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La elección de Obama en EE.UU

De la Depresión a la Gran Decepción

Muhittin Karkin, 26 de noviembre de 2008




La elección de Barack Hussein Obama a la presidencia de los Estados Unidos ha causado un verdadero terremoto en la prensa mundial. No son pocos los editoriales que aclaman el hecho como «una revolución del siglo XXI», «el fin de la guerra civil norteamericana», «el comienzo de una nueva época mundial», etc. De hecho, en un país donde solo los blancos, protestantes (excepto Kennedy que era católico), de origen europeo y nacidos en el continente americano llegaron a ser presidentes, la elección de un negro con un nombre afro-árabe, de origen africano y nacido en Hawai parece chocante y se contradice con la imagen del votante yanqui mayormente conservador y racista. La realidad es que la mayoría de los estadounidenses ha demostrado una energía admirable para desvincularse de esta imagen poco agraciada y ha dado una clara victoria electoral a Obama.

Obama ha sido capaz de movilizar no solamente a los afro-americanos y jóvenes, junto con las clases medias, incrementando el poder demócrata en los estados más desarrolladas del país, sino que también captó los votos de buena parte de la clase obrera blanca y de las comunidades latinas e inmigrantes, acabando con la supremacía del partido Republicano en estados tradicionalmente conservadores como Indiana, Ohio o Florida. Así que, la elección de Obama a la presidencia demuestra el grado de malestar que los estadounidenses acumularon durante los ocho años del mandato de Bush: mentiras para invadir otros países, un millón de jóvenes reclutados para dos guerras actuales con más de cuatro mil muertos y cientos de miles de heridos y discapacitados, millones de familias trabajadoras arruinadas por un puñado de banqueros rapaces, millones de personas sin trabajo, sin techo y casi un pueblo entero que carece de seguridad social y sanidad pública… La «era de Bush» era verdaderamente una pesadilla, también para los estadounidenses. Obama se ofreció para acabar con esa pesadilla, y ganó la confianza de una clara mayoría de sus conciudadanos.

¿Obama, socialista?

Los Republicanos lucharon contra al «efecto Obama» calificándole de «socialista». En la imaginación afiebrada de los fundamentalistas yanquis Obama es un radical peligroso que se esconde detrás de una mascara de «centrismo». Una vez en la Casa Blanca, tiraría su mascara y revelaría su verdadera agenda izquierdista. Algunos comentaristas de este ala exageraron tanto que en un canal de la televisión local de Florida, la entrevistadora hizo una cita del Manifiesto Comunista y pidió de Joe Biden, el candidato a la vicepresidencia de Obama, que lo interpretara. Biden, estupefacto, pregunto si le tomaban el pelo, y continuó explicando que Obama no era un socialista. Posiblemente estos Republicanos se estén preguntando ahora por qué han perdido una buena parte de sus votantes, y tal vez lo atribuyan a su poder de propaganda para convencerles de que Obama era un marxista.

No obstante, en el campo de los «Obamistas» no son pocos los que tienen la misma fantasía, aunque menos enloquecidos. Para ellos Obama es un progresista sincero que se compromete a grandes cambios políticos y sociales. Pero que, como está debatiendo en un país generalmente conservador, con los Republicanos ansiosos de atacarle a la menor torpeza, no podría revelar todas sus aspiraciones.

Por eso, Obama tenía que captar la confianza de la gente con un lenguaje «centrista» y amistoso. Una vez en el poder, tomaría a los sectores progresistas como aliados para llevar a cabo el cambio social al que todo el mundo aspiraba. Algunos de estos sectores piensan que Obama, ante la profunda crisis capitalista, pondría en marcha un plan similar al «New Deal» de los 1930s con ideales «social democráticos » europeos.

Dejando las ilusiones a un lado, ¿cuáles son las verdaderas políticas de Obama? Los hechos hablan solos: durante la primera campaña contra Hillary Clinton y John Edwards, Obama tomó posiciones que le colocaron frecuentemente a la derecha del populismo de Clinton. Cuando el desastre inmobiliario penetraba dentro de la campaña, Obama negó apoyar la propuesta de una moratoria sobre la ejecución de hipotecas y la ayuda a los morosos, que Edwards y Clinton defendían. Luego, en el verano de 2008, junto con los aficiooperanados de «libre mercado» y por supuesto con McCain, votó a favor de la escandalosa «700 mil millonaria» ley de rescate de la banca y los banqueros. No es sorprendente, pues sus principales asesores sobre asuntos económicos son Austan Goolsbee, el economista pro mercado libre de la Universidad de Chicago, y Jason Furman, el defensor de Wal-Mart, la compañía minorista más grande del mundo. El millonario inversionista Warren Buffet, el ex presidente de la Reserva Federal Paul Volcker, y el ex secretario de Hacienda de Bush, Paul O’Neill, están entre sus principales asesores informales.

Las elecciones presidenciales de 2008 fueron la campaña electoral más cara de la historia: los candidatos gastaron en total 1,633 mil millones de dólares. De este gasto, la mayor parte pertenece a Obama, con 573 mil millones de dólares, es decir el 35% (McCain 293 mil millones, el 18%). Y lo más significativo es que los bancos preferían claramente a Obama: Goldman Sachs destinó el 73% de sus ayudas a Obama (3,365 millones de dólares), JP Morgan Chase el 59% (2,155 millones), Citigroup el 60% (2,248 millones), etc. Los banqueros sabían bien en quién invertir su dinero.

Por otra parte, la política internacional anunciada por Obama tampoco le coloca al lado de las esperanzas creadas en el mundo. A pesar de sus declaraciones de que habría que «hablar» con todo el mundo, él mismo hablo sólo y declaró su apoyo incondicional a Israel ante los palestinos; prometió profundizar la guerra invasora en Afganistán enviando más tropas; señalo a Pakistán como una de las principales amenazas a la seguridad de EE.UU.; ante la carta de felicitación del presidente iraní Ahmedineyad, en una conferencia de prensa en Chicago, otra vez acusó a Irán de desarrollar armas nucleares y apoyar a los terroristas; dio las primeras señales de una posible intervención en Sudan… No será sorprendente si acusa a Venezuela de desarrollar armas nucleares después de que Chavez haya declarado la colaboración de su país con Rusia en materia de tecnología nuclear.

¿Hacia la decepción?

En los 1930s algunos capitalistas criticaron el New Deal como un paso hacia el «socialismo», sin embargo Roosevelt no tenía tal intención. Sus políticas «populistas » ayudaron al salvamento del capitalismo. Tal como lo declaraba el mismo Roosevelt: «Yo soy el mejor amigo del sistema de beneficio de todos los tiempos».

Obama también se verá obligado a tomar medidas semejantes para impulsar el consumo de los estadounidenses para reactivar el mercado. No obstante, la intensidad de la crisis es tal que arroja a las masas hacia condiciones de pobreza que crean necesidades urgentes a las que el capitalismo no puede responder por sus mecanismos tradicionales.

Hace falta, pues, de un plan de emergencia ante la crisis inmobiliaria y declarar inmediatamente una moratoria sobre hipotecas, desalojos y subidas de alquileres.

Existen hoy más de 19 millones de hogares vacíos que pueden responder al problema de los sin techo. Debe parar los despidos y cierres de empresas, y el Estado tiene que poner en marcha un plan de obras públicas para emplear a los millones de parados. Todo el mundo tiene que tener derecho a subsidio de paro. Más del 30% de la población aún necesita cobertura médica. Cada trabajador tiene que tener el derecho a representación sindical (el proyecto de la Ley de Libre Elección del Trabajador está esperando su aprobación en el Congreso desde hace años). Hay que poner impuestos a las transacciones en la Bolsa, investigar según la ley criminal a los ejecutivos de las instituciones bancarias, financieras y de seguros que se han beneficiado de la crisis hipotecaria. Los bancos tienen que abrir su contabilidad a la inspección pública…

Obama no va a asumir tal programa en beneficio de las masas, pues el capitalismo sólo puede superar esta crisis atacando a la clase obrera, dándole fuertes golpes para poder recuperar su tasa de beneficio que está en caída libre. Y Obama asumirá liderar esta tarea del imperialismo. La cumbre de Washington del 15 de noviembre tiene el objetivo de organizar la ofensiva internacional del capitalismo mundial contra los trabajadores. En un primer momento intentarán parar las luchas de las masas que han empezado en América, en Europa, en Asia, etc. Y luego destruirán varios sectores de las fuerzas productivas mundiales para que las empresas puedan invertir en estos sectores con nuevas y altas tasas de beneficio. Es decir, muy pronto no solamente la clase trabajadora de los EE.UU. sino todas las masas del mundo tendrán que dar una batalla contra el imperialismo mundial liderado por Barakc Obama.

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