El 7 de mayo el Parlamento portugués debatía la concesión del préstamo a Grecia
de 2064 millones de euros, que forma parte del fondo decidido conjuntamente entre la
UE y el FMI para el plan de «rescate» a Grecia. Con el voto a favor de los 97 diputados
del Partido Socialista en el Gobierno, los 81 escaños de la derecha del PSD, los 21 de
los democristianos CDS-PP y los 16 del Bloco d’Esquerda. El Partido Comunista (13)
y Los Verdes (2) votaron en contra.

En el cierre de la votación Cecilia Honorio, por el Bloco, afirmó que votaban a favor
por una única razón, «porque lo pide el estado griego y negar el préstamo sería
imponer la bancarrota a Grecia» y concluyó la intervención «es preciso ayudar a
Grecia y en nombre de esa urgencia apoyamos la alternativa de justicia económica
que el pueblo griego está defendiendo». Pero los fondos no son ninguna aportación
solidaria ni un plan de ayuda para un pueblo, sino la aplicación de la resolución de la
UE que exige a cambio de los créditos –como garantía de retorno- un ataque brutal,
y sin precedentes en décadas, a las condiciones de vida de todos los trabajadores
griegos. El destino de ese dinero no son las necesidades de la población trabajadora
sino la devolución de los préstamos de la banca privada francesa y alemana principalmente.
O sea, que los mismos bancos que hace dos años fueron apoyados por
planes de «rescate» multimillonarios, son los exigen a la UE y los gobiernos que garanticen
el pago de la deuda pública griega. Contra ese plan, la clase obrera griega está
realizando una tremenda movilización que lleva ya cinco huelgas generales. Se trata,
ni más ni menos que de un plan que nada tiene que envidiar a los préstamos que
concedía el FMI a Argentina y que suponían el control del país y una ruina de los
trabajadores.

Por ello es del todo incomprensible que una organización que se reclama
«anticapitalista» como es el Bloco d’Esquerda, dé luz verde a la financiación del plan
de rescate y austeridad griego. El voto a favor de los créditos es un apoyo directo al
gobierno de Papandreu que se emplea a fondo en recortar salarios y pensiones,
servicios sociales… y que ha provocado varios muertos en la violenta represión de la
protesta obrera. Y no hay ninguna duda de que el que pide el dinero no es el pueblo
griego sino el gobierno al que está oponiendo frontalmente.
El Bloco está integrado en la Izquierda Anticapitalista Europea, en la que participa el
Nuevo Partido Anticapitalista de Francia o la Izquierda Anticapitalista/Revolta Global en
el Estado español. En el seno del Bloco conviven diversas organizaciones de izquierda
con un peso importante del Partido Socialista Revolucionario (PSR), partido que se
reclama del trotskismo y del Secretariado Unificado-IV Internacional.¿Cómo es posible
que desde la izquierda que se identifica como anticapitalista, dirigida por sectores que se
reclaman del trotskismo, se dé un impulso a los planes de la UE y el FMI?

La actitud del Bloco tiene consecuencias más allá de la lucha en Grecia, pues este
país es sólo el punto más avanzado de un plan que se extiende por todo el continente:
la factura la pagan los trabajadores/as. ¿Cómo es posible que se apoye a Papandreu y
se le ayude con el crédito, y no se esté dispuesto a apoyar al Primer Ministro luso
Sócrates, que prepara un plan a la griega llamado Plan de Estabilización y Crecimiento?

Del Bloco también forma parte Ruptura-FER que es la sección de la LIT-ci en Portugal.
Cuando una organización está en un frente puede ganar o perder sus posiciones
sin que eso la obligue necesariamente a romper con el frente, aunque en este
caso estamos hablando de un tema central de la lucha de clases. Pero lo que es
inadmisible es que en la prensa de Ruptura-FER o de la LIT, que dedican páginas
enteras a apoyar la lucha de los trabajadores griegos, no haya la más mínima mención
a estos hechos, ni la obligada denuncia de un voto con el Gobierno y la derecha.
La votación del Bloco compromete a la FER y a la LIT. Quien calla otorga, y el silencio
inadmisible se convierte en complicidad.

El voto del 7 de mayo fue un regalo envenenado para la clase obrera griega.

Comité de Enlace Internacional (CEI)