Artículos de actualidad de la UIT-CI




Artículos de actualidad sobre Ucrania



8M en Lleida y Barcelona: OTRO AÑO LAS CALLES FUERON FEMINISTAS!



Estás aqui : Portada » Temas » Internacional

Israel masacra a Gaza, pero está perdiendo la guerra

, 27 de enero de 2024




En tres meses de ataques indiscriminados contra Gaza, Israel no está logrando ninguno de sus objetivos, más allá de la masacre: más de 23.000 muertos identificads, entre ellos 8.000 niños y niñas (la cifra no incluye a quienes no han podido ser rescatados de debajo de los escombros), barrios allanados, hospitales, escuelas e infraestructuras de agua destrozadas. Pero más allá de la destrucción, Netanyahu no está logrando ninguno de los objetivos que declaró el 7 de octubre: ni destruir a Hamás, ni liberar a los rehenes retenidos en la Franja ni garantizar la seguridad de los israelíes. Por el contrario, la legitimidad internacional de Israel está comprometida, para sus aliados resulta cada vez más caro apoyarle, el plan de normalización con Arabia Saudí y el resto de los países árabes se ha congelado, ya no puede confiar en la Autoridad Palestina ni en Hamás para controlar a los palestinos, y la figura de Netanyahu está cada vez más cuestionada internamente. Mientras llueven las bombas sobre Gaza, toda la arquitectura de seguridad que Israel ha construido en 75 años se tambalea.

En el gabinete de guerra del primer ministro Benjamin Netanyahu y sus socios de ultraderecha está también el jefe del Estado Mayor, Gadi Eisenkot, el creador de la llamada Doctrina Dahiya, que predica causar un mal desproporcionado a los enemigos de Israel. Toma el nombre del barrio del sur de Beirut que el ejército israelí arrasó en la guerra de 2006 porque era un feudo de Hizbulá. Ya avisó: “lo que ocurrió en el barrio de Dahiya pasará a todos los pueblos desde donde se dispare contra Israel. Aplicaremos una fuerza desproporcionada y causaremos grandes daños y destrucción: desde nuestro punto de vista no se trata de barrios civiles, sino de bases militares. No es una advertencia: es un plan”.

Y esto es precisamente lo que están haciendo en Gaza. Pero Netanyahu y Eisenkot saben que difícilmente así acabarán con Hamás, que hoy tiene más apoyo que nunca entre los palestinos, no por su ideología islamista, sino porque defienden al pueblo de la ocupación israelí. También el barrio de Beirut sigue siendo hoy un feudo de Hizbulá. Tampoco la estrategia de los asesinatos selectivos como el que mató al número 2 de Hamás en el mismo barrio, que Israel aplica desde los años 70, ha conseguido nada.

Netanyahu busca su supervivencia política, sus aliados quieren la reocupación de Gaza y expandir aún más las colonias en Cisjordania. No hay por ahora un plan político: ¿quién controlará a los palestinos? ¿Lo harán con la moribunda Autoridad Palestina en la que ya nadie cree? Pero esto implicaría resucitarla como pide la UE y los países árabes, con una promesa de volver a la solución de los dos estados, que siempre ha sido inviable y ahora lo es más aún con la ultraderecha en el gobierno israelí. Y mientras, la crisis política interna de Israel no deja de profundizarse.

Los dirigentes políticos y militares israelíes se mostraron tan confiados en su impunidad que se saltaron todas las líneas rojas. Se han caído todas las caretas. Los bombardeos sistemáticos contra objetivos civiles (incluidos hospitales, escuelas y centros de culto), el bloqueo de alimentos, agua y medicinas, el desplazamiento forzado de población son crímenes de guerra. Pero encima no solo no se esconden, sino que lo reivindican, con sus declaraciones públicas que han demostrado una intencionalidad genocida. Sudáfrica (que desde el fin del apartheid ha sido muy activa en la defensa de los derechos del pueblo palestino precisamente por su pasado) es el único país que ha tenido la valentía de acusarle de genocidio ante el tribunal de la ONU, y uno de los pocos que ha roto relaciones diplomáticas. El tribunal de La Haya no detendrá la guerra de Gaza, como no detuvo la de Ucrania, pero si se pronuncia contra Israel, que basa su legitimidad precisamente en otro genocidio, será un paso muy importante.

Los imperialismos de Estados Unidos y europeos han tenido que empezar a cuidar sus palabras de apoyo a Israel, empujados por la ola de movilización solidaria con Palestina en todo el mundo. Biden parece dispuesto a inmolarse electoralmente para salvar a su aliado estratégico en la región y no detiene el puente aéreo de armas y dinero para sostener la ofensiva israelí, incluso al precio de dejar caer a Ucrania si es necesario. Los regímenes árabes, callan y otorgan: sólo los rebeldes houthis están intentando bloquear a Israel con los ataques al mar Rojo. El divorcio entre gobiernos y pueblos es evidente. Los palestinos y palestinas están pagando un precio muy caro para todas nosotras. La guerra contra el pueblo palestino es contra todos los pueblos del mundo. Israel no la está ganando. Nuestro trabajo es profundizar en la movilización y la solidaridad hasta que estallen todas sus contradicciones. Está en juego el futuro de todas.

Laila Nasar

Ir a la versión en catalán