Artículos de actualidad de la UIT-CI




Artículos de actualidad sobre Ucrania



8M en Lleida y Barcelona: OTRO AÑO LAS CALLES FUERON FEMINISTAS!



Estás aqui : Portada » Temas » Internacional

Elecciones del 28 de septiembre en Portugal

La "Izquierda": ¿revolucionarios o bomberos?

, 2 de noviembre de 2009




Las elecciones son siempre un
espejo distorsionado de la
realidad. El año pasado 120.000
profesores paralizaron las
escuelas y meses antes algunos
miles de camioneros
hicieron temblar el Gobierno.

Pero en votos, los trabajadores
tienen siempre una expresión
inferior a su fuerza social.
Y la burguesía siempre resulta
beneficiada en la partida
electoral. Todos los análisis
que se hagan de las elecciones
tienen que partir de esta
premisa, es decir, las elecciones
no reflejan la relación entre
las clases de un país. Reflejan
una tendencia que nos debe
dar qué pensar.

El primer dato es que una vez
más la abstención subió, situándose
en el 40%, es decir, para el 40%
de las personas los Partidos que
existen no representan una alternativa.
Ningún partido, a la izquierda o
a la derecha, consiguió invertir esta
tendencia.

El segundo, y el más importante
de todos, es que el Partido Socialista
(neoliberal) ganó las elecciones
después de haber dirigido el Gobierno
que más ataques hizo contra los
trabajadores desde la revolución de
Abril (aumento de edad de la jubilación,
generalización de la precariedad,
cifras reales de paro del 10%,
privatización de las universidades y
hospitales). El PS está yendo a buscar
votos al PSD (conservadores,
liberales). Pero también consiguió
retener una parte de los votos social-
demócratas tradicionales a través
de una política que consistió en
lo siguiente. El PS sugirió a un cuadro
suyo, Manuel Alegre, defender
la misma política del Bloco de
Esquerda (BE) (servicios públicos,
etc.) y exigir un frente de izquierda
(de tipo frente popular) para generar
en los electores la ilusión de que
hay un PS neoliberal pero que este
PS tiene un ala izquierda,
regulacionista. Esta política
esquizofrénica del PS fue alimentada
también por el BE, borracho por
los resultados electorales y exclusivamente
enfocado a ellos. El BE
en los últimos dos años promovió
públicamente, incluso en sus iniciativas
públicas, la figura de Manuel
Alegre, y Manuel Alegre al fin acabó
por quedarse donde siempre
estuvo, en el PS, manteniendo así
una parte del electorado de izquierda
en el PS, pero también la confianza
en un Gobierno liberal
transvestido de izquierda.

Pero no se puede reducir el análisis
de las elecciones a un problema
de opciones electorales externas
a la lucha de clases. La victoria
del PS se debe, ante todo, a la
derrota de las luchas sociales que
se vivieron en el país en 2008 y
2009. Lo que responsabiliza en primer
lugar al PCP – que dirige los
sindicatos y que apuesta por las
negociaciones sin lucha, como hizo
destruyendo el movimiento de profesores
a cambio de un acuerdo
con el Gobierno – y secundariamente
el BE, que en los pocos lugares
de trabajo donde tiene influencia,
como en Auto Europa (Opel en
Portugal), por ejemplo, mantiene
exactamente la misma política de
negociación. El líder de la comisión
de trabajadores de Auto Europa, la
mayor fábrica/montadora de Portugal,
António Chora, del BE, defendió
y participó de facto en un proceso
de co-gestión con la administración
de la empresa, proceso que
fue rechazado por los trabajadores
en una votación de base. António
Chora acabó incluso en una cena
de homenaje al ministro de economía
del Gobierno, afirmando públicamente
que «necesitamos otro
ministro como este» (Diário de Noticias).

Es en las luchas concretas donde
los trabajadores ganan conciencia
de clase y no en eslóganes electorales
como «sí, podemos» (PCP), o
«izquierda de confianza» (BE). En
Portugal los trabajadores pierden,
pierden todos los días como nunca
perdieron, no como resultado de
procesos de lucha que fallaron sino
en función de una negociación que
no tiene detrás ninguna lucha. Esta
desmoralización, que tiene como
destino el subsidio de paro/renta
mínima, es también la causa directa
del crecimiento del CDS (derecha),
pero sobre todo de la efectiva
creación de un tipo de conciencia
en los trabajadores de que «no vale
la pena luchar».

No existe entre la izquierda un programa
de ruptura con el capitalismo
que haga que los trabajadores
ganen conciencia y pierdan ilusión
en las reformas. Ni el BE ni el PCP
hicieron de la reducción del horario
de trabajo con mantenimiento de
salario su política en estas elecciones.
El llamamiento al subsidio de
paro que fue la política del BE y del
PCP para los despidos, y que es un
llamamiento correctísimo, no puede
hacerse sin tener como política
central la prohibición de los despidos,
la reducción del horario a 35
horas sin rebaja salarial.

Otro tema que la izquierda abordó
de forma tímida fue la transferencia
al Estado de los costes de la
crisis. Nunca fue consigna de la izquierda
en estos dos años el «Ni un
solo céntimo para los bancos». En
verdad, el programa de la izquierda
no fue un programa para ver una
oportunidad en la crisis para exigir
medidas anti capitalistas sino para
intentar regular la crisis. En vez de prohibir los despidos, se propuso
generalizar el subsidio de
paro; en vez de prohibir las ayudas
a los bancos, se propusieron
contrapartidas.

El Bloque de Izquierda tuvo
en las elecciones nacionales
una extraordinaria subida hasta
el doble de diputados, de 8 pasó
a 16, en gran medida porque
fue a buscar votos al sector social-
demócrata tradicional, descontento
con el PS. Apostó además
todo en esa política con el
amparo dado a Alegre y un programa
que no asustase a la clase
media. Pero esa apuesta,
que en primer lugar es electoral
y en segundo no se ancla en
ninguna dirección de luchas
concretas, no impidió la victoria
del PS. El PCP mantuvo su
electorado, con 15 diputados.

Los próximos 2 años van a ser
decisivos. Comprobaremos si el
capital consiguió recuperar la
tasa de acumulación o se dio
un doble buceo (como en 1981-
84 en que la caída de la producción
volvió a darse cuando
estaba recuperándose, haciendo
un ciclo de casi 4 años de
crisis); comprobaremos si la burguesía
escapó a la depresión.

Y cualquiera de estas dos buenas
noticias para el capital traerá
para los trabajadores una consecuencia,
el paro, acompañado
de la privatización de los servicios
públicos y la disminución
de las prestaciones sociales. El
«fin de la crisis» sólo se consigue
con un ataque generalizado
al trabajo. La izquierda en
Portugal se quedó con 31 diputados
en un país donde el 20%
de la población vive bajo el umbral
de la pobreza y en el que el
paro efectivo es superior al 10%
(excluyendo inmigrantes ilegales,
etc.). La cuestión política que los
próximos dos años marcará la
situación es ésta: ¿la crisis va a
servir para entrar en las luchas
y ganarlas, dar conciencia a los
trabajadores, construir organizaciones
revolucionarias, o vamos
a ser los bomberos, los soldados
de la paz social, del capitalismo
portugués?

Raquel Varela

Historiadora,
directora de la revista Rubra

Ir a la versión en catalán