El pasado 11 de mayo asistimos a la convocatoria antifascista en solidaridad con los espacios El Kubo y La Ruina, dos bloques del barrio de la Bonanova pertenecientes a la Sareb y okupados en los años 2016 y 2019, el primero como edificio de viviendas y el segundo como Centro Social para el barrio. A excepción de un momento puntual en 2019 -coincidiendo con una fuerte campaña antiokupación que venía del gobierto- los habitantes de los bloques no han tenido problemas con las vecinas, como se ha visto en las declaraciones que éstas han ido haciendo a los medios en las últimas semanas.

La situación de violencia y acoso hacia estos espacios comenzó hace un par de meses, cuando partidos de derecha y ultraderecha pusieron el foco de su campaña electoral en la okupación, señalándola como la principal problemática de la sociedad. Esta campaña fue instrumentalizada por Desokupa, una empresa privada dirigida por neonazis que realizan desahucios mediante amenazas, coacciones y violencia física. En un primer momento la empresa pretendía ejecutar el desalojo de los dos espacios el pasado jueves, en el marco de una manifestación “antiokupación”; aunque finalmente el desalojo no se produjo, mantuvieron la convocatoria como “advertencia” y demostración de fuerzas ante el movimiento antifa.

Grupos fascistas como Desokupa están respaldados por organizaciones políticas y por las fuerzas represivas del estado, y cuentan con total impunidad a la hora de propagar discursos de odio hacia todas aquellas que nos organizamos y denunciamos la violencia estructural de este sistema capitalista que nos condena a la miseria más absoluta. La respuesta que se dio el jueves por parte de militantes antifascistas, saliendo a la calle conjuntamente con sindicatos de vivienda y organizaciones anticapitalistas y feministas, es la única manera de plantar cara al fascismo.

Cristina Darriba