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Sexto aniversario del levantamiento revolucionario sirio

Solidaridad con el pueblo sirio

, 4 de junio de 2017




El testigo del Hussam nos ha traído de primera mano aquel sueño de libertad, de dignidad y de justicia social, que estalló en las calles de Siria ya hace 6 años. Un sueño que se resumía en una palabra: ‘Karama’ (dignidad). Decenas de miles de sirios, sobre todo jóvenes, rompían un muro de 40 años de miedo y silencio para luchar por lo mismo que nosotros defendemos aquí.

La respuesta del régimen de Bashar Al-Assad fue, desde el primer día, enfrentar las manifestaciones populares masivas con una represión feroz. «O yo o quemo el país». Y esto es lo que ha hecho, con todos los métodos: detenciones, francotiradores, tanques, ejecuciones sumarias, y también una política sectaria que enfrentaba comunidades y la utilización de los grupos fundamentalistas -que decía combatir- contra la movilización. Cuando su potentísimo aparato de seguridad y su ejército empezaban a acusar el desgaste de la guerra fratricida, trajo al país milicias extranjeras como Hezbollah para combatir a su lado, después invitaría directamente sus aliados, Irán y Rusia, a masacrar al pueblo para mantenerse en el poder, aunque fuera sobre las cenizas de Siria.

Siria concentró hace 6 años todas las esperanzas de cambio. Y Siria no es cualquier lugar, es la clave del Próximo Oriente, un rincón donde todo el mundo tiene intereses. Y precisamente porque en Siria se concentraban todas las esperanzas de cambio, se han concentrado también todos los esfuerzos para impedirlo. Todas las fuerzas que por separado han actuado para frenar las revoluciones en Túnez, Libia, Egipto, el Yemen, Bahrein o parar al movimiento popular en Marruecos, Argelia, Turquía o Irak, han actuado conjuntamente contra el pueblo sirio: - El régimen de Al-Assad con sus prisiones como Sednaia y el uso de todo tipo de instrumentos de exterminio a gran escala (barriles bombas, armas químicas, asedios por hambre...) - Milicias sectarias extranjeras - Grupos yihadistas internacionales - Potencias regionales (lran, Arabia Saudí, Turquía y Qatar) - Potencias internacionales (Rusia, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña).

Así es cómo, durante seis años, el tridente de la dictadura, el fanatismo y el imperialismo ha trabajado para atenazar la revolución: Se trataba de convertir Siria en el cortafuegos ante el incendio revolucionario que sacudía una región donde se juegan tantas cosas. De lanzar un aviso a navegantes: si os movéis, acabaréis con medio millón de muertos y cinco millones de refugiados.

«No es una guerra entre Estados, sino que es una guerra de Esta- dos contra un pueblo que sólo quiere su libertad y su derecho a vivir. Es una tercera guerra mundial, pero contra un pueblo». Son palabras de Samira Khalil, una revolucionaria siria que había pasado 4 años en una prisión del régimen y finalmente fue secuestrada en diciembre de 2013 por un grupo fundamentalista, junto con otros activistas. Sus notas escritas desde el asedio de la ciudad de Douma se acaban de traducir al castellano en un libro que os recomendamos.

Después de seis años, queremos paz en Siria, pero también decimos que no hay paz sin justicia... y denunciamos que no es esto lo que se está hablando en las negociaciones de Astaná de Ginebra. Asistimos a una limpieza de cara del régimen de Al-Assad que se presenta como aliado contra el terrorismo cuando es el principal instigador.

Y no estamos aquí sólo para solidarizarnos con una causa digna y justa ni con un pueblo que sufre. Estamos aquí también porque sabemos que el destino del pueblo sirio está ligado al nuestro. No podemos esperar que en un mundo que se ha hecho pequeño, a la orilla de nuestro Mediterráneo, tanta violencia no nos salpique. Nuestro diagnóstico está claro: el mundo es un lugar peor después de la caída de Alepo. Una masacre televisada en directo y que ha quedado impune.

También lo advertía hace tiempo Samira, relatando, desde la perspectiva de una mujer y de una revolucionaria que sufría con su pueblo el uso del hambre como arma de guerra: «Debido a la escasez de pan, el falafel se vende envuelto en hojas de col. El pan son hojas de col que se untan con lo que haya disponible para comer. Probadlo, gente del mundo desarrollado. Vuestros gobernantes son terroristas que monopolizan todos los instrumentos de la muerte y los lanzan sobre vuestras cabezas. A quien ayuda un criminal a matar a su pueblo, le llega la epidemia. La violencia es una peste: la epidemia se propaga cuando se ofrece la mano a un criminal. El mundo es un pequeño pueblo».

El pueblo sirio lucha prácticamente solo contra todas estas fuerzas, ante el silencio de la mayoría de la izquierda, que ha abandonado a la gente. Algunos porque han priorizado los intereses de estado y los negocios sucios de países como Venezuela, otros por incapacidad de comprender los procesos populares o de entender el mundo más allá de una lógica de supuestos bloques.

Hemos visto como sobre la masacre del pueblo sirio se han levantado en Europa las leyes antiterroristas y de emergencia que pisan nuestros derechos, y cómo se ha desatado una oleada reaccionaria mundial que ha alimentado a Trump, como alimenta la extrema derecha en Europa.

El grito de «Queremos acoger» que se hizo sentir masivamente hace un mes en las calles de Barcelona es un clamor también contra esta extrema derecha. Un balón de oxígeno que nos demuestra que esta batalla se puede ganar. Entonamos el «Casa nuestra es casa vuestra», con todas nuestras fuerzas, y a la vez decimos que «su casa es su casa» nadie se la puede arrebatar. Porque la crisis de refugiados no es humanitaria: tiene un origen político y una salida política. No podemos separar la solidaridad con los refugiados de la solidaridad con su causa. Como la solidaridad con nuestros abuelos que perdieron la guerra no se podía separar de la lucha antifascista. A los refugiados no los compadecemos: aprendemos de su fuerza y luchamos por sus derechos, que son los nuestros. Y por su derecho a volver a casa, en una Siria libre de dictadura y con justicia social.

Mientras la izquierda mayoritaria se lamenta del auge del fascismo en Europa, en Siria la gente da la vida para pararlo. Sus héroes y sus víctimas merecen todo nuestro respeto, nuestro reconocimiento, nuestro apoyo y nuestro agradecimiento. Son también nuestra esperanza. Y mientras nos quede esperanza continuaremos a su lado.

¡Viva Siria Libre!
¡Solidaridad con el pueblo sirio!

19-3-17
Texto unitaria leído en el acto de Barcelona

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