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Túnez

Crisis política: depusieron al gobierno

, 15 de septiembre de 2016




El 27 de agosto, asumía el nuevo gobierno de unidad nacional de Youssef Chahed (Nida-Tunis) con EnNahda y otros 5 partidos por 167 votos a favor, 22 en contra y 5 abstenciones. Era la segunda concreción del acuerdo entre laicos e islamistas de 2014 –la primera fue el anterior gobierno del tecnócrata Essid-, que terminó con el velo que muchos mantuvieron de contraponer islamismo y laicismo para optar entre dos partidos neoliberales. El nuevo gobierno no ha contado con el apoyo del Frente Popular que lo ha calificado de «gobierno del FMI», y la UGTT que firmó la Declaración de Cartago en julio, base del nuevo gobierno, ha puesto distancia tras las declaraciones continuistas de Chahed de nuevos «sacrificios». «Si la situación continúa como ahora en 2017, necesitaremos una política de austeridad, despedir a miles de funcionarios públicos e imponer nuevas tasas», mientras justificaba la reciente firma de un crédito con el FMI de más de 2.600 millones de euros. Así pues, las necesidades planteadas por el análisis de principios de agosto, siguen vigentes, razón por la cual las reproducimos.

El gobierno del Primer Ministro Habib Essid, al no poder obtener en el parlamento los votos de confianza para mantenerse en el poder, fue depuesto el 30 de julio de 2016. El gobierno de un año y medio pudo obtener sólo tres votos de apoyo mientras que los otros votos fueron repartidos en 118 de rechazo y 27 votos imparciales. El llamado para un nuevo "gobierno de unidad nacional" realizado por el presidente Beji Caid Essebsi hace dos meses fue el incidente que comenzó el proceso que llevó al gobierno de Habib Essid a pedir un voto de confianza para continuar. Durante dos meses Essid resistió las presiones para realizar dicha evaluación de gestión porque minaba su poder, pero finalmente cedió con el resultado temido.

La crisis política por mala administración
Habib Essid es el Primer Ministro de una coalición de gobierno formada por los dos partidos políticos tunecinos mayoritarios, a saber Nida Tunus (alianza del liberal-secularistas, burgibistas (por el líder de la independencia de Francia) y los sostenedores del viejo régimen) y En –Nahda (el partido tunecino de los Hermanos Musulmanes). Las críticas que se le hacen al gobierno de Essid incluye su inhabilidad para resolver las crisis económica y social del país, su falta de éxito para la generación de empleo, y su fracaso en proveer seguridad contra la amenaza de ISIS. En realidad estas críticas son insuficientes. El problema es aún más grave. Por ejemplo, la crisis económico-social que generó la dinámica revolucionaria en el país se ha ido desarrollando desde 2011. Si comparamos datos del 2011 y el 2015 veremos que la capacidad de compra de la clase media bajó en un 40 % mientras que el desempleo en cifras oficiales ha subido al 15,3 %, que es todavía menos que el desempleo entre los jóvenes que ronda el 30-35 %. La demanda de trabajo, pan y libertad que hizo que las masas salieran a la calle en 2011 en Túnez, fue el resultado de la ruina creada por políticas neoliberales. Esto continuó luego del triunfo de la revolución. Esta es la causa de la crisis actual. Por otro lado, las masas voltearon a la dictadura de Ben Ali, pero la izquierda tunecina y la central UGTT (Unión General de Trabajadores Tunecinos) les dieron la espalda a las masas. Estas direcciones enfatizaron la naturaleza democrática de la revolución y la necesidad de construir una "democracia". Pero desalentaron y retrasaron las transformaciones sociales y económicas de fondo y anticapitalistas. Con lo cual contribuyeron a que los gobiernos pos 2011, continuaran con la aplicación de las mismas políticas neoliberales. Como resultado de esto, la crisis social y económica se profundizó, los gobiernos viven en una permanente crisis de legitimidad frente a las masas.

Unidad nacional o "te quiero pero quiero más al capital"
Aprovechando los cuatro ataques perpetrados por ISIS en el último año, todos los partidos burgueses han abrazado la causa de "combatir al terrorismo" y la "unidad nacional". En estas circunstancias se han implementado leyes que decretaron un estado de emergencia que reprime toda manifestación por derechos democráticos y sociales. Mientras tanto, las privatizaciones se siguen realizando y se está discutiendo actualmente una ley para decretar una amnistía económica, que beneficiaría a los representantes del viejo régimen, en otras palabras, los predecesores de la corrupción al servicio de los capitalistas. El presidente Beji Caid Essebsi llamó a fortalecer aún más al gobierno de "unidad nacional" hace dos meses. Un pedido indirecto al gobierno de Habib Essid de "quitarse del camino". Una maniobra para intentar superar el desgaste político ante su pueblo. El plan sugerido por Essebsi implica establecer a Nida Tunus y EnNahda como componentes fundamentales del futuro gobierno. EnNahda en su último congreso ha declarado que defienden la separación de la religión del Estado y han rechazado el Islamismo político, para tratar de mejorar su imagen. Además, el presidente Essebsi afirmó que otros partidos y diputados independientes podrían también ser parte del gobierno y que la UGTT y la UTICA (Confederación Tunecina de la industria, el comercio y la manufactura) constituyen otros dos posibles componentes a ser sumados al gobierno. Dicho esto, la postura que tenga la UGTT será decisiva para la suerte del gobierno y para el futuro de la lucha de clases en Túnez. Si la UGTT, la institución con más influencia en la historia reciente de Túnez, debido al rol jugado por la misma
en la lucha por la independencia, se transforma en parte del gobierno, lo legitimará y, al mismo tiempo, buscará controlar a la clase obrera y el pueblo. También puede darse el escenario contrario. Desde 2011, los burócratas sindicales se han posicionado en favor de conciliar con los gobiernos y fueron incapaces de responder a las expectativas de las masas de una transformación social y económica. Su consolidación dentro del aparato del estado patronal puede también llevar a un incremento de las tensiones en la clase trabajadora. También es cierto que una burocracia que pierde el control de su base se desdibuja como tal y pierde su poder. Por lo tanto lo que es crucial aquí es que el programa del futuro gobierno no será diferente del anterior. Lo que se presenta aquí bajo el nombre de "unidad nacional" es nada más que la consolidación del capital y no hará nada para mejorar las condiciones de vida de la gente.

¿Qué hacer?
El Frente Popular, el agrupamiento más grande de la izquierda en Túnez, no puede seguir escondiéndose detrás de la consigna "estamos defendiendo las conquistas democráticas de la revolución". Especialmente considerando el hecho de que este discurso tiene lugar en un país ¡que ha vivido bajo estado de emergencia este último año! Por otro lado, la clase trabajadora tunecina y la juventud continúan la lucha por sus derechos democráticos, económicos y sociales. Pero cada lucha es encarada sectorialmente y en soledad. Lo que se necesita es que la unidad sea construida en base a un plan de acción de emergencia que unifique todas las demandas sociales, económicas y democráticas a través de una perspectiva de independencia de la clase trabajadora. Es con esa unidad que la clase trabajadora podrá avanzar en
sus logros y comprender que el sistema capitalista nunca trabajará para su beneficio. Y que sólo con independencia de clase y unidad las masas tunecinas podrán tener la iniciativa de nuevo en sus manos!!!

1 de agosto de 2016
Gorkem Duru

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