La oficina de EEUU que certifica la entrada
del país en una recesión económica, tiene
por costumbre negar la recesión hasta
bien entrada ésta y anunciar anticipadamente
la salida. Con este expediente, entre
otras cosas, desinforma a la clase obrera.
Para los medios de comunicación, empresarios
y gobiernos, ha ocurrido un grave
accidente, provocado por la ambición de
unos pocos – algunos de ellos delincuentes
estafadores-, y una vez atendida la
emergencia, poco a poco y con más
control que antes (dicen), la economía se
volverá a poner en marcha. Los marxistas
llevamos décadas llamando la atención
sobre la crisis estructural capitalista. Para
nosotros, cada crisis episódica es un paso
en una crisis general que tiene recuperaciones
cada vez más leves y recaídas más
a menudo. Pero no es un proceso mecánico,
y de hecho, la burguesía puede tener
una nueva época de aumento de su tasa
de beneficios gracias a la destrucción de
fuerzas productivas, el aumento de la tasa
de explotación de la clase obrera, el aumento
de la tasa de explotación de los
recursos naturales, nuevas tecnologías o
descubrimientos científicos o cambios
organizativos en la producción y el consumo.
En este momento estaríamos en una
crisis de sobreproducción de dinero y de
algunas mercancías que las mayorías no
pueden adquirir por la pobreza y bajo nivel
adquisitivo, acompañada de
subproducción de recursos energéticos y
de productos y servicios necesarios para la
población.

recuperado
lo perdido en un año, el paro
no cesa de aumentar, y estamos
ya en unas cifras equivalentes a las
mayores crisis económicas del estado
español, si excluimos la postguerra
y la del 29. Ciertamente, de
momento, el colapso económico
mundial se abortó por el expediente
de crear dinero y traspasar deuda
privada a pública, por un valor
mundial de 11 millones de millones
de dólares (que entre 7.000 millones
de habitantes tocan a 1.500
dólares por habitante).

En televisión nos repetían ministros
y expertos que la crisis era imposible.
Después que se trataba de
un problema de liquidez. Más tarde
que por culpa de algunos trabajadores
de color que no pagaban sus
hipotecas, se estaba hundiendo el
sistema financiero norteamericano.
Cuando cayó la General Motors admitieron
ya que era una crisis de
solvencia de algunas empresas. En
todo caso, se trataba de un «pánico
» irracional, y había que inyectar
«confianza». La inyección fue de 11
millones de millones de dólares en
el mundo. Parte del capítulo español
está formado por 150.000 millones
de euros en ayudas a la banca y
100.000 millones en avales. Las dos
cifras suman el equivalente a dos Plan
Marshall con el total actualizado. Repartiendo
entre 46 millones de habitantes,
toca a 5.400 euros por habitante,
sólo para la banca.

Las reacciones de los bancos y
especuladores que no habían quebrado
han sido folclóricas. Se han
hecho famosas las fiestas de los directivos
con el dinero de las ayudas,
los dividendos para el accionista
provenientes directamente de
las ayudas, la especulación directamente
con el dinero de las ayudas.
Los bancos europeos toman
prestado del banco central europeo
al 1% y compran letras del tesoro
de su país a un interés superior y
hacen beneficios con la diferencia.
Mientras, el crédito para la economía
productiva o las necesidades,
ha desaparecido, acelerando los
impagados, los cierres y el paro.
Este dinero está en las bolsas, de
hecho se puede hablar de una «burbuja
» de las ayudas y rescates.

Como toda burbuja, no se puede
mantener en el tiempo. De hecho,
en EEUU, mientras los estados están
reduciendo gastos sociales y
con la amenaza de la suspensión
de pagos, se habla ya de una segunda
tanda de «ayudas». El fantasma
de la quiebra de las administraciones,
hasta ahora sólo propia
de países africanos, latinoamericanos
o asiáticos, empieza a asomar
en los países del norte. Islandia
ha sido el primero, y California e
Irlanda están cerca.

EEUU se halla quebrado, con una
deuda impagable, con el privilegio
de que su moneda exporta inflación
a todo el mundo, y con sus bonos
financia su ejército y con su ejército
apoya su moneda y los bonos.
Pero no se trata simplemente de
una crisis de sobreproducción. Hay
sobreproducción de moneda, de la
del imperio y de quien puede, sobreproducción
respecto al poder adquisitivo
menguante. Pero empieza
a haber subproducción energética,
que forma parte de la crisis ecológica
que amenaza la recuperación entendida
como crecimiento.

En el estado español están acabando
los plazos de los EREs temporales,
acaba el primer plan E, los
nuevos EREs de NISSAN y OPEL
señalan una segunda ola, los bancos
de alimentos para indigentes se
hallan vacíos, empiezan recortes en
servicios sociales como la disponibilidad
de mediadores sociales en
Barcelona, se acaban las prestaciones
y los subsidios de paro, a lo que
el gobierno reacciona con una insuficiente
ayuda de 420 euros no para
todos, la patronal amaga con el abaratamiento
del despido y los ayuntamientos
empiezan a tener dificultades
económicas por el bajón de
la recaudación, y algunos de ellos
han empezado a su vez a despedir.

Los brotes verdes son un guión
para no luchar contra los despidos,
los desahucios, los rescates
a los ricos, la pobreza y la guerra.
Los únicos brotes verdes en los
que podemos confiar están en la
progresiva organización y movilización
de la clase obrera.

Para ampliar:

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