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Liban: ULTIMA HORA

El combate de Edaysse cae en el olvido unas semanas después.

, 14 de septiembre de 2010




Los libaneses están más preocupados por los enfrentamientos internos.

El pasado 3 de agosto, los soldados libaneses en el puesto fronterizo del pueblo de Edaysse, a escasos metros de la frontera libanesa con la palestina ocupada, vieron movimientos sospechosos del ejército israelí. Unos minutos más tarde, una grúa israelí se detuvo cerca de la frontera e intentó pasar un soldado en una cabina al lado libanés para cortar un árbol. Unos días antes, el ejército israelí había pedido permiso al lado libanés para cortar un árbol al otro lado de la frontera que obstruía la visión a una de sus cámaras de seguridad. El ejército libanés lo rechazó, como lo habría hecho cualquiera que no quisiera facilitar al enemigo el trabajo de vigilancia y espionaje. Cuando la grúa se elevó con el soldado, el ejército libanés mandó un mensaje, por medio de la FINUL, al ejército israelí, pidiéndole que se detuvieran, sin obtener respuesta. El soldado trató de cortar el árbol. El ejército libanés disparó tiros de advertencia al aire. Fue entonces cuando los soldados israelíes abrieron fuego sobre los libaneses y el lado libanés respondió. Y, mientras los soldados libaneses sólo tenían armas automáticas, los israelíes enviaron helicópteros armados con misiles. El combate duró unas horas y tuvo como resultado cuatro muertos: un oficial israelí, dos soldados libaneses y un periodista libanés.

Al día siguiente, y mientras que los pueblos libaneses enterraban a sus muertos, el ejército israelí cortó el árbol, sin oposición del ejército libanés. Se perdieron tres vidas para nada, dicen las gentes del lugar. Algunos días más tarde, Naciones Unidas afirmó que el árbol estaba en el lado israelí.
El incidente empujó a todos los partidos libaneses y a varios políticos a pedir un mejor armamento para el ejército libanés, que cuenta con armas automáticas y una artillería muy anticuadas. Líbano sólo posee algunos aviones militares de la Segunda Guerra Mundial, porque todos los países occidentales rechazan, bajo la presión israelí, venderle armamento moderno.

El propio gobierno libanés, que proclama continuamente su voluntad de apoyar al ejército, sólo ha destinado 30 millones de dólares en el presupuesto de 2011 para armamento. Mucha gente le acusa de someterse a la voluntad internacional (léase israelí) y de dejar al ejército en situación de vulnerabilidad ante Israel.
La comunidad internacional siempre ha pedido al ejército libanés, que se reunió en el Sur del país en 2006 por primera vez desde hacía décadas, que tome el lugar de la resistencia. El ejército sufrió mucho después de la guerra civil y la división que generó: una parte es aliada de Israel desde la primera invasión del sur a mediados de los años setenta, y después en los ochenta el ejército tomó partido por un bando.

Esta demanda internacional encontró eco en Líbano con las “fuerzas del 14 de marzo”, que gobiernan el país desde 2005 y cuya mayoría de miembros tiene una posición contraria a Hezbollah. Estas fuerzas pidieron a sus amigos internacionales que apoyaran al ejército libanés. Pero sus amigos, Europa y EE.UU., estaban más comprometidos con la seguridad de Israel y sólo ofrecieron algunas ayudas mediocres. Incluso los países árabes del Golfo no han ofrecido más que algunos helicópteros, que el ejército libanés utilizó contra los palestinos del campo de Naher al Bared en 2007, y que la mayoría de gente en Líbano opina que nunca se atreverán a emplear contra Israel.

En resumen, Israel y los países occidentales quieren que el ejército libanés tome el lugar a la resistencia (es decir, Hezbollah) en el sur sin ofrecerle nada que lo haga más potente. Quieren que se convierta en el guardián de la frontera norte de Israel sin que pueda responder a las agresiones.
Muchos observadores aguantaron la respiración aquella mañana del 3 de agosto. Si hubiera sido Hezbollah quien estuviera implicado en esta guerra de algunas horas con Israel, el país habría sufrido más. Hubiera podido estallar otra guerra como la de 2006. Además, la tensión perpetua entre las fuerzas del 14 de marzo y las de la oposición (Hezbollah y sus aliados) podría agravarse. Porque las fuerzas del 14 de marzo acusan hasta ahora a Hezbollah del paso en falso del 12 de julio de 2006 que desató la guerra de 33 días en la que fue destruida una gran parte de Beirut y todo el sur libanés.

Hoy ya nadie habla del 3 de agosto y menos voces llaman al armamento del ejército libanés. Incluso todo lo que se ha hablado en los últimos meses sobre el envío de barcos para romper el bloqueo de Gaza se ha detenido, desde que el millonario que quería financiarlos se ha retirado y el Gobierno ha rechazado dar el visto bueno la salida de los activistas solidarios. La gente está preocupada en conocer las razones de los choques entre Hezbollah y los Abhach, aliados suníes de Hezbollah, en las calles de Beirut, con un resultado de 3 muertos. Y todo el mundo espera los resultados del comentario del jefe de gobierno Saad Hariri, sobre los falso testigos del asesinato de su padre.

Dima Charif 10/09/2010*

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