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Universidad. Balance de la huelga del 21-O

Marc del Alcázar, 21 de noviembre de 2020




El pasado 21 de octubre hubo una huelga donde estaban llamadas las profesionales de los centros de investigación, así como los diversos colectivos presentes en la Universidad, estudiantes, PAS y PDI. A la hora de la verdad, sin embargo, estuvieron presentes únicamente doctorandas y estudiantes.

El eje de la huelga era la precarización de los contratos universitarios y de investigación, así como la elitización de la Universidad, donde siguen presentes unas tasas desorbitadas y donde la gestión política y económica de la pandemia ha sido nefasta, supliendo la falta de personal y de recursos con sobreesfuerzos del profesorado y el estudiantado y una disminución clara de la calidad de las enseñanzas.

El seguimiento de la huelga fue muy bajo, despreciable a efectos prácticos. La baja presencialidad en la Universidad, el poco tiempo de preparación y la tendencia burocrática de la dirección del SEPC (sindicato mayoritario entre los estudiantes), fueron elementos presentes en los días previos a la huelga que dificultaron hacer un buen trabajo de base.

Sin embargo, la convocatoria de la huelga, la primera que une diversos sectores de la Universidad y los centros de investigación desde hace años, permitió rehacer los vínculos entre todos estos colectivos y volver a poner sobre la mesa la necesidad de coordinarse para hacer frente a un problema que es común, aunque a menudo se materializa de diferente forma dependiendo del espacio.

En un momento en que la movilización en la Universidad y los centros de investigación está en horas bajas, la reagrupación bajo formas de coordinación que permitan generar perspectivas y unir las luchas es un mecanismo necesario para rehacer estos espacios y permitirles convertirse en canalizadores del malestar derivado de años de políticas de austeridad. Es por eso que es tan importante poder dar continuidad al Comité de Huelga del 21-O, para que sea un motor y una herramienta de trabajo conjunto entre trabajadoras y estudiantes.

No hay que olvidar, sin embargo, que esto debe ir ligado a un trabajo de base, actualmente más difícil que nunca, pero muy necesario. La politización del movimiento y la conversión del malestar en movilizaciones que permitan avanzar son imposibles sin que la gente sienta suyos estos organismos (asambleas, sindicatos, colectivos, partidos ...) y participe.

Es importante, por ello, trabajar para un plan de construcción de estos espacios de coordinación bajo formas de organización democráticas y de base. Porque, ahora más que nunca, tenemos motivos de sobra para generar un importante pulso desde el sector investigador y la Universidad. Y para que éste sea el primer paso hacia la unión de las luchas obreras y estudiantiles.
Marc del Alcázar

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