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Elecciones gallegas. PP mayoría absoluta

Lucha Internacionalista, 24 de febrero de 2024




El PP arrasa con mayoría absoluta y sube en votos, mientras se consolida el BNG como alternativa y se hunde el PSG. Sumar queda detrás de Vox y Podemos por detrás del PACMA. No queda espacio en la derecha para Vox, aunque sí para un localismo conservador como es Democracia Ourensana que obtiene 1 diputado. El PP traslada la lectura a nivel estatal: Feijoo 1, Sánchez 0, y su correlación interna: se consolida un Feijoo al frente del PP y a Sánchez se le reabren las costuras internas y ya Page ha pedido una “reflexión profunda” para evitar un “ciclón electoral” contra el PSOE. Así, aunque esta vez todo apuntaba a un posible recambio en la Xunta -y de ahí la elevada participación del 67%, cuando en 2020 fue del 48,9%: porque se sabía lo que estaba en juego-, no ha sido así.

Se mantiene el PP, se consolida Feijoo

Feijoo se jugaba mucho con estas elecciones: había forzado a Rueda el adelanto electoral, con la hipótesis de que un triunfo favorecería resultados en las europeas. Pero eso fue polémico en el PP, que no veían claros los riesgos. Las encuestas, desde el principio, habían alertado del posible cambio de rumbo.

La crisis de los pellets a partir del 8 de diciembre por la caída del contenedor del Toconao de 26 toneladas de microplásticos, con la total pasividad de la Xunta, aceleró el inicio de la campaña electoral con la masiva manifestación de Santiago de Compostela del 21 de enero. Pero los pellets no son equiparables a la crisis del Prestige en 2002, en la que el chapapote puso a la izquierda en una Xunta que el PP gobernaba desde 1989, aunque fuera solo por una legislatura. Ahora, a pesar que la Xunta recuenta 201 sacos recolectados de los 1.050 extraviados, a principios de febrero ya era imposible retirar pellets pues o estaban en el mar o enterrados en la arena, así que el silencio y el encubrimiento fueron suficientes para cerrar la crisis.

Y quizás, un hecho externo vino a reforzar la campaña del PP: las movilizaciones campesinas y ganaderas que, el 7 ocupaban la Subdelegación del Gobierno en Ourense. La dirección de las centrales agrarias COAG, UPA y Asaja, pro-PP y Vox, acordó la siguiente movilización el 20 de febrero, pasadas las elecciones, a la vez que no reivindicaron absolutamente nada a la Xunta, sino todo al gobierno central. Igual que los ganaderos de Agromuralla que, rompiendo con las anteriores, se movilizaron el 10 contra el despoblamiento rural, también contra el gobierno central en A Coruña.

Todo ello, reforzando la campaña clientelar que les garantiza –con el dinero público- un amplio espectro de votantes. Y esta vez, lo remacharon con la noticia, a dos días de las votaciones de un aumento a los trabajadores de sanidad del 2023 que se percibiría a fines de mes, y de ayudas de 550 euros a más de 7.000 mariscadores, por la muerte de bivalvos a raíz de los pellets aprobadas poco antes de la campaña electoral.

La campaña electoral que Feijoo impuso en clave totalmente estatal –a diferencia de todas las anteriores, siempre centradas en Galiza-, con el desliz añadido sobre la amnistía y los contactos con Puigdemont, echaba más leña al fuego interno en el PP, y aún hacía más frágil su posición. El resultado, de 70.000 votos más, ganando no solo en el campo si no en todas las ciudades salvo Vigo, aunque se convirtieran en 2 diputados menos, además de garantizar la mayoría absoluta en la Xunta, significaba el asentamiento de Feijoo a la cabeza del PP, por lo menos de momento.

Una posibilidad que no ha sido: el BNG

El crecimiento en más de 150.000 votos del BNG, se obtienen a costa de los 50.000 que pierde el PSdeG y los 28.000 de Sumar y Podemos -respecto a 2020-, pero además arranca 70.000 votos a la abstención.

La consolidación del proyecto de Pontón ha conseguido recomponer y hacer avanzar como nunca el BNG que en 2012 se partiera por la mitad quedando con Unión do Povo Galego a su cabeza, y la salida del ala izquierda de su fundador, Beiras [1], y su Encontro Irmandiño, junto con Esquerda Nacionalista y el Partido Nacionalista Galego. Desde entonces, se fue recomponiendo hasta dar el salto, en 2020 como 2ª fuerza, desplazando al PSdeG.

Aunque pueda considerarse el partido nacionalista de izquierda, en su programa ni se mienta la clase obrera como tal, se impulsa la economía social, la renta básica y las ayudas a empresas privadas, aunque defienden la derogación de las Reformas Laborales y de pensiones. Nada contra la ley de extranjería, aunque se explayan sobre los derechos de la inmigración. Y en el terreno nacional, aparte de la reivindicación de la lengua, tampoco van más allá del autogobierno –Máis e mellor autogoberno-, reivindicando de pasada el derecho a la autodeterminación o el marco de la UE…

La ligazón del BNG con la CIG es otro de sus elementos de fuerza para entender sus resultados, con las movilizaciones del SAD, o las huelgas por el convenio del metal de Pontevedra, que le permiten ganar en Vigo. También lo hace en otros reductos de la izquierda, con dirección de la CUT, como es Cangas del Morrazo, eminentemente pescador en la ría de Vigo, probablemente porque además el BNG apareció como la opción de gobierno por la izquierda, aglutinando voto.

PSOE: tocado y hundido

El PSdeG concentró el castigo al gobierno central en forma drástica, haciendo una campaña que, en lugar de proponerse como alternativa, ya se postulaba como apoyo al BNG para tomar la Xunta. De hecho, los resultados le demuestran al PSOE que, aunque haya aplacado el problema nacional en Catalunya, y en Euskadi corra por carriles controlados con la política de frente vasco de Bildu, en Galiza vuelve a aparecer un sentimiento nacional que hace que el BNG aglutine voto sin pagar por su apoyo al gobierno estatal. El castigo se concentra en los partidos estatales: PSdeG, Sumar y Podemos.

El palo es más duro, cuando además se da en un momento de crecimiento del peso de las izquierdas, que del 43,2% que sumaban el BNG y el PSOE en 2020, han pasado al 45,5%, un poco más si se suman Sumar y Podemos. Como señalábamos al principio, la pérdida del segundo lugar en votos, del dominio en la mayoría de las ciudades, y de 5 diputados, debilita especialmente el peso de Sánchez dentro del propio partido, ya sometido a las tensiones del acuerdo con Junts y la ley de amnistía.

El desastre de Yolanda Díaz y naufragio de Podemos

Díaz había apostado con todo por conseguir un espacio en su tierra con Sumar Galiza, poniendo a su mano derecha, Marta Lois, a la cabeza. El fracaso fue total con poco menos de 28.000 votos, quedando por detrás de Vox, y muy lejos del 5% necesario para acceder a un escaño (1,9%).

Como en el caso del PSOE; el castigo por su tarea en el gobierno central ha sido decisiva. Incluso en el pueblo de Yolanda Díaz, Fene (Coruña), en que no ganó el PP, fue el BNG quien lo hizo, y en El Ferrol, donde Díaz dio sus primeros pasos en política [2] , fue el PP quien lo ganó.

Podemos sigue su descenso a los infiernos convirtiéndose en marginal: 3.854 votos, un 0,3%, como ya hemos señalado por detrás del PACMA

¿Y la perspectiva?

Obviamente, los cuatro años más que se vienen serán duros, profundizando la dolorosa situación que vive Galiza que desde el 2009, en que asumió el PP, ha perdido 51.200 puestos de trabajo en el sector industrial, marítimo y agrario, y 22.500 autónomos. Han cerrado 4.127 empresas y emigraron 374.527 personas, 141.881 de ellas con menos de 29 años. En 2022, el 23,6% de la población se encontraba en riesgo de pobreza o exclusión social (tasa AROPE), es decir, 636.000 personas, mientras crecen los trabajadores pobres que no llegan a final de mes (el 33% tienen ingresos inferiores al SMI). En diciembre 2023 más del 24% de los contratos fueron temporales y de los indefinidos más del 5,4% son fijo-discontinuos y el 18,5% a tiempo parcial. Y la desigualdad ha crecido: el peso de las rentas laborales en relación al Producto Interior Bruto (PIB) sigue cayendo, pasando del 48% en 2009 al 44% en 2022. Por el contrario, las rentas del capital siguen aumentando.

Con el PP en la Xunta, la deuda pública gallega se ha triplicado hasta los 14.239 millones de euros y, lejos de converger, Galiza se ha ido alejando de la renta per cápita de la UE, pasando de estar en 2007 al 89,4% de la media de la UE-27, cayó al 76,9% en 2022. La privatización de la sanidad a manos de las multinacionales y las listas de espera eternas completan el duro panorama cultivado por el PP.

Su dinámica no cambiará si no se la hace cambiar: la necesidad de la movilización y la organización no pueden esperar.

Cris Darriba y M. Esther del Alcázar i Fabregat

Notas

 [3] El BNG, fundado entre otros por Beiras en 1982, llegó a ser la segunda fuerza política de Galicia, por delante del PSOE, en 1997, cuando alcanzó el 25% de los sufragios. Los nacionalistas contaron con un eurodiputado e incluso gobernaron, en coalición con el PSOE, la Xunta (2005-2009).

 [4] Lejos quedan los tiempos en que, en nombre de Esquerda Unida Yolanda Díaz creaba con Beiras como Anova, Alternativa Galega de Esquerda (AGE) que en 2012, irrumpió con un 14% de votos desbancando a un BNG que parecía muerto. O cuando en 2015 consiguieron tres de las siete ciudades gallegas: Santiago, A Coruña y Ferrol. Ya con En Marea, empezaron las pugnas por el poder entre Anova, Podemos y EU que, aunque alcanzaron el sorpasso al PSdeG en votos –con igualdad de escaños- en 2016, el PP mantuvo la mayoría absoluta. Las divisiones afloraban en el Congreso: mientras Podemos apoyaba los PGE de Pedro Sánchez de 2019, En Marea los rechazaba por lesivos para Galicia. La espiral autodestructiva derivaría en la caída de las tres grandes alcaldías en 2019, la pérdida de representación en el Parlamento gallego en 2020 y el varapalo de las últimas municipales, sin representación en Vigo y A Coruña y reducida a la irrelevancia en el resto de ayuntamientos importantes.

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