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Editorial 5/7/23. El asesinato de Nahel Merzouk

Lucha Internacionalista, 4 de agosto de 2023




El asesinato de Nahel Merzouk, un chico de 17 años, de un disparo de la policía en un control de tráfico en Nanterre, un municipio de la periferia de París, ha sido el detonante de una revuelta que ha sacudido a toda Francia. No es un caso aislado, pero esta vez había imágenes de cómo el policía le disparaba a quemarropa dentro de su coche. Las movilizaciones expresan la rabia de la juventud de los barrios obreros y populares ante el acoso diario de la policía, el racismo institucional que mata a jóvenes negros y árabes, pero también al empobrecimiento masivo en estos mismos barrios, muy golpeados por la actual crisis económica.

Las protestas han abierto una nueva crisis para el gobierno de Emmanuel Macron: se han extendido por todo el país y en las regiones de ultramar como la Guayana y la Isla de Reunión y en algunas localidades se ha interrumpido el transporte público de noche o se ha impuesto el toque de queda. También ha habido réplicas en Bélgica o Suiza.

La violencia policial racista no es un problema nuevo en Francia. En el 2005, tres adolescentes de entre 15 y 17 años se escondieron en una subestación eléctrica huyendo de la policía en Clichy-sur-Bois: Zyed Benna y Bouna Traoré murieron electrocutados, y Muhittin Altun sufrió gravísimas quemaduras. Su muerte desató semanas de protestas en todo el país, sólo comparables a las que vemos hoy.

Lo que resurge es una fractura social y política. En los barrios obreros de las periferias, que en Francia se conocen como banlieues, hay mucho más paro, la renta es mucho más baja, el parque de vivienda es precario y hay menos servicios públicos. Los jóvenes que viven en ella sufren a diario controles policiales por perfilación facial, discriminación en el trabajo o en el acceso a la vivienda.

Nahel, un repartidor de pizzas hijo de madre soltera argelina, era francés y había crecido en Francia, pero seguía siendo visto como un «inmigrante» en su casa. Inmigrantes de segunda, tercera o cuarta generación... una condición que pasa de padres a hijos para justificar la marginación y la persecución policial.

El estado francés ha respondido con una represión sin precedentes: 45.000 policías y gendarmes en las calles, despliegue de las unidades de choque (BRI y RAID), más de tres mil detenidos (la mayoría entre los 14 y los 18 años) y sentencias de cárcel exprés.

El asesinato de Nahel responde a un patrón de racismo policial. No es casualidad que en la primera vuelta de las presidenciales francesas de 2022, el 64% de la policía y el ejército votaron por la extrema derecha: el 39% por Marine Le Pen y el 25% por Éric Zemmour, según el instituto de encuestas Cluster 17. Y los sindicatos policiales Aliance y UNSA Police emitieron un comunicado conjunto el mismo día del asesinato llamando al «combate» contra las «plagas» y las «hordas salvajes», en referencia a los jóvenes que participaban en los disturbios. Y amenazaban abiertamente al gobierno Macron, que había intentado calmar los ánimos: «mañana estaremos en resistencia y el gobierno tendrá que tomar conciencia». Marine Le Pen no ha parado de echar leña al fuego desde el primer día, exigiendo más represión y la declaración del estado de emergencia.

Todo ello supone un nuevo salto autoritario, tras la ilegalización del grupo ecologista Soulevements de la Terre, el más activo de Francia o la represión sobre las huelgas y movilizaciones contra la reforma de pensiones.

Esta juventud racializada y marginalizada no se ve tampoco representada en los espacios ni en las organizaciones sindicales o políticas de la izquierda, que ni los defienden cotidianamente en sus puestos de trabajo precarios o reivindicando mejoras en sus barrios, ni ahora tampoco los están defendiendo contra la represión. Y sólo les queda la rabia de destrozar todo lo que tienen a su alcance. Hablan con el lenguaje de las piedras y el fuego. Es la violencia que genera la violencia del capital.

Si esta juventud se queda sola ante la represión, si esta rabia no se politiza y se organiza, para encauzarla contra Macron y su deriva autoritaria, si no se construye un frente en defensa de los derechos sociales y las libertades... será la ultraderecha quien sacará rédito.

5/7/2023

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