El 16 de marzo Macron aprobaba la reforma de las pensiones por decreto, visto que no tenía asegurada la mayoría en la Asamblea Nacional para hacerlo. La edad de jubilación se subía de los 62 a los 64 años y los años de cotización de 42 a 43. Macron va al grano intentando imponer hechos consumados, pero no es señal de fortaleza sino de debilidad. Una debilidad que vuelve a expresarse el 20 en la moción de censura que supera solo por 9 votos.

La maniobra de Macron con el recurso al 49.3 creía minimizaría las consecuencias de esa huida hacia adelante, sin imaginar que provocaba la indignación y espoleaba la movilización. Solo faltaba que el Gobierno haya incrementado la violencia policial sobre las movilizaciones. La lucha sindical y social contra Macron y su ley no afloja, con mucha presencia de la juventud. El rechazo al decreto de pensiones del Gobierno crece y en las encuestas cae el apoyo a Macron a mínimos, por debajo del 30%, mientras prepara nuevas leyes sobre inmigración, vivienda y paro que también provocan un fuerte rechazo social.

El jueves 23 se hacía la novena jornada huelga general con fuertes huelgas y 3’5 millones de manifestantes en cerca de 300 convocatorias en toda la geografía. Las manifestaciones del sábado 25 volvían a llenar las calles de todas las grandes ciudades. El mismo fin de semana, una manifestación en el interior con 30.000 personas protestaba contra el intento de privatización del agua subterránea, muy reprimida con más de 200 heridos. El 28 se hacía la décima jornada de lucha, con incidencia algo menor esta vez en transporte, comercio y recogida de basura. La próxima jornada está convocada para el 6 de abril.

La unidad sindical, con la intersindical que agrupa a 8 centrales sindicales, permite una gran masividad al movimiento. Pero dar un paso decisivo en la lucha contra el gobierno comporta la necesidad de dotarlo de estructuras de apoyo localidad a localidad, empresa a empresa, universidad a universidad que coordinadas y con la intersindical puedan decidir un plan de lucha.

Francia es, sin duda, el sitio más avanzado en la lucha contra los planes capitalistas, por la amplitud de la lucha contra el decreto presidencial de reforma de las pensiones. En Inglaterra las movilizaciones en el transporte y la enseñanza pidiendo subidas de sueldos contra una inflación que supera el 10% han sido históricas desde las luchas contra Thatcher, también en Alemania grandes movilizaciones exigían la recuperación del poder adquisitivo de los sueldos. En Grecia el 8 de marzo se vivía la mayor huelga general y grandes manifestaciones contra el deterioro de los servicios públicos y en protesta contra el accidente del 28 de febrero que provocó 57 muertes. La reivindicación inmediata puede ser diferente, pero la lucha obrera responde al mismo problema de fondo: impedir que la crisis se descargue sobre los y las trabajadoras.

En el estado español los y las trabajadoras miran con envidia y admiración la gran lucha francesa. La comparación no se sostiene: CCOO y UGT acaban de avalar un nuevo recorte en las pensiones, y han dinamitado una lucha común contra la pérdida del poder adquisitivo de sueldos y pensiones. Si el gran capital en ocasiones como ahora, no tiene ninguna prisa en deshacerse de gobiernos de la izquierda institucional (PSOE e IU/Podemos) es porque sin ser sus opciones políticas, permiten contener la rabia social con la colaboración directa de los grandes sindicatos.

Es preciso articular la respuesta también aquí aunando, como en Francia, desde los jóvenes a los trabajadores y pensionistas, encabezados en nuestro caso por los sindicatos combativos.

Lucha Internacionalista
1/04/2023