En la madrugada del 11 de abril de 1993 en Montanejos (Castellón) fue asesinado Guillem Agulló, militante antifascista y de Maulets. Este 11 de abril en Burjassot (Valencia) se celebrará una manifestación para recordar su asesinato a manos de un grupo de fascistas. Sólo se realizó un juicio farsa que condenó a uno de los asesinos a 14 años de cárcel de los que solo cumplió 4.

Muchos han sido los actos y manifestaciones durante estos 30 años, gracias a la perseverancia de su familia y de los colectivos antifascistas del País Valencià. También se ha escrito mucho sobre el asesinato, documentales, libros, películasseu…

La prensa, fundamentalmente valenciana (Las Provincias), difamó en muchos casos a Guillem y su asesinato, blanqueando a sus asesinos y a los grupos fascistas que han pululado a sus anchas por el País Valencia, dando voz a personajes significados del fascismo valenciano, del blaverismo y la extrema derecha.

Muchos han sido los asesinatos perpetrados por la extrema derecha desde los años 70 y no debemos olvidar a ninguno de los y las luchadoras que fueron asesinados. En muchos casos sus autores no fueron castigados, con la pasividad de la policía y los poderes del Estado.

La extrema derecha se introduce en nuestra sociedad, por las rendijas que la democracia burguesa les deja, con la pasividad de algunos partidos parlamentarios y medios de comunicación. Y sigue estando en la judicatura, en los cuerpos policiales, en el mundo empresarial, en la iglesia, entre los militares, no en vano las sentencias de muchos jueces, las proclamas de militares o eclesiásticos y los discursos o el blanqueo de la extrema derecha por algunos medios de comunicación.

La lucha contra la extrema derecha tiene muchas facetas, una la que propugnan grupos antifascistas de que hay que seguir luchando y organizándose contra ella de forma frontal, desenmascarando los lugares donde se cuelan los fascistas, la policía, la judicatura, la prensa, los equipos de futbol, con movilizaciones contundentes contra sus acciones y sus campañas de odio contra mujeres, inmigrantes o sus discursos y acciones homófobas.

Pero entiendo que, otra forma útil de combatir a la extrema derecha e impedir que se introduzca en el seno de la clase obrera, es ocupar el espacio que han dejado la socialdemocracia y la izquierda reformista y luchar por la defensa de los intereses de los y las trabajadoras, participando en los movimientos en defensa de la vivienda, de la sanidad, de los inmigrantes, en los colectivos feministas, el sindicalismo combativo, los colectivos LGTBIQ, en barrios, escuelas y universidades. Por la solución real de los problemas de la clase obrera, promoviendo la movilización y la lucha, con sus herramientas tradicionales, las huelgas, las movilizaciones o la solidaridad activa, sin dar un paso atrás en las luchas anticapitalistas, que den auténtica respuesta a la crisis que el sistema intenta que la clase obrera paguemos. No podemos permitir que nuestra inacción y pasividad sea el caldo de cultivo para la extrema derecha.

Carlos Rodríguez,

País Valencià