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Corea del Norte

¿Hacia una guerra nuclear?

Muhittin Karkin, 2 de enero de 2011




La tensión militar y política en
la península coreana, con
amenazas nucleares incluidas,
ha aumentado peligrosamente
desde el 23 de noviembre,
cuando la República Popular
Democrática de Corea respondió
a una provocación de
Corea del Sur bombardeando
la isla de Yeongpyeong, donde
murieron 4 militares, y hubo 20
heridos, entre militares y
civiles. El imperialismo estadounidense
y el gobierno surcoreano
incrementaron la presión
sobre Corea del Norte
con maniobras militares en las
costas que rodean al país
asiático y en una zona en
disputa en el Mar Amarillo. «Si
Corea del Norte vuelve a
realizar una provocación
militar apuntando a nuestro
territorio y nuestros ciudadanos,
necesitamos castigarlos
con una reacción potente e
inmediata hasta que se rindan
completamente», dijo el ministro
surcoreano de defensa, Kim
Kwan-jin, mientras el gobierno
norcoreano no descarta una
«defensa nuclear» en el caso de
un ataque desde el sur.

Para la prensa proimperialista la
tensión nuclear en la peninsula es
fruto de la locura del régimen
autocrático que reina en el norte y
de la necesidad de Kim Jong-il de
preparar un beligerante traspaso de
poderes a su hijo Kim Jong-un, fortaleciendo
el nacionalismo dentro de
un sistema político ya bastante debilitado.
Sin embargo la gran pregunta
es ¿por qué el imperialismo
está apretando la tuerca sobre un
pequeño país ya empobrecido y
sobre un régimen que se está cayendo
solo por su peso? Todo apunta
a que el objetivo principal de la
provocación imprudente de Washington
no era Corea del Norte, sino
el poder económico creciente de
China. Desde mediados de 2009,
la administración Obama ha intervenido
agresivamente en todas
partes en Asia —fortificando las
alianzas militares existentes con
países como India, Japón, Corea
del Sur y Australia y buscando nuevos
lazos con países como Vietnam,
Camboya y hasta Birmania— para
poder competir con la influencia de
China en la región.

En enero de 2010, Washington
aprobó una venta de armas de 6,4
mil millones de dólares a Taiwán y
posteriormente el Presidente Obama
se encontró con el Lama Dalai en
exilio —a pesar de la oposición del
gobierno chino. En marzo, los
EE.UU apoyaron las acusaciones no
probadas de Seúl que Pyongyang
había torpedeado un buque de guerra
surcoreano y más tarde organizó
maniobras navales conjuntos en
el Mar de Japón en julio y luego en
el Mar Amarillo contra las protestas
de China. En julio, el Ministro de
Asuntos Exteriores estadounidense
Hillary Clinton declaró en la cumbre
de la Asociación de los Países
del Sudeste Asiático (ASEAN) que
los EE.UU tenían «un interés nacional» al mantenimiento «de la libertad
de la navegación» en el Mar de
China del Sur y que se involcraría
en las disputas territoriales entre
miembros de ASEAN y China.
En septiembre, la administración
Obama intervino en una disputa
entre China y Japón por la detención
de un capitán de pesca chino
cerca de los islotes Senkaku/
Diaoyu, en disputa en las aguas
entre los dos países. Clinton declaró
dos veces que los EE.UU estarían
obligados, bajo los
términos del tratado de
seguridad de EE.UUJapón,
a estar militarmente
del lado de Japón
en una eventual
guerra con China sobre
las islas.

En cambio China,
para mantener sus rutas
de suministros vitales
al Oriente Medio y
África, se ve obligada a
responder a esta presión
y forja lazos más
cercanos con Rusia.
Intencionadamente,
Rusia y China han acordado realizar
ejercicios militares conjuntos,
«Misión de Paz doblada 2011,» a
principios de año en el Mar de Japón
y en zonas fronterizas ruso-chinas
junto a la Península coreana.

Con las relaciones ya tensas en
Asia Oriental, la última crisis
coreana demuestra cómo un pequeño
incidente puede espolear
rápidamente el peligro de una guerra
más amplia. Los EE.UU y sus
aliados, incluso Corea del Sur, rechazaron
todo compromiso y estuvieron
preparados para arriesgarse
a una guerra en la Península
coreana para asegurar que un ejercicio
militar siguiera adelante. Mientras
Corea del Norte retrocedió en
este caso, hay muchos otros gatillos
potenciales de provocar nuevos
choques.

Sin duda los días de la dictadura
burocrática en Corea del Norte están
contados por su ineficacía y por
su régimen estalinista anacrónico;
pero el peligro real está en que el
imperialismo y sus aliados puedan
convertirlo en un episodio sangriento
para los pueblos de la zona con
tal de consolidar y aumentar su predominio
en Asia. ¿Puede el imperialismo
llegar a hacerlo? Los
crimenes que cometió en Irak y
Afganistán son ejemplo suficiente
para dar una respuesta afirmativa.

Solo la solidaridad entre los pueblos
puede pararle los pies.

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