LI. Venimos advirtiendo en los últimos años un proceso de desmantelamiento del sector industrial, vemos como cada vez más se prioriza el negocio insostenible del turismo antes que un tejido productivo orientado a resolver las necesidades reales de la gente. ¿Cuál es la situación del empleo en Galiza? ¿Cómo se llega a esta situación?

MG.- Yo me centraré en Ferrolterra, aunque -con ciertos matices- es un buen ejemplo de lo que pasa en todo el país. Nuestra comarca sufre desde principios de los años 80 (primera reconversión del sector naval) una pérdida continua de industria y, por lo tanto, de población. En primer lugar, destacar la dependencia prácticamente absoluta de industrias de enclave, sector naval y producción energética a través del carbón. En segundo lugar, que todas las medidas y planes puestos en marcha por los distintos gobiernos fueron un absoluto fracaso, sirviendo únicamente como cortina de humo para anestesiar a la ciudadanía. Así llegamos a esta situación de una banda por la dejadez absoluta por parte de España, que se dedicó a expoliar nuestros recursos y mano de obra para después dejarnos abandonados; y por otra por el gobierno de la Xunta, que aun teniendo responsabilidades en temas de industria no las ejerce.

LI. ¿Cuál es la situación en Navantia?

MG.- A día de hoy con carga de trabajo cero: más de 1.500 personas de la IIAA se quedaron en la calle en el último año. Tampoco hay expectativas de inversión en las instalaciones, ni tan solo en los proyectos que la propia Navantia (lo que los propios gobiernos habían aprobado en su día como algo vital para que la empresa pudiera sustituir en el mercado tanto interno como internacional).

LI. Desde aquí seguimos muy de cerca las huelgas generales del 8M y el 10M, la primera por ser una de las pocas naciones del estado que convocó huelga general el día de la mujer trabajadora, y la segunda por el impresionante seguimiento que tuvo en las comarcas de Ferrol, Eume y Ortegal. ¿Cómo valoráis vosotras estas huelgas generales?

MG.- En cuanto a la del 8M, teniendo en cuenta que la gran mayoría de mujeres ejercen su trabajo en sectores muy precarizados, la vemos como un éxito, sobre todo a nivel de movilización.
Con respecto a la del 10 de marzo, el éxito se debe a la situación de desesperación de los habitantes ante el desempleo, la emigración juvenil y la pobreza laboral, que cada día son más acuciantes.

LI. La del 10M se convocaba en conjunto con CCOO y UGT, ¿cómo fue la batalla para que al fin convocaran huelga después de tanto tiempo sin pronunciarse ante la situación de miseria que vivimos la clase trabajadora?

MG.- Yo creo que era imposible que no se sumaran a esta convocatoria, pues la realidad de la comarca es palpable... ni su afiliación ni la ciudadanía en general entendería que no lo hicieran. Aquí estamos hablando de la verdadera unidad de acción ante un problema concreto, una unidad forjada desde abajo y no desde las cúpulas sindicales.

LI. Viendo la cantidad de luchas abiertas que hay en Galiza (las trabajadoras de la sanidad, Naturgy, el Estaleiro Barreras, Alcoa,…) y el balance positivo de las pasadas huelgas del 8M y el 10M, ¿qué perspectivas hay? ¿Se está trabajando la posibilidad de una gran huelga general en todo el país (Gz)?

MG.- Nosotros como CIG llevamos tiempo planteándoselo a CCOO y UGT, pero la respuesta es siempre la misma: que no es el momento. Pero la realidad es que ellos se encuentran cómodos en el diálogo social, tanto con la Xunta de Galiza como con el gobierno del estado.