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Charla-Debate "La rebelión popular del pueblo chileno" el jueves 20 de febrero, a las 19.30hs, en el espacio La Figa de L’Hospitalet de Llobregat (calle Sant Antoni, 22)

Lucha Internacionalista, 12 de febrero de 2020





Chile: Una revolución en curso.

“No son 30 pesos, son 30 años”

El gobierno de Piñera anunció la subida de 30 pesos en el precio de los pasajes de la locomoción colectiva, días después el país explotó en el mayor proceso de lucha de las últimas décadas. El profundo descontento social con el modelo económico y la constitución de Pinochet cobró forma en las calles del país… y era mucho más que esos 30 pesos.

La desigualdad, la corrupción el abuso empresarial.
Chile ha sido presentado, durante estos últimos 30 años, como el ejemplo de estabilidad económica y social de Latinoamérica. Capitalistas de toda calaña venían usando este mito para explicar los beneficios de privatizar los derechos sociales y las riquezas naturales, así como de una constitución represiva que limita el derecho a protesta y huelgas obreras, entre otras reaccionarias leyes.

Mientras el imperialismo y los grandes grupos económicos chilenos se beneficiaban de grandes utilidades, el pueblo se hundía cada día más. Un tránsito lento y doloroso que se hizo insostenible. El país cuenta con uno de los índices per cápita más altos de la región, y con un historial casi nulo de crisis económicas y sociales en las últimas décadas. Sin embargo, las familias trabajadoras viven en un país distinto.

La relación entre los sueldos y el costo de la vida va totalmente en detrimento del pueblo. La mitad de la clase trabajadora gana US$458 o menos, el 70% gana US$655. Según datos del gobierno, una familia de 4 personas es pobre si gana menos de US$628 dólares. Realidad especialmente dura, si consideramos que, en Chile, prácticamente todos los derechos sociales han sido privatizados.

¿Cómo han podido sobrevivir millones si estos son los datos duros de la realidad económica de las familias trabajadoras? Endeudándose. Según el Banco Central, las familias están endeudadas en el 70% de sus ingresos. Las deudas bancarias para financiar las viviendas, los créditos universitarios, las deudas con casas comerciales para comprar comida o productos de primera necesidad, electrodomésticos o un gran etc. Se han hecho una carga insostenible.

Esta realidad no se detiene con la llegada de la vejez. La privatización del sistema de jubilaciones ha llevado a una catástrofe social. Jubilados y jubiladas viven con pensiones de miseria, aquejadas además por el alto costo medicamentos y la salud. Al lado de este sector social, están el más de millón de estudiantes universitarios que están endeudados en miles de dólares con los bancos. Por donde se vea, el país está lleno de deudores que no pueden vivir dignamente con sus salarios.

Junto a esta crisis social, se suman la grave crisis ecológica que está dejando a amplios sectores del país sin agua o afectados gravemente por la contaminación. Una dinámica que devora derechos sociales, calidad de vida, expectativas personales y esperanzas de vivir mejor.

Una explosión social sin precedentes.

Por un lado, la absoluta mayoría del país afectada por la descomposición capitalista. Desde los sectores más empobrecidos, llegando a profesionales y clase media. Del otro lado, un empresariado groseramente rico, apoyado por corruptos políticos de derecha y centroizquierda. Desde la dictadura de Pinochet, pasando por los “gobiernos democráticos”, todos han defendido sin ningún tapujo los intereses de las multinacionales y los empresarios nacionales.

El descontento social no tan sólo creció masivamente entre el pueblo, sino que además se esparció como la peste negra por sobre todas las instituciones. El gobierno, el parlamento, la Iglesia, las FFAA y la policía, los partidos tradicionales y los corruptos dirigentes sindicales y sociales son rechazados. Por primera vez, en décadas, el descontento terminó por explotar en todo el país y lo hizo contra todos. Los mecanismos de control social, desde la represión hasta las maniobras de dirigentes políticos y sociales corruptos no sirvieron para contener la lucha.

A dos meses y medio de comenzada la lucha, aquel convulsionado 18 de octubre, el descontento social y las manifestaciones continúan. El gobierno de Piñera, desplomado y agónico, sólo ha podido ser sostenido por un acuerdo de todo el régimen político para evitar su desplome. Estrategia que ha horadado los cimientos del poco prestigio con que se sostienen esas mismas instituciones.

Plaza dignidad y la historia de una gesta heroica.

Durante una semana, estudiantes secundarios desafiaron el alza del precio de los pasajes, evadiendo el pago en las estaciones de Metro. En vez de pagar, cientos de estudiantes saltaban en masa los torniquetes. Piñera decidió terminar, brutalmente, con esta forma de manifestación que ganaba enorme simpatía.

Durante toda esa semana, se sucedieron imágenes en las redes sociales de violentos arrestos y represión contra estudiantes en las estaciones de metro. La valentía maravillosa de esos primeros jóvenes fue ganando adeptos con cada acto de violencia de los Pacos (la policía). El viernes 18 de octubre Piñera quiso liquidar el proceso, provocando internacionalmente un caos en Santiago, cerrando estaciones de metro en el horario de salida de la clase trabajadora.

Contra todo pronóstico, cientos de miles comenzaron a protestar tomándose las estaciones de metro y enfrentándose a los pacos. La violenta jornada se propago a los barrios, con masivos cacerolazos (golpear ollas como muestra de descontento). En la madrugada, la capital se llenó de barricadas y la situación se hizo incontrolable para Piñera. A las 6 am el presidente declaraba Estado de Emergencia, y por primera vez en décadas sacó a los militares a las calles. Ese día sábado la lucha se regó como pólvora por todo el país. El gobierno debió declarar Estado de Emergencia en las principales ciudades, ante el evidente avance de protestas históricas en todo el país.

Durante la semana del 18 al 25 de octubre, Piñera y los empresarios trataron de contener las masivas protestas con represión y toques de queda. Por su parte, las masas comenzaron a desafiar los toques de queda en los barrios formando asambleas y protestando en las horas prohibidas. El 25 de octubre se convocó una marcha contra la represión, sólo en Santiago más de un millón y medio de personas se juntaron en Plaza Italia (centro de la capital) y otros tantos millones en todo Chile. Este hito provocó la salida de los militares de las calles, y la expresión más clara de la profundidad de la crisis social y política.

Desde ese día, la Plaza Italia fue bautizada como Plaza Dignidad por los manifestantes. Desde ese día, ningún viernes ha dejado de estar ocupada por quienes luchan. Durante el primer mes y medio, ningún día pudieron evitarse las protestas en el lugar. Masivas, espontaneas, y profundamente radicalizadas.

La represión, que ha cobrado 29 muertos, 360 mutilados de uno o ambos ojos por perdigones, cientos de miles heridos por perdigones u otros métodos de represión de los pacos, más de 2000 presos y presas políticas, y 16 mil procesados judicialmente por luchar. Cifras que en nada han menguado la fuerza incontrolable de las manifestaciones.

Contra esta represión, surgió la autodefensa. La Primera Línea, grupos de manifestantes que, con escudos, cámaras antigases, cascos, piedras y palos, se han transformado en la heroica defensa de las marchas y ocupaciones de plazas. Junto a ellos, piquetes organizados de salud, de quienes recolectan piedras para enfrentar la represión, de quienes llevan agua y comida para mantener fuerte a la primera línea, y un sinfín de tareas que se han ido creando cada día.

Plaza Dignidad ha sido el principal escenario de esta gesta heroica. Con ella esta Plaza Resistencia en Valparaíso, Plaza la Revolución en Antofagasta, y cientos de barrios, plazas y calles por todo el país. Donde sea ha habido, hay y habrá protestas. Que como nunca, se han transformado en el orgullo de quienes las llevan a cabo, quienes se sienten representados por ellas y quienes la creen necesarias. Esta vez… somos millones.

Rainier Rios, Oso
Dirigente del MST Chile
Sección de la UIT-CI

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