Hace poco tiempo, en los primeros compases se negaba la crisis, hoy, cuando las consecuencias se
dejan sentir en la cascada de despidos y cierres, hay muchas versiones sobre ante qué estamos: hay
quien afirma que la crisis se la inventan los capitalistas como un medio para imponer retrocesos a los
trabajadores… pero también muchos capitalistas se arruinan en estas crisis y no jugarían a un deporte
tan arriesgado. Otros hablan de muchas crisis que confluyen: financiera, inmobiliaria, energética, …pero
la caída del precio del crudo en picado sin modificar para nada el curso de la crisis, así como la coincidencia
entre la caída de las bolsas con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, y el carácter errático de
los intercambios de monedas, nos llevan a pensar a que hay algo más profundo que condiciona el
estallido de esas “crisis”. En algunos sectores se dice que la crisis es financiera, por la especulación sin
freno de estos últimos años, y que la clave es eliminar este aspecto perverso del funcionamiento
capitalista como con la Tasa Tobin, …pero resulta que se hace imposible aislar el movimiento especulativo
del movimiento general del sistema financiero, pues el capital financiero impregna todos y cada
uno de los sectores productivos y los hace depender de ese capital. Hay quienes afirman que se está
pagando un exceso de consumo de los trabajadores, y más en general de la sociedad, y que hay que
reducirlo para seguir… pero ante las estadísticas del crecimiento sostenido de la pobreza mundial –y
también dentro de los estados capitalistas- difícilmente se puede atribuir la crisis a los excesos de un
sector más acomodado de la clase obrera, pues la miseria mundial es desproporcionadamente superior
al supuesto exceso, además de que la crisis no llega por la escasez de recursos que le quedan a
esos sectores; por otra parte, si el problema fuera “reducir un consumo excesivo”, ¿no se deberían
aceptar sin protestar las reducciones de producción y el cierre de fábricas?; nosotros pensamos que
estamos lejos de resolver las ingentes necesidades de los trabajadores y trabajadoras del planeta y
que no hay que reducir la producción de manera generalizada –sin excluir alguna reconversión en
casos concretos.

Comprender el carácter de la crisis en curso y los mecanismos del capitalismo para responder a las
diferentes situaciones es esencial para definir y poder organizar una respuesta.

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