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Turquia: balance del referéndum constitucional

Por una Asamblea Constituyente para una Constitución democrática

, 6 de octubre de 2010




Desde hace años se viene dando una lucha en interior en el régimen turco. La burguesía neoliberal, liderada por el
Partido de Justicia y Desarrollo (AKP), de centroderecha, conservador e islamista, quiere situar la economía turca en
los mercados mundiales, privatizando todos los sectores estatales y llevando a término una ofensiva contra los
derechos de las clases trabajadores y populares. También intenta descentralizar el poder administrativo para poder
explotar los recursos nacionales, y así «solucionar» el problema de «identidad étnica» del pueblo kurdo que está
luchando contra el régimen nacionalista que le deniega los básicos derechos nacionales y de idioma. Este deseo de
la burguesía chocaba con la resistencia de la burocracia militar y administrativa del Estado que se resiste a perder su
poder y los intereses económicos y políticos que mantiene desde la construcción de la República en 1923.
Sin embargo en el último periodo, y con el apoyo del imperialismo estadounidense y europeo, el Gobierno y la
burocracia, sobre todo los militares, empezaron a llegar a un entendimiento para poner en marcha una «transición
pacífica», conservando los pilares del régimen Bonapartista. Para este fin, el Gobierno, con la colaboración de las
fuerzas armadas y la justicia, empezó a depurar la administración de los focos golpistas, sectores mafiosos, y
organizaciones de tipo «gladio» llamadas «Ergenekon». Últimamente el Gobierno propuso cambios en la Constitución
de 1982, realizada por la Junta militar de entonces.
El principal cambio era la asignación de los miembros del Tribunal Constitucional, en un intento de dar más peso
al poder ejecutivo y así eludir la resistencia que a veces el Tribunal ejerce ante la legislación del Parlamento.
También el Gobierno propuso la eliminación del artículo constitucional que otorga impunidad a los golpistas. Estos
cambios, presentados por el partido gobernante (AKP) como la democratización del régimen, han sido aprobados
en el Parlamento y luego en un referéndum el pasado 12 de septiembre.
Mientras AKP, junto a otros partidos liberales y la patronal, llamó a votar «Sí» en el referéndum, los partidos
nacionalistas (el social demócrata Partido Republicano del Pueblo y el neofascista Partido del Movimiento Nacionalista)
se posicionaron por el «No», alegando que con estos cambios el AKP querría construir una dictadura
islamista y dividir el país. Por su parte, la Izquierda se dividió en dos: los sectores más liberales apoyaron los
cambios («No son suficientes, pero Sí»), y los de izquierda revolucionaria llamaron el voto «No» pensando en que
los cambios que ofrecía el Gobierno eran parches de maquillaje para impedir una democratización real. Mientras
tanto, el partido kurdo (Partido de la Paz y Democracia) boicoteó el referéndum criticando los cambios, que no
aportaban nada al reconocimiento de la identidad kurda, ni incluían nada sobre los derechos nacionales y étnicos
del pueblo kurdo.

Reproducimos el balance que hizo del referéndum Frente Obrero de Turquía.

El 12 de septiembre se han refrendado
los cambios que el gobierno
propuso a la Constitución.
De los 49,4 millones de votantes
censados fueron a las urnas 38,3
millones (77%), de los que el
55,8% (21,8 millones) dijo SÍ,
mientras que el 42% dijo NO a
los cambios. Por otro lado, en las
provincias kurdas, la llamada del
Partido de la Paz y Democracia
(BDP en siglas turcas) a boicotear
el referéndum ha sido la elección
dominante del pueblo kurdo.
La táctica de boicot ¿ha
alcanzado su objetivo?

Comparado con los resultados de
las elecciones municipales del 2009,
se ve claramente que la táctica del
BDP de boicotear el referéndum ha
sido seguida masivamente en las
provincias kurdas. Este resultado es
una respuesta contundente a los
cuestionamientos de legitimidad de
si el BDP representa o no al pueblo
kurdo. El nivel de boicot a las urnas
del pueblo kurdo una vez más ha
demostrado que el BDP tiene el
más amplio de apoyo en las provincias
kurdas. En este sentido la posición
del BDP de «en realidad Sí,
pero por el momento boicot» para
poder ser aceptado como interlocutor
del pueblo ante el Estado ha
tenido éxito; pero solo en este sentido.

Pues la táctica de boicot no
puede quedar como una política limitada
solo a las urnas; es una política
de ruptura revolucionaria de la
autoridad central, del sistema a través
de las movilizaciones de las
masas. En este punto serán determinantes
tanto la conciencia política
de los sectores obreros y todos
los oprimidos, como la orientación
del BDP: ¿Se buscará la solución al
problema nacional de los kurdos en
un frente de la clase trabajadora y
el pueblo kurdo , y en las
movilizaciones de las masas contra
el régimen opresor; o dentro de la
permisividad del gobierno y las limitaciones
del régimen? Esta será la
cuestión clave en el periodo que se
abre, donde las discusiones sobre
una nueva Constitución y la solución
del problema kurdo ocuparán
la agenda política.

¿Qué significa el resultado
del SÍ?

El 58% del «Sí» (44% de los votantes
censados) ha demostrado,
en primer lugar, que el partido gobernante
AKP (Partido de Justicia
y Desarrollo) aún no ha agotado su
crédito político. A pesar del desempleo
creciente y de la pobreza que
se extiende día a día, el AKP tuvo
el apoyo del 44% de la población, y
así se ha demostrado que todavía
es la única alternativa de Gobierno
dentro de las limitaciones del sistema
electoral.

Este resultado evidencia que el
AKP que ha venido al poder con la
promesa de «que hay problemas y
nosotros los resolveremos», sigue
conservando su apoyo electoral
ahora con «los estamos intentando
resolver». Su habilidad para
mantener este apoyo le convierte
también en el ámbito patronal en la única fuerza que puede llevar a cabo las ofensivas liberales
contra los trabajadores. Por otra parte, el AKP,
con el maquillaje que hace a la Constitución, y vendiéndolo
como la «democratización del país», está de hecho
re-legitimizando el régimen opresor sin tocar sus
columnas principales. Con las falsas ilusiones que crea
entre el pueblo, quiere hacer invisibles las reivindicaciones
de lucha defendidas por la Izquierda
El Gobierno ha interpretado los resultados como la
«derrota del régimen de tutelaje y el triunfo de la democracia». Las organizaciones más importantes del país
confirman esta interpretación, pero dicen «no basta,
hace falta una nueva Constitución», una Constitución
que sea «digna del siglo XXI». Una Constitución que
incluya las libertades de «creencia y conciencia», de
«identidad», «la separación de los poderes», pero que
excluya los derechos básicos de los trabajadores y el
derecho de autodeterminación del pueblo kurdo.

Por una nueva Constitución

Todo esto explica porqué nosotros dijimos NO en el
referéndum. El Frente Obrero, expusimos todos nuestros
argumentos, que tenían un solo eje: Este cambio
parcial en la Constitución actual, nos llevaría a todos los
sectores oprimidos y explotados hacia atrás en relación
a los derechos y libertades. Porque, a pesar de ser propuestos
en nombre del progreso y la democratización,
los cambios no tocan a ningún pilar de la Constitución de
la Junta Militar del 1980 que apoya al régimen opresor. Al
contrario, los parches en la Constitución los «normaliza»,
los convierte en «aceptables» y les da continuidad; y así,
quieren eliminar las reivindicaciones revolucionarias democráticas
de los trabajadores y del pueblo kurdo.

Ahora, con el voto de confianza que obtuvo en el referéndum,
el Gobierno del AKP se sentirá más libre para
continuar con la política económica contrarrevolucionaria
deseada por la patronal y que está llevando desde hace
ocho años. El Gobierno que ha privatizado todos los
sectores de la economía nacional, desde el transporte
hasta la educación y la salud, que nos quitó nuestros
derechos de seguridad social, que convirtió a los trabajadores
en los esclavos del nuevo siglo a través de las
ETT’s, ahora está preparando una nueva ofensiva a las
pocas conquistas económicas y sociales que nos quedan.
Tenemos que estar preparados ante una inminente
y nueva ofensiva.

El significado de decir «No» en el referéndum era intentar
detener esa ofensiva contra los trabajadores y los
oprimidos, y allanar el camino hacia una nueva Constitución
verdaderamente democrática, igualitaria, laica y
para las clases trabajadoras. Por estos motivos, en el
referéndum dijimos «NO» a los cambios parciales que
legitiman la actual Constitución antidemocrática, y propusimos
a los sectores que llamaron a boicotear las urnas
construir un frente de todos los trabajadores para
luchar por una nueva Constitución. Esta tarea aún está
pendiente. Sólo puede haber dos frentes, y ya es hora
de construir el frente contra el régimen opresor y el sistema
explotador.

Frente Obrero, nº 21

14 de septiembre de 2010

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