Termina el año 2023 y comienza el 2024 con continuas agresiones brutales del ejército ruso contra Ucrania. Los mayores bombardeos aéreos de la guerra han golpeado todo el país y en especial a las ciudades de cerca de la frontera como Járkov, Kherson, Pokrovsk y Rivne.

Los y las ucranianas denuncian que la ayuda militar llega en cuentagotas. Critican la debilidad de la alianza de las “democracias” en un momento, cuando, en el mundo, se fortalecen los regímenes autoritarios y sus vínculos políticos y militares, como se observa con los misiles norcoreanos utilizados por Rusia en algunos de los últimos lanzamientos. Ven con rechazo y estupefacción las reuniones del Consejo de Seguridad de la ONU y el falso enfado de los mandatarios, que afirman estar indignados y muy enfadados con las acciones rusas. El representante ruso en la ONU se permite, con cinismo, culpar de las muertes de civiles a la acción de las defensas antiaéreas, afirmando que todos los objetivos que el ejército ruso perseguía eran militares.

Zelenski apela con una mano a la unidad nacional ucraniana para continuar con la resistencia contra la invasión rusa: "Un año más de resistencia es resistir toda la guerra". Mientras, con la otra, aprieta el cinturón de las clases populares con las leyes neoliberales que se aplican desde junio del 2023. Ataca directamente los derechos laborales del 70% de los trabajadores y trabajadoras de Ucrania bajo el argumento de medidas necesarias en tiempo de guerra. ¿Hasta cuándo puede soportar la clase obrera la política de la burguesía mientras muere en el frente?

Entre los y las rusas, según algunos sondeos, crece el rechazo a la guerra, o más bien el deseo de paz. Lo que se ha dejado entrever de forma insuficiente desde el inicio de la guerra, primero con ataques esporádicos a centros de reclutamiento y también con expresiones populares de rechazo a la guerra, como las quejas de algunas madres de soldados enviados a luchar, que han supuesto una fuerte represión contra la población. Los presos políticos se cuentan por miles, desde los invisibles y sin nombre, a las figuras mediáticas como el recientemente liberado Kagarlitsky, o el principal opositor de Putin en las elecciones de marzo de 2024, Navalni. Necesitamos que las clases populares en Rusia den pasos adelante en contra de la agresión de su gobierno y régimen autoritario e imperialista.

Solidarity Collectives nos comentan su determinación de seguir con el proyecto de ayuda a combatientes antiautoritarios y otras organizaciones de izquierdas. También los camaradas sindicalistas ucranianos que están luchando en el frente explican las duras condiciones en las que viven. Más allá de enfrentar al enemigo, el frío se hace difícil de soportar, tienen dificultades para dormir y, si no vigilan, las ratas les mordisquean dedos y extremidades casi congelados y dañan equipos electrónicos. Este problema, que también deben enfrentar las tropas invasoras rusas, parece propiciado por el abandono de cosechas, principalmente de cereales, y la fuga de los depredadores por causa de la guerra y de los proyectiles.

Cuando la tensión mundial estalla, iniciando o reavivando otros conflictos como el genocidio que perpetra el Estado sionista de Israel sobre la Franja de Gaza y el pueblo palestino, las políticas del imperialismo se desnudan y se ven claramente sus intereses. Nuestra única y mejor arma es la solidaridad entre los pueblos, ya que apoyamos la resistencia del pueblo ucraniano, que sufre 2 años de ocupación rusa y la de los pueblos en lucha, como la resistencia del pueblo palestino, tras 75 años de ocupación sionista.

Isarn Pardes