Artículos de actualidad de la UIT-CI




Artículos de actualidad sobre Ucrania



8M: IMPRESIONANTE DEMOSTRACIÓN DE FUERZAS DEL MOVIMIENTO FEMINISTA



Estás aqui : Portada » Temas » Internacional

Líbano

¿Qué pasó con la huelga general en Líbano?

Muhittin Karkin, 15 de junio de 2008




En mayo, tras una semana de
choques armados en Líbano,
Hezbolá obtuvo una indiscutible victoria
militar frente a las milicias de la
coalición gubernamental Fuerzas del
14 de marzo.(1) El gobierno de Siniora
anuló su decreto de
desmantelamiento de la red independiente
telefónica de Hezbolá y
de dimisión del jefe de seguridad del
aeropuerto de Beirut. A cambio,
Hezbolá retiró sus efectivos de las
zonas ocupadas durante la batalla
en Beirut oeste y levantó el campamento
de protesta que tenía instalado
desde hace más de un año
en el centro de la ciudad. Las dos
partes firmaron en Doha (Qatar) un
acuerdo para elegir inmediatamente
al general Michel Suleiman, comandante
en jefe del ejército libanés,
como presidente de la República y
constituir un gobierno de unidad
nacional con treinta ministros, dieciséis
de la actual mayoría parlamentaria
y once de la oposición,
más otros tres designados por el
nuevo presidente. También llegaron
al acuerdo de redactar una nueva
ley electoral consensuada por ambas
partes, tomando en cuenta los
cambios demográficos en el país.

Del acuerdo se puede interpretar
que Hezbolá también se impuso
políticamente, pues lo acordado
eran sus principales demandas, que
ya venía reivindicando desde hacía
un año y medio, tras su retirada del
gobierno y del parlamento.

Que Hezbolá conservara sus armas
y organización militar independiente
es un triunfo muy importante
para los pueblos de Oriente Medio,
pues es una de las fuerzas más feroces
y efectivas en la lucha contra
el imperialismo estadounidense y el
sionismo israelí en la región. Mientras
los navíos de 6ª Flota de Estados
Unidos están presentes en el
este del Mediterráneo, como una
amenaza permanente sobre la resistencia
libanesa y palestina, un
Hezbolá armado, fuerte y muy organizado,
es una seguridad para las
previsibles batallas futuras ( anunciadas
por las presiones de la FINUL
–Fuerza de Interposición de las Naciones Unidas en Líbano- para desmantelar
a Hezbolá, y por el proyecto
estadounidense de creación
de una base militar en Kleilat, al
norte del país, cerca del campamento
palestino de Sarh al Bared).

Crisis económica y social

No obstante, la manifestación del
7 de mayo que se convirtió en una
batalla armada entre las milicias de
Hezbolá y Amal(2) de un lado, y las
milicias pro gubernamentales del
otro, había sido convocada por la
Central General de Trabajadores de
Líbano (CGTL)(3) que demandaba la
subida del salario mínimo desde
300.000 libras libanesas (192 euros)
hasta 950.000 (el gobierno ofrecía
375.000), incremento general de los
salarios, medidas para contener los
precios de gasolina y gas, etc). El
salario mínimo no ha cambiado desde
1996 a pesar de la galopante
inflación, de tal modo que, sólo durante
2007, el poder adquisitivo de
los libaneses se redujo el 15%. Mientras
el 54% de la población (según
los datos de la CGTL) vivía bajo el
umbral de la pobreza, los sectores
más afectados por la crisis económica
eran las clases medias-bajas
cristianas, y los barrios y pueblos
pobres donde se alojaban los chiítas,
aunque no fueran los únicos. Precisamente
por eso, al comienzo del
2006, el Movimiento Patriótico Libre
(MPL, cristiano maronita) de Michel
Aoun y Hezbolá firmaron un acuerdo
político y social, y en enero de
2007 la CGTL llamó a una huelga
general en la que los trabajadores
drusos y sunníes también participaron
masivamente. Pero cuando las
milicias reaccionarias
progubernamentales y el ejército
reprimieron las manifestaciones
obreras, con un saldo de 3 muertos
y más de 130 heridos, Michel Aoun
puso fin a la huelga ante el peligro
de una guerra civil sectaria.

A pesar de este importante aviso
de los trabajadores, el gobierno de
Siniora siguió con los planes
neoliberales dictados por las famosas
Conferencias de Donantes que
dirigen los imperialismos estadounidense
y francés. El coste de la vida
llegó a su máximo histórico con las
subidas de los productos básicos
como pan, leche, arroz, carne, azúcar,
y la deuda externa alcanzó los
42.000 millones de dólares. A pesar
de las protestas de todos los sectores,
el gobierno no cambió su política
de privatizaciones de los servicios públicos (empresas estatales de
luz, agua, las canalizaciones, el aeropuerto,
etc). La brecha entre el
pueblo empobrecido (sobre todo los
sectores chiítas) y las elites cristiana
y sunní creció aún más.

Así, a partir de marzo de 2008,
los trabajadores empezaron a dar
muestras de que empezaba una
nueva oleada de luchas. Varios colectivos
de trabajadores organizaron
manifestaciones, mientras los taxistas
cortaron las carreteras para
denunciar las subidas en el precio
del combustible (los conductores
sunníes no participaron por razones
sectarias). El 17 de marzo, los trabajadores
de la compañía aérea
libanesa (MEA) realizaron una protesta
en el aeropuerto de Beirut
para denunciar el plan de
privatización del gobierno.(4) Unas
semanas más tarde la CGTL llamó
a una huelga general para el 7 de
mayo, convocando una manifestación
en Beirut para el mismo día.

La provocación

La crisis y el empobrecimiento
golpeaban a todos los sectores de
la población, y aumentaba la rabia
contra las políticas neoliberales del
gobierno pro imperialista. La coalición
de Las Fuerzas del 14 de Marzo
vislumbró el peligro de perder sus
bases populares en favor de los
partidos de oposición, y, a propuesta
de Walid Jumblatt, dos días antes
de la anunciada huelga general, el
5 de mayo, el gobierno decretó el
desmantelamiento de la red independiente
telefónica de Hezbolá y
la dimisión del jefe de seguridad del
aeropuerto de Beirut al que denunciaba
como seguidor de ese partido.
El gobierno sabía perfectamente
que Hezbolá jamás toleraría semejante
intento, sin embargo, el plan
estaba claro: convertir el conflicto
social en una pelea sectaria, dividir
a la clase trabajadora según las
ideologías religiosas, y enterrar la
huelga general bajo los escombros
de una posible batalla confesional.
Y lo consiguió, aunque fuera parcialmente.

Los partidos progubernamentales,
y los sindicatos, cámaras de
tenderos y otras asociaciones dirigidas
por las corrientes anti-sirias,
llamaron a sus seguidores a no participar
en la huelga y la manifestación
del día 7, por lo cual, por ejemplo
en Sida, Trípoli e Iklim al Kharoub
–zonas predominantemente
sunníes- los trabajadores y pequeños
comerciantes no salieron a la
calle. Incluso los sectores aounistas
se declararon contra la huelga, por
lo que los sectores dominados por
los cristianos, por ejemplo banca,
quedaron fuera de la lucha (el MPL
tampoco participaría en las luchas
callejeras de los siguientes días). Y
por la mañana del 7, cuando las
milicias de Hezbolá y Amal empezaron
su despliegue armado para
forzar al gobierno a retirar el decreto,
dos horas antes de la hora prevista
para la manifestación, la CGTL
desconvocó la movilización.

Los primeros choques entre las
milicias de la oposición y
progubernamentales se convirtieron
en una batalla campal en toda regla
cuando el líder de Hezbolá,
Hasan Nasrallah, anunció en una
rueda de prensa que el decreto del
gobierno fue una declaración de
guerra contra Hezbolá y la resistencia
en general. Ante la ausencia de
intervención del ejército y con su
superioridad militar, las milicias
chiítas ocuparon fácilmente el oeste
de la capital, donde mayoritariamente
habitan los sunníes y cristianos.

El líder druso, Walid Jumblatt,
confesó que no esperaban una reacción
tan fuerte por parte de
Hezbolá y la declaró “fuerza de ocupación”.
Y cuando algunas milicias
chiítas, sobre todo de Amal, atacaron
a los sunníes civiles, toda la
prensa internacional ya hablaba de
una batalla sectaria.(5) Al final, el gobierno
retiró el decreto y Hezbolá
puso fin a su despliegue armado.

Así que la huelga general fue suspendida
sin ningún resultado con
relación a las demandas sindicales.(6)
Ahora, la decisión está en las manos
del nuevo gobierno “de unidad
nacional” que se va a formar según
el acuerdo de Doha.

¿Por qué Hezbolá no toma el
poder?

A pesar de su superioridad militar
y popular (los chiíes ya forman casi
el 40% de la población libanesa), y
ante la sorpresa y decepción de
sectores de la izquierda occidental,
Hezbolá no toma el poder. ¿Por
qué? Por una razón sencilla: no lo
quiere. Después del acuerdo de
Doha, en el discurso que hizo para
demostrar su compromiso con lo
pactado, Hasan Nasrallah, el líder
de Hezbolá, lo dejó muy claro: “Hoy
repito mi posición. No queremos
monopolizar el poder en Líbano y
no queremos gobernar el país o
imponer nuestros pensamientos a
la gente… Prometo… que nosotros
nos esforzaremos por terminar con
cada rencor, vencer cada sensibilidad
y sobrepasar cada herida para
reunir nuestras manos para construir
Líbano y ser Líbano.” (7) Por ahí,
la participación en el “gobierno de
unidad” burgués.

Y, ¿por qué Hezbolá no quiere
gobernar? Porque Hezbolá no es
un partido nacionalista burgués que
pretende gobernar el Estado-nación
en nombre de la burguesía, ni un
partido socialista que aspira a convertir
el país en una democracia
obrera y popular. Es un partido
islamista que en un país
multiconfesional aspira a defender los intereses de la burguesía chiíta ligada directamente con
Irán, tal como hacen los partidos de la burguesía sunní
sujeta a los países árabes como Arabia Saudita.
Históricamente, el movimiento de Hezbolá en Líbano
fue creado por militantes formados en Irán en los 80 con
el fin de difundir en Líbano el chiísmo fundamentalista (la
versión del Ayatolá Jomeini). Como la comunidad chiíta
conforma la población más pobre del país, tanto Amal
como Hezbolá siempre adoptaron un discurso con un
contenido populista, incluyendo conceptos de izquierdas,
para poder desplazar la histórica influencia de los
movimientos comunistas y pan-arabistas en esa comunidad
(cosa que consiguieron gracias a las traiciones y
después del derrumbe del estalinismo junto con el nacionalismo
árabe). Sin embargo, su objetivo último es la
creación de un régimen islamista reaccionario de tipo
iraní, como apunta su programa: “Instamos a todos ellos
(los pueblos de Líbano) a escoger la opción del gobierno
islámico, que es la única que puede garantizar la justicia
y la libertad para todos. Sólo un régimen islámico podrá
frenar cualquier nuevo intento de infiltración imperialista
en nuestro país.”(8)

La dificultad para Hezbolá está en que Líbano no es
un país con una población mayoritariamente chiíta, ¿entonces,
qué hacer? “Hay que preguntar: ¿si por alguna
razón no es posible crear un estado islámico, qué posición
tenemos que adoptar? Aquí hay dos líneas: una es
negar totalmente la situación actual y naturalmente emplear
violencia. Otra es partir de la situación real… Colaborando
con las instituciones actuales podemos lograr las
reformas que pueden eliminar los obstáculos en el camino
hacia nuestro objetivo.” (9) Como decíamos anteriormente,
Hezbolá es el partido de la burguesía chiíta que
pretende defender sus intereses económicos y sociales,
y por eso “colaborar con las instituciones actuales” significa
también participar en un “gobierno de unidad nacional”
neoliberal y pro-imperialista, que nace de un acuerdo
que no menciona para nada las demandas de la clase
obrera que preparó la huelga general el 7 de mayo.

En el Líbano de hoy no habrá una resistencia real contra
el imperialismo y el sionismo sin Hezbolá, eso está
claro. Pero con Hezbolá tampoco hay posibilidad de unir
a la clase trabajadora y el pueblo para conseguir un gobierno
que pueda acabar con la dominación burguesa,
sea ésta islámica o cristiana.

Notas

1 Las Fuerzas de 14 de Marzo se componen básicamente
del Movimiento de Futuro (suní) del primer ministro Fuad Siniora,
el Partido Progresista Socialista (druso) de Walid Jumblatt, y
las Fuerzas Libanesas (cristianas) de Samir Gragea.

2 Organización político-militar de origen chií, liderada por
Nabih Barri.

3 Los sindicatos están obligados por ley a ser representados
según líneas confesionales. La mayoría de los líderes provienen
de partidos ex pan-arabistas, e históricamente están
ligados a fuerzas políticas pro-sirias.

4 The Daily Star Lebanon,18 de marzo de 2008.

5 En varias ocasiones, las mezquitas sunníes fueron protegidas
por las milicias de Hezbolá contra los ataques de Amal.

6 Varios sectores de izquierda hablan del “secuestro” de la huelga por Hezbolá.

7 The Daily Star Lebanon, 27 de mayo de 2008.

8 El Programa de Hezbolá, “Objetivos”, 1985.

9 Al-Hayat, 16 de agosto de 1992.

Ir a la versión en catalán