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Obama, el G20, los problemas y las soluciones

Sílvia Rispau i Mercader, 4 de mayo de 2009




La gira imperial de Obama por
Europa –empalmando una tras
otra las cumbres del G20 y la
OTAN, y con la UE y Turquía- ha
dejado claro, por si a alguien le
quedaban dudas, que es infinitamente
más estético que George
W. Bush. Por eso Sarkozy, Merkel,
Lula, Berlusconi –él, hasta el
ridículo- o Zapatero –que, mendigando
una vez más, consiguió
colarse y ser el 21 del Grupo de
los 20- se peleaban por tenerlo
cerca.

Un síndrome, por lo demás,
que tampoco Chávez ni
ningún otro socialista del siglo
XXI quiso evitar días después en
las américas. Obama, incluso ha
podido -Bush desde hacía años
no podía aspirar más que a fotos
tan tristes como la de las Azoresdarse
un baño de multitudes en
Praga o jugar al «Tengo una
pregunta para usted» en un
polideportivo de Estrasburgo. Lo
que no queda tan claro,
no obstante, es si algo
sustancial, más allá de la
cosmética, ha cambiado
en el Imperio yanqui con
Obama.

El G20 de Londres debía servir
para apacig
u a r n o s ,
escenificando
que los antag
o n i s m o s
e n t r e
imperialismos
pasaban a
un segundo
plano para
«refundar el
orden mundial
» y sacar
al capitalismo
del pozo
de la crisis.

Cuando la
prensa preguntó antes de la cumbre a
Gordon Brown qué esperaba de
la cumbre para poder considerarla
un éxito, respondió sin
complejos que «que ustedes
digan que ha sido un éxito».

Zapatero –el visionario- pedía
un nuevo Bretton Woods. Y tal
vez le hicieran caso, porque el
acuerdo principal del G20 no
fue otro que multiplicar por cuatro
el presupuesto del FMI dando
1,1 billones de dólares al
amigo socialistoide de Sarkozy
- Strauss Khan- para que siguiera
estrangulando economías a
base de créditos y de «planes de ajuste». Es decir: poner aún
más zorros a cuidar de las gallinas.
Y si no, que le pregunten a
los y las trabajadoras de Hungría,
Letonia, Islandia... sus últimas
víctimas.

Ciertamente Obama -como Zapatero
respecto a Aznar, por
ejemplo- es mucho más estético.
Y, con estética y
escenificación, pretenden que
nos quedemos en casa mientras
el capitalismo está en bancarrota
y no paran de tirar a un saco
sin fondo lo que nosotros/as –y
nosotros/as significa los y las trabajadoras-
producimos, para intentar
continuar garantizando
mientras puedan beneficios para
las patronales y el capital financiero.

Mientras nos ponen un
paro que sube desorbitadamente
en la sien como si fuera una pistola
para que renunciemos a las
condiciones de vida y de trabajo
que tantos esfuerzos han costado
–desde el chantaje a los y las
trabajadoras de Seat por el Q3 al
chantaje del Plan Retorno a los y
las trabajadoras inmigradas, los
ejemplos del abanico son
numerosísimos.

Pero de Londres a Estambul,
pasando por Estrasburgo y Praga,
una multitud de trabajadores/
as y jóvenes de movimientos diversos
recorrió las calles de Europa de oeste a este asediando
las cumbres para estropearles el
plan. Ojala sirvan para acelerar la
escalada de movilización –que ya
existe, y en Francia y en sus colonias
más que en ninguna otra
parte-, de organización y de confluencia.
Ya nadie duda de la profundidad
de la crisis del capitalismo.

Pocos/as creen que
Obama y compañía vayan a arreglarlo.
Pero si consiguen ponerle
parches una vez más, va a ser,
como siempre, a nuestra costa.
Va siendo urgente ya que construyamos
la alternativa, que, para
nosotros/as, es socialista.
Parafraseando la canción, sus
problemas son nuestras soluciones.

Y viceversa.

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