas.

Necesitaríamos y necesitamos un acuerdo a la izquierda de IU y Podemos, un frente que defienda dos rupturas que estas dos formaciones no plantean: con la política capitalista de cargar sobre los y las trabajadoras la crisis, que pare los recortes sobre los sectores sociales, las privatizaciones y el pago de la deuda que impone la UE; y una ruptura con la Monarquía, iniciando un proceso constituyente por la República que nosotros entendemos como una Federación de Repúblicas que, entre otras, reconozca el derecho de los pueblos a la autodeterminación. Este frente ya fue rechazado en las elecciones del 20D por las principales fuerzas que podían impulsarlo, empezando por la CUPCC (que no participó en las elecciones), Sortu (que siegues dentro de Bildu), la CUT (que hizo el giro de IU a Podemos) y las fuerzas de la izquierda revolucionaria. Pero esta alianza entre la defensa de los intereses de los y de las trabajadoras y los pueblos es la única que puede construir una salida a la crisis de sistema y de régimen.