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Declaración del CEI-Revista Rubra (Portugal)

La resistencia obrera a la crisis del capitalismo está a prueba en Grecia

CEI, 18 de marzo de 2010




En menos de dos meses, con tres huelgas generales contra las durísimas medidas de austeridad aprobadas por el gobierno socialista, Grecia se ha convertido en el escenario más claro de Europa en que la clase trabajadora, junto a la juventud, trata de responder a la ofensiva de las burguesías griega y europea, que pretenden descargar sobre los trabajadores y los jóvenes los efectos de la grave crisis que ellos mismos generaron. Primero saquearon el país llevándolo al borde del abismo económico, y ahora imponen severas soluciones que arrastrarán a las clases populares al empobrecimiento, el paro y la pérdida de derechos económicos y sociales en mayor medida que hasta la fecha.

Grecia es hoy el eslabón más débil del imperialismo europeo. Su déficit público es del 12,7% del PIB (producto interior bruto), cuatro veces superior al que consienten las normas europeas. Su deuda –300.000 millones de euros- supera el PIB (112%) y se espera que alcance el 130% en 2013. En 2009 sufrió un decrecimiento del 1,6% en su PIB y la producción industrial cayó un 24,5%. El desempleo subió el último año del 7,8% al 10,6% de la población activa; según el ministro de trabajo, este nivel pronto puede alcanzar el 20%, produciendo un millón de parados en un país de 11 millones de habitantes. Y cuando con todos estos datos terroríficos el país llegó al punto de no poder pagar ni los intereses de su deuda, la Unión Europea, con Alemania y Francia a la cabeza, se echó encima del Gobierno griego imponiéndole férreas condiciones para “salvarla” de la quiebra, pues Grecia tiene casi el 80% de su deuda con los bancos privados británicos, alemanes y franceses.

Ahora, el recién elegido Gobierno del PASOK, del primer ministro socialista Georgios Papandreu, resuelve reducir los salarios el 5% en el sector público (la reducción será del 12% en los “bonificaciones”, que son pagas extras para compensar los salarios bajos), retrasar la edad de jubilación del promedio actual de 63 años a 67 en el 2015, rebajar las pensiones, incrementar el IVA del 19% al 21%, imponer nuevos impuestos directos sobre las materias de consumo masivo (tabaco, alcohol, gasolina, etc.). Con estas medidas, el Gobierno prevé un ahorro de 4.800 millones de euros para poder bajar el déficit al 8,7% del PIB este año, y seguir pagando la deuda. Sin embargo, esa previsión parece altamente improbable, pues, por poner un ejemplo, la multa impuesta a la compañía de bolsa griega Acrópolis, por robar en 2007 los fondos de pensiones, asciende a 5.500 millones de euros. Y teniendo en cuenta la opinión de los economistas que prevén un nuevo 5% de caída del PIB griego en 2010, ya se puede deducir que el asalto del Gobierno y la UE al pueblo griego es sólo el principio.

Bases de la crisis

Todo el mundo se escandalizó cuando se supo que el antiguo gobierno conservador del partido Nueva Democracia de Konstantinos Karamanlis manipuló los datos oficiales sobre la deuda y la economía griegas. Sin embargo, el primero que falsificó los números fue el gobierno PASOK a finales de 1990; el primer ministro socialista de entonces, Costas Simitis, manipuló las estadísticas para encajarlas al “euro-criterio”. No obstante, los poderosos de la UE hicieron la vista gorda a ese fraude para absorber a Grecia en el frente imperialista europeo, privatizando toda la economía y abriendo los mercados griegos a las exportaciones alemanes y francesas.

La agricultura se vio devastada (retrocedió del 13,5% del PIB en 1984 al 3,4% en 2009) y la industria empezó a desaparecer (del 30,3% en 1984 al 20,8% en 2009), mientras que los servicios, sobre todo en el sector turístico, se incrementaron del 56% del PIB en 2004 al 75,8% en 2009. Así, los sectores productivos de la economía griega disminuyeron y el país se convirtió en la “playa” del turismo mundial. Las multinacionales, especialmente alemanas y francesas, invadieron la economía controlando sectores clave como las redes telefónica y energética, y los transportes.

En ese proceso, los fondos europeos que fluyeron a Grecia acababan en las cajas fuertes de la burguesía griega como créditos baratos, lo que a su vez convirtió la economía en un paraíso de especulación y saqueo. Los bancos recibían créditos del Estado con interés cero y luego compraban los bonos estatales que ofrecían hasta el 6% de interés. Con esas “ganancias” fáciles también invertían en el sector financiero de Turquía y los países de la Europa del Este. Cuando países como Lituania y Ucrania fueron arrastrados por la crisis, los beneficios de los bancos griegos cayeron drásticamente. En 2009 el Gobierno de Karamanlis ayudó a los bancos con unos 28 mil millones de euros, convirtiendo la deuda de los bancos privados en deuda estatal. Con esta garantía del Gobierno griego los bancos recibieron préstamos del Banco Central Europeo con un 1% de interés para luego prestar este dinero al Estado con el 4% de interés. El saqueo era tan escandaloso que incluso el director del BCE, Jean-Claude Trichet, declaró que iban a cortar los créditos a los bancos griegos.

Eslabón débil del imperialismo europeo

Pero los bancos griegos no fueron los únicos que saquearon y endeudaron la economía griega. Apenas un 30% de los títulos emitidos por el Estado griego están en manos griegas; el grueso de la deuda pasa por los bancos alemanes y franceses. Precisamente por eso, cuando el gobierno de Papandreu formalizó la incapacidad de su país para pagar la deuda, Merkel y Sarkozy movilizaron toda una batería de reuniones con él para hacerle poner en marcha las medidas de austeridad contra los trabajadores griegos. De momento, la UE no le ofrece a Grecia ayuda directa, sino “solidaridad política” para el gobierno socialista griego en su tarea de aplastar el movimiento obrero con el objetivo de salvar a los bancos europeos. "La crisis de Grecia no es un problema sólo de Grecia”, dice Klaus Baader, segundo economista para Europa de la Société Générale en Londres, “sino un problema concreto para todo el sector bancario de Europa. Eso explica el interés de los ministros de Finanzas de toda la Unión".

Por otra parte, también los especuladores del otro lado del Atlántico están operando sobre la economía griega. Los fondos de inversión como Soros Fund Management, SAC Capital Advisers o notorios bancos como Goldman Sachs, están especulando masivamente sobre el euro y las finanzas griegas desde finales del año pasado. Con los enormes fondos que tienen en sus manos, y a través de operaciones conjuntas, estos especuladores bajaron el valor del euro ante el dólar para embolsarse millones y también para hacer subir el interés que el gobierno griego debe pagar por el endeudamiento.

La crisis que está devastando Grecia es tan profunda que ha hecho aflorar tensiones incluso entre la burguesía griega y los poderes europeos. Los bancos griegos quieren que la UE ayude a su Gobierno para que éste transfiera el dinero a los bancos para poder seguir como antes; sin embargo, sobre todo Merkel y Sarkozy piden del Gobierno del PASOK la aplicación de recortes brutales contra el pueblo para pagar la deuda. La disputa ha llegado a tal punto que uno de los representantes de la compañía multinacional Marfin International Group –dueño de Olympic Airlines, varios bancos, hospitales privados, etc.- planteó la alternativa de la salida de Grecia del euro por un tiempo.

Por otro lado, hay otros sectores burgueses que plantean la posibilidad de solicitar ayuda al FMI. Evidentemente, el FMI impondría condiciones severas de vigilancia para prestar dinero, y eso favorece a los intereses de los bancos deudores. Sin embargo, la entrada del FMI en la zona euro apuntaría hacia la debilidad de la moneda europea y del Banco Central Europeo (BCE), por eso ahora los líderes de la UE proyectan la creación de un Fondo Monetario Europeo con los mismos poderes de control sobre los estados miembros. Mientras tanto, la Comisión Europea y el BCE enviaron equipos de técnicos para inspeccionar el estado de las cuentas públicas griegas e informarse de la situación real de la contabilidad del país. El Imperio Euro trata a Grecia como si fuera “el hombre débil de Europa” del siglo XXI.

La lucha continúa

Cuando el Gobierno de Papandreu lanzó a principios del febrero sus primeros planes de reducir un 10% el gasto público con un duro ajuste de la Administración, los trabajadores le contestaron inmediatamente. El 10 de febrero la Federación de Funcionarios (ADEDY, el sindicato de funcionarios con 375.000 afiliados, afín al PASOK) llamo a los trabajadores públicos a una huelga general que paralizó buena parte de los servicios públicos, con un seguimiento masivo del 85%. También los trabajadores de la aviación civil y los controladores aéreos se sumaron a la huelga. Las actividades habituales de las grandes ciudades quedaron paralizadas y hubo manifestaciones en las calles contra los planes del Gobierno. El día siguiente los taxistas convocaban una huelga sectorial.

Dos semanas más tarde, el 24 de febrero, la clase trabajadora realizó la segunda huelga general convocada por ADEDY, GSEE (la Confederación General de Trabajadores Griegos, el sindicato mayoritario en el sector privado, con un millón de afiliados y de tendencia socialista) y PAME (la fracción del partido comunista KKE dentro del GSEE) con un 80% de seguimiento. En los astilleros y las refinerías la participación fue del 100%. Los bancos, colegios, institutos y universidades, las oficinas de la Administración, las empresas de correos, de electricidad y ferrocarriles se paralizaron totalmente. Se cancelaron también los ferrys entre las islas y los vuelos nacionales e internacionales, mientras el comercio bajó sus persianas. Los sindicatos organizaron marchas y manifestaciones en las calles de las grandes ciudades (en Atenas unos 50.000 manifestantes en dos concentraciones) con lemas como “La crisis, que la paguen los ricos” y “El pueblo es más importante que los mercados”. El secretario general del GSEE, Gianis Panagopulos, definió el objetivo de la huelga como la cancelación de las medidas de austeridad aprobadas por el Gobierno.

El 5 del marzo, cuando el Parlamento griego aprobó el duro plan del Gobierno (subida de impuestos, recorte de gastos públicos, congelación de las pensiones y bajada de los sueldos de los funcionarios) y mientras Papandreu visitaba Alemania para entrevistarse con Merkel, los trabajadores salieron a una nueva jornada de huelga que paralizó el tráfico aéreo y el transporte en las ciudades. También quedaron cerradas las escuelas y las oficinas de Administración. Los empleados de los ferrocarriles, los maestros e incluso los policías se unieron a las manifestaciones convocadas en el sector público. Los manifestantes quemaron banderas europeas ante la sede de la UE y varios jóvenes apedrearon bancos.

Y el 11 del marzo, los sindicatos de los sectores público y privado se unieron otra vez para convocar una nueva huelga general en todo el país para enfrentar la crisis y las medidas del Gobierno. Secundada por un 90% de los trabajadores, la huelga paralizó los aeropuertos, los colegios y universidades, los hospitales, el transporte, las oficinas de la Administración; los empleados de banca, los bomberos y los periodistas también se sumaron a la huelga. Miles de personas acudieron a la manifestación de la mañana convocada por el PAME con lemas como “La guerra a los capitalistas es la respuesta de los obreros”, “Que los plutócratas paguen la crisis”, y “Abajo las medidas antipopulares”. En la siguiente y mucho más masiva marcha (más de 20.000), convocada por GSEE y ADEDY, hubo enfrentamientos entre los manifestantes y la policía, que lanzó gas lacrimógeno a los jóvenes que apedreaban los bancos. Las revueltas siguieron ante el Parlamento con varios heridos y detenciones.

Surgen voces de los trabajadores y trabajadoras, y de las clases medias que se ven arruinadas, que empiezan a enfrentar directamente la UE como instrumento imperialista contra el pueblo griego. El rechazo a la UE es progresivo, aunque el Gobierno griego y la oposición derechista están utilizando un lenguaje nacionalista, criticando a la UE por no ayudar directamente a Grecia para que salga de la crisis. Pero lo hacen para desviar la rabia del pueblo de las medidas capitalistas que ellos mismos están aplicando; y también para presionar a la UE para que ésta sea más “generosa” y menos exigente con la burguesía griega. El vice primer ministro, Teodoros Pangalos, en una entrevista con BBC, llegó a decir que “Alemania no tiene derecho a criticar a Atenas, porque es ella misma la que hizo naufragar la economía griega y mató a cientos de miles durante la ocupación Nazi”. Estos discursos pueden fortalecer las corrientes fascistas y xenófobas y desviar los sentimientos antiimperialistas de las masas. La izquierda tiene el deber de responder a la demagogia burguesa planteando objetivos y consignas concretas que clarifiquen la salida obrera de la crisis: Acabar con la Unión Europea, la Europa de la capital, luchar por una Europa de los trabajadores y los pueblos.

Todos/as con los trabajadores/as griegos

La clase trabajadora y la juventud griegas están respondiendo ejemplarmente, con los métodos de clase, a la crisis que les está devastando y a las medidas totalmente procapitalistas del Gobierno y de la UE. En este sentido, Grecia se ha convertido en un escenario europeo de prueba entre la resistencia popular contra la ofensiva de los gobiernos que quieren hacer pagar la crisis a los trabajadores, y la determinación imperialista de castigar a las clases populares para salvar a los bancos y las multinacionales.

Hay un interés extremo por aislar la respuesta de la clase obrera griega del resto de la clase obrera europea. La forma de proceder de la burguesía no es distinta de la que usan en la lucha de cada empresa, aislando cada foco de resistencia para que no contagie a los demás. Ellos saben que en nuestra unidad está la fuerza. Patronal, Gobierno y Comisión Europea sí están unidos en un plan antiobrero, pero a los trabajadores nos faltan los mecanismos para poder presentar un frente internacionalista de clase. En cada estado, el Gobierno se esfuerza por explicar que su situación es distinta a la griega, y que por tanto lo que ocurre en el país helénico no tiene que ver con la realidad de la clase obrera de cada uno de los otros países. Las direcciones sindicales europeas y de cada estado ayudan en el mismo sentido. Pero la realidad es la contraria, si los planes de ajuste avanzan en Grecia, con más fuerza van a caer sobre los demás trabajadores europeos –sean o no de la Unión Europea-, por ello, desde el Comité de Enlace Internacional (CEI), damos todo nuestro apoyo a la lucha de los trabajadores y la juventud griegos en sus justas reivindicaciones y hacemos un llamamiento a la necesaria unidad de la lucha de clases en toda Europa:

- No al pago de la deuda a los banqueros y especuladores internacionales.

-  Defensa de los salarios, las pensiones y los servicios públicos.

-  Nacionalización de la banca.

-  Nacionalización bajo control obrero de todas las empresas privatizadas y los sectores claves de la economía griega.

-  Por un Gobierno de los trabajadores y popular.

-  Solidaridad y coordinación entre todas las luchas en Europa.

CEI – Revista Rubra (Portugal)

18.03.2010

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