Artículos de actualidad de la UIT-CI




Artículos de actualidad sobre Ucrania



NI OPRESIÓN PATRIARCAL NI COLONIAL: ¡TODAS CON PALESTINA! ¡POR UN MOVIMIENTO FEMINISTA ANTI-IMPERIALISTA E INTERNACIONALISTA!



Estás aqui : Portada » Temas » Teoría / Historia

Respuesta a la crítica del compañero Jonas

Debate sobre decrecimiento o revolución

Josep Lluis del Alcazar, 30 de mayo de 2010




Hemos leído con atención la
polémica que hace el c. J.
sobre nuestro suplemento
«Decrecimiento o revolución»
en http://
www.decrecimiento.info/2010/
05/necesidad-decrecimientoeconomico.
html.

Y queremos hacer las siguientes
consideraciones.

1.- Eliminando falsas
discusiones: ecología y
decrecimiento.

El texto hace una permanente
identificación entre ecología y decrecimiento
como si fueran dos caras
de la misma moneda y de ahí
se infiere que si LI critica el decrecimiento
desprecia la ecología. Primero
hay que eliminar falsas discusiones.
Ecología es la ciencia que estudia
los ecosistemas. La preocupación
por la ecología será pues la preocupación
por las actividades humanas
que introducen fuertes
desequilibrios en ellos. El decrecimiento
es una corriente de pensamiento
político, económico y social
que plantea la necesidad de reducir
el crecimiento para evitar esos
desequilibrios. Así pues entre la ciencia
y la corriente política que da una
respuesta hay una diferencia sustancial.
El decrecentismo no tiene
el monopolio de la lucha por la defensa
de los recursos naturales.
Compañeros/as que se consideran
ecologistas no se consideran
decrecentistas. Hay soluciones
«ecologistas» desde la derecha,
como algunos grupos verdes; desde
supuestos ecosocialistas, gestores
del capitalismo y la
privatización; desde algunos premios
Nobel como Al Gore, fabricados
por el propio imperialismo
que más consume y
despilfarra…y también desde la
izquierda revolucionaria.

Escribe Jonas:
«La preocupación ecológica
estaba generalmente considerada
como un prejuicio
pequeñoburgués y una desviación
de la lucha de clases.
Poco a poco las cosas
están cambiando, gracias
sobre todo al surgimiento
de las
movilizaciones internacionales
del movimiento
a l t e r m u n d i s t a /
antisistema, que nos
ayudan y obligan a matizar
la realidad antes
aprendida si no queremos
aumentar
nuestro aislamiento.

Pero este cambio no
llega a asimilarse
con el mismo ritmo
en todas las organizaciones
anticapitalistas»
En los 103 números anteriores de
Lucha Internacionalista encontrará
numerosos temas ecológicos: así los
transgénicos, la privatización de la
materia viva, el problema del agua,
del biodiesel, el cambio climático, la
lucha contra la MAT, o los combustibles
fósiles… y, este pasado mes de
enero, se sacó un suplemento sobre
el problema de la pesca del atún
y la esquilmación de las aguas del
Índico a propósito de los «piratas».
Es decir, quien quiera enmarcar esta
discusión entre quienes sí se preocupan
por la destrucción del planeta
y los que no, va a perder el
tiempo. Nuestra posición ha sido
clara en todos estos años: el capitalismo
es una máquina de destrucción
no sólo de la Humanidad sino
también de la naturaleza, como ninguna
otra en la historia.

2.- Decrecimiento y revolución
socialista.

Nuestra crítica a los
decrecentistas, si se puede utilizar
este término para un movimiento
que es heterogéneo, no pasa por
que nosotros no consideremos que
hay que luchar en todos los casos
por la defensa de los recursos naturales,
sino por nuestro planteamiento
de que esa batalla no tiene futuro
per sé, si no se inscribe en la batalla
por destruir el capitalismo. Esa misma
consideración la hacemos con
otros muchos espacios de lucha.

Damos mucha importancia al trabajo
en los sindicatos y hemos defendido
que la lucha sindical se debe
inscribir en la lucha por acabar con
el poder del capitalismo y el estado,
si no, no tiene futuro pues lo que
hoy consigues con una mano después
de una dura lucha mañana el
poder te lo quita con la otra. Lo mismo
hacemos con la solidaridad internacional,
sabemos que es importante
en tanto que intento de ayuda
a un pueblo, pero lo es más por
la construcción de un conciencia
antiimperalista y revolucionaria, porque las ayudas de años de esfuerzo
solidario desaparecen de un
plumazo en pocos segundos
cuando el imperialismo y sus aliados
lanzan varios misiles o provocan
una terrible hambruna. Sin el
objetivo de acabar con el imperialismo,
la solidaridad internacionalista
está condenada a ver más
hambre, muerte y miseria.
Nunca dijimos a un trabajador o
trabajadora «no luches por el convenio
porque el capitalismo te lo
va a volver a quitar un día u otro y
lo mejor es que esperes a la revolución». Tampoco dijimos «no hagas
nada en defensa de los
palestinos de Gaza porque mañana
los van a machacar de nuevo».
No decimos que dejemos para
después de la revolución el problema
de los recursos naturales. Pero
sí decimos que no hay tarea más
decisiva que hacer confluir todas
las luchas y desde todos los sectores
con el objetivo de acabar con
el sistema de explotación humana,
de expoliación de los pueblos y
de destrucción de la naturaleza
que es el capitalismo, y construir
en su lugar el socialismo.
En ese sentido J, nos cita: «Hay
que integrar en la lucha de clases
la denuncia de los desastres
ecológicos, la defensa del medio,
como un elemento más para
combatir el capitalismo.». Y nos
replica: «También creo que se tendría
que extender la lucha de clases
a las batallas ecológicas para
que se vea la reciprocidad y la dialéctica
en las batallas reales y existentes.

No es necesario integrar
una en la otra, el respeto mutuo
es importante y su combinación
deseable a pesar de –o más bien,
gracias a– ciertas diferencias.»
Quizás se pueda entender mal
el sentido de «un elemento más»
de nuestra cita, pues no está
puesto en el sentido de minimizar
su importancia, sino que debe ser
una palanca más en la destrucción
del orden imperante. Hecha
esta salvedad, vayamos al fondo,
cuando se nos dice «No es necesario
integrar una en la otra, el
respeto mutuo es importante y su
combinación…» Respeto hacia los
compañeros/as ecologistas lo tenemos,
también a sindicalistas o
a compañeros/as que encontramos
en la solidaridad internacional,
pero nosotros les decimos a unos
y otros: o esos movimiento y esas
luchas tienen como norte derrocar
el sistema o –mientras el sistema
perdure- la clase obrera seguirá
retrocediendo, los recursos seguirán
siendo destruidos, los pueblos
seguirán bajo la opresión.

3.- Es posible una solución
ecológica con el
capitalismo.

Y vamos al núcleo del debate.
Nos cita:
«Hasta que no sean los trabajadores
mismos quienes controlen
y decidan sobre la producción
no apoyaremos la reducción de
la capacidad de producción destinada
al consumo. [...] de lo que
estamos hablando nosotros es de
un cambio sustancial de la distribución
de la riqueza y de poner
su control en manos de los trabajadores,
antes de decidir si esa riqueza
es excesiva o no. Estamos
hablando de la necesidad de una
revolución que continúe la tarea
iniciada hace 70 años.»

Y responde: «Suena como la continuación
del pensamiento liberal, empleado
desde abajo. Mientras la clase
obrera no esté en el poder no
opinamos sobre eventuales riquezas
excesivas. No importa el
total…el movimiento solucionará
todo al final, el «laissez-faire» será
válido también para la clase trabajadora.

Parece que duela menos
que el planeta vaya al carajo
ahora, que el hecho que las
masas no entiendan quien es su
enemigo. Me parece un razonamiento
reductor, irresponsable,
poco marxista, y en cambio muy
idealista. En el documento se insiste
en que primero los trabajadores
tienen que controlar y decidir
sobre la producción, es decir
tomar el poder, y luego veremos
si la «riqueza es excesiva o no».
«Alguien puede pensar que no
importa el orden de estos dos factores:
acabar con el capitalismo y
comenzar una reestructuración
de la producción, pero el orden
de los factores sí altera el producto»... y quizás también el resultado
de las luchas. Si la vía revolucionaria
sigue tapada mientras
el capitalismo vaya aumentando
la riqueza para los suyos a
base de terminar con varios recursos
naturales ¿el redactor del
documento seguirá insistiendo
en primero la toma de poder,
luego veremos? Eso de primero
por aquí, luego por allá, cierra en esto caso muchas puertas para los
que están «allá» en tiempos que
más valdría tener las puertas abiertas
para nuevas aportaciones. El
problema de los recursos naturales
no lo podemos dejar para después
porque es de rabiosa actualidad
ahora. La ecología y el decrecimiento
son campos de lucha por el socialismo,
no tareas para después,
porque nos ayudan a dar contenido
en un marco más amplio a la
misma necesidad de acabar con el
capitalismo.»

Efectivamente el orden de los factores
sí altera el producto. Porque
el quid de la cuestión es, por la negativa,
si es posible acabar con la
destrucción del planeta sin acabar
con el capitalismo. J. nos presenta
dos vías, que se respetan y se complementan,
pero afirma que si una
vía «sigue tapada» la otra puede ser
viable. Nos dice: «Parece que duela
menos que el planeta se vaya al
carajo ahora, que el hecho que las
masas no entiendan quien es su
enemigo». Y es que el problema es
que si las masas no identifican a su
enemigo y lo destruyen, el capitalismo
acaba con el planeta... No hay
solución para el planeta si el capitalismo
sigue, es la lectura que hacemos
de lo que Marx llamó la barbarie.

Sí, efectivamente la alternativa
sigue siendo –para nosotros- socialismo
o barbarie. Así pues, lo que
sí discutimos es quien cree que
desde el ecologismo se puede
frenar la destrucción del planeta
sin poner en el centro la lucha por
destruir el capitalismo,
Citando a B. Grillo «El único programa
que necesitamos se resume
en una palabra: menos. Menos trabajo,
menos energía, menos materias
primas». Nosotros resumimos en
una frase el centro de nuestro programa,
el Programa de Transición:
«Es preciso ayudar a las masas,
en el proceso de sus luchas cotidianas,
a encontrar el puente entre
sus reivindicaciones actuales y
el programa de la revolución socialista.
Ese puente debe consistir en
un sistema de reivindicaciones transitorias,
partiendo de las condiciones
actuales y de la conciencia
actual de amplias capas de la clase
obrera y conduciendo invariablemente
a una sola y misma conclusión:
la conquista del poder por el
proletariado»

Quizás porque esta es la frase que
vertebra el Programa de fundación
de la IV Internacional en continuidad
con el movimiento comunista revolucionario,
sea por lo que desde Lucha
Internacionalista seguimos reivindicando
la necesidad de reconstruir
la IV Internacional. No se trata del
«laissez-faire», del movimiento en sí,
sino de lo contrario. El socialismo
debe desarrollar una planificación de
la economía que permita repartir los
recursos disponibles para cubrir las
necesidades sociales; no se trata de
limitar tal o cual producción, sino de
redefinir lo que es necesario y asegurar
su distribución. Entonces se determinará
qué supuestos excesos son
superfluos o, simplemente, no se corresponden
con las posibilidades del
planeta.

4.- El antropocentrismo de LI.

«Un segundo problema –escribe
J- es que tiende a convertir –visto
el artículo entero– la lucha de clases
en un concepto
antropocentrista, si no acepta que
también es un medio para solucionar
un conflicto que no se limita a
una sola especie y que puede aportar
mucho para evitar el agotamiento
de los recursos naturales del planeta.
El documento tiende a elevar
la lucha de clases a un nivel eclesiástico
que condiciona todas las
demás batallas.»

No pretendemos «elevar la lucha
de clases a nivel eclesiástico», pero
sí decimos «que condiciona todas
las demás batallas». Marx explicaba
cómo la lucha de clases era el
motor de la historia humana y nosotros
compartimos esa concepción.
Esa concepción pone la humanidad
en el centro. ¿En el conflicto
entre clases sociales humanas
se ponen otras especies en peligro?
Pues sí. Pero la única forma posible
de resolver esa lucha, como humanos
que somos, es desde la lucha
de clases; así pues, la solución del
conflicto entre los humanos condiciona
todas las demás batallas, porque
además es esta especie la única
que conocemos que está en disposición
de acabar con las demás
e incluso y posiblemente con la vida
en el planeta.

5.- Inscribir la discusión en la
situación actual.

Escribe Jonas:
«Desgraciadamente entre los que
intentamos basarnos en el marxismo
hay más que una organización
que desprecia la defensa del decrecimiento
y lo trata más bien como
una traba para llegar a derrumbar al
capitalismo»

Pero esta discusión no la estamos
teniendo en un momento abstracto.
Las teorías sobre la necesidad
del decrecimiento empiezan a desarrollarse
en los 70, en un momento
de crisis capitalista y vuelven a adquirir
una actualidad importante en
el momento actual, con una crisis
capitalista aun más intensa. El debate
toma una fuerza especial cuando
el capitalismo está empeñado en
imponer un brutal decrecimiento de
nuestra capacidad de consumo,
después de haber cerrado o reducido
la capacidad de producción de
las fábricas, y se convierte en un máquina
de destrucción de fuerzas productivas, echa a millones de trabajadores/
as a la calle, reduce salarios y
pensiones… para reconstruir un nuevo
ciclo de acumulación. Decimos
que los argumentos y propuestas
decrecentistas hoy son peligrosas, en
un momento en el que el capitalismo
- para justificar su crisis- nos dice que
el problema ha sido que los trabajadores/
as se han pasado de la raya
consumiendo. Porque con ese argumento
falso se lanzan planes de recortes
brutales de la capacidad de
compra de los trabajadores (Grecia y
más). Y esa reducción de nuestro
consumo, de nuestra parte de riqueza,
sirve para que ellos hagan crecer
su riqueza en proporción inversa.

Y la pregunta es ¿cómo responde
esa teoría política, el decrecimiento,
a esta situación? Las fórmulas aceptadas
por la mayor parte de los
decrecentistas y resumidas por su
principal teórico Serge Latouche son
las famosas «8 erres»: reevaluar,
reconceptualizar, reestructurar,
relocalizar, redistribuir, reducir,
reutilizar y reciclar. Difícilmente en
estas «r» podemos definir claramente
un perfil revolucionario. La mayor
parte de esas «r» corresponden a
actitudes individuales como motor de
esa nueva dinámica,… ¿Qué actitud
hay que tener cuando presentan un
plan de cierre o un ERE en Nissan o
SEAT? ¿Y cuando recortan salarios
y pensiones? Nosotros decimos directamente
NO a lo uno y NO a lo
otro. Hay que defender, intacta, la
capacidad de consumo de todos los
trabajadores/as. No discutimos la
cantidad de producción, ni siquiera
que se deba producir esto o aquello,
pero sí los puestos de trabajo y salarios,
es decir, defendemos íntegramente
la clase obrera y su derecho
a seguir siendo un trabajador o trabajadora
y no un parado o parada.

Importantes sindicalistas
decrecentistas defienden la reducción
de la capacidad de compra de los
trabajadores/as porque, ¿de qué otra
manera práctica se puede reducir el
exceso de consumo de esa parte de
la población si así se considera? ¿O
de qué se está hablando cuando
Jonas habla de «riquezas excesivas»
al referirnos a trabajadores/as? ¿Qué
política para enfrentar esta crisis? Aquí
es donde decimos que esas teorías
suponen una traba a la lucha por la
destrucción del capitalismo y aparece
claramente una disyuntiva: decrecimiento
o revolución.

Ir a la versión en catalán