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Haiti

Destrucción y ocupación

Lucha Internacionalista, 20 de enero de 2010




Un terrible terremoto ha asolado el país con el
índice de pobreza más alto de América Latina. A
más pobreza más destrucción, y esa situación de
pobreza no es el resultado de un mal inevitable, sino
de dos siglos de expolio imperialista y cincuenta años
de sangrientas dictaduras controladas por los Estados
Unidos, combinado con periódicas ocupaciones
militares del país por el Pentágono.
Desde el 2004 la ONU mantiene la ocupación del
país a través de la «Misión de Estabilización de las
Naciones Unidas en Haití» (MINUSTAH, por sus siglas
en inglés), sosteniendo al gobierno de René
Préval, impuesto por el imperialismo. La misión contaba
con soldados enviados por los gobiernos que
se reclaman «nacionalistas» y «progresistas» de Brasil,
Argentina, Bolivia, Uruguay, Paraguay y Ecuador,
así como con asesores militares
y policiales de varios países,
entre ellos el Estado español.
En estos pasados meses han
sido numerosas las movilizaciones
populares contra la extrema pobreza,
por la dimisión de Préval y
contra la presencia de los cascos
azules, que acabaron con
muertos tras una brutal represión.
Las operaciones de la Minustah
en los barrios pobres provocaron
matanzas.

Es en este marco en el que
hay que situar la reacción de los
estados al terremoto. El ejército norteamericano
tomó primero el aeropuerto para asegurar el despliegue
de más de 10.000 militares con los que iniciar
la ocupación de todo el territorio. Médicos sin Fronteras
denunciaba la imposibilidad de aterrizar en el aeropuerto
de la capital un avión con material hospitalario
de urgencia. La prioridad del despliegue norteamericano
eran las tropas, mientras la población haitiana
precisaba con urgencia alimentos, agua y ayuda médica.

El Gobierno francés denunció la unilateralidad de
la intervención americana y reclamó un acuerdo para
garantizar la utilización. La ONU ha pedido más efectivos
militares a los estados que integran la misión. La
UE también se une al despliegue de tropas en Haití
con varios cientos. El Gobierno de Préval, repudiado
por la población, delega en los marines norteamericanos
el orden y les da carta blanca para su despliegue.
Coincidiendo con la llegada de las tropas a la capital
–la zona más devastada- que, supuestamente,
van a asegurar la llegada de la ayuda, comienza
un enorme éxodo a las poblaciones del interior. La
desconfianza hacia las operaciones de los militares
extranjeros está plenamente justificada por la historia
y la ocupación de la ONU, como lo está la desconfianza
hacia un Gobierno títere. Las vías de solución
en Haití, y las tareas de salvamento y reconstrucción,
no pueden estar en manos de los
militares y el imperialismo. Hay que exigir que la ayuda
se entregue a las propias organizaciones haitianas
y que se retiren las tropas de ocupación.

También ver el suplemento: http://luchainternacionalista.org/spip.php?article740

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