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La violencia de género: una lacra. No son casos aislados: se llama patriarcado

, 6 de febrero de 2019




La dinámica global de ascenso de la ultraderecha ha estado acompañada en muchos casos de discursos contra las mujeres, y en particular contra lo que denominan «ideología de género». Trump, Bolsonaro y VOX son algunos ejemplos. En el Estado Español VOX ha llegado a pedir la derogación de la ley de violencia de género y también la vuelta a la ilegalidad del derecho al aborto. Consideran estas leyes discriminatorias hacia los hombres y dicen querer una legislación contra la violencia doméstica, sin distinción. Este discurso está acompañado de una fuerte defensa de la familia tradicional, en oposición a los derechos conseguidos por el movimiento LGBTI durante todos estos años. Un conjunto de medidas reaccionarias, conservadoras y antiderechos que no casualmente se producen en un contexto de ascenso de la lucha feminista en todo el mundo.

Nosotras sostenemos que las violencias de género (y los feminicidios como su máxima expresión) no son un problema individual o de pareja, sino una problemática social que tiene raíces históricas: el patriarcado como sistema de opresión hacia las mujeres. El sistema patriarcal, que lleva miles de años y ha ido cambiando sus formas, es un orden social que disciplina los cuerpos a través de restricciones a la sexualidad femenina, la imposición de la heterosexualidad y la apropiación del trabajo productivo y reproductivo de las mujeres. Se consolidó cuando surgieron las primeras sociedades de clases y se constituyó la familia monogámica. A la mujer se le asignaron tareas exclusivas de crianza de los hijos y limpieza de la casa, mientras que el hombre guardó para sí el ejercicio de la vida económica y política. Por ello actualmente, desde pequeñas, a las mujeres se nos enseña a ser pasivas y sumisas.

La violencia de género es, pues, la que sufrimos las mujeres por el hecho de serlo; la doméstica es la que se da en casa. La primera se refiere a una violencia social contra un colectivo, la otra es circunstancial. Con la segunda se trata de borrar el avance social que representa el reconocimiento de la primera; se pretende borrar lo que ha conseguido la lucha feminista para que la sociedad de conjunto reconozca esta lacra estructural y para que la mujer cuando la sufre la sienta parte de un problema colectivo y no una cuestión ni individual ni circunstancial 1 .

Pero además, vivimos en un mundo capitalista, lo que significa que la sociedad está dividida fundamentalmente en dos clases: los trabajadores y trabajadoras por un lado y los y las capitalistas, por otra. Es decir, los explotados/as y los explotadores/as, respectivamente. Reconocer esta división antagónica de la sociedad nos sirve para colocarnos siempre del lado de las explotadas y para luchar para cambiar esta realidad que lleva a la miseria y la pobreza a la mayoría de la humanidad. Pero no solo luchamos contra la explotación, sino contra todas las formas de opresión y discriminación. Y no solo porque son injustas, sino porque en el capitalismo, explotación y opresión se combinan para aplastar doblemente a los oprimidos. Así es como los capitalistas, aprovechándose de las situaciones de opresión, consiguen aumentar sus ganancias precarizando aún más a los trabajadores oprimidos, como ocurre con las mujeres en el mundo entero: recibiendo un menor sueldo, sufriendo discriminación, acoso laboral, etc.

Entonces, la violencia de género y los feminicidios no son hechos aislados, sino que son una expresión del sistema capitalista y patriarcal que nos necesita dóciles para que seamos dominadas. En el Estado Español cada 8 horas hay una denuncia por violación, y en los últimos 7 años han sido asesinadas más de 800 mujeres. Los discursos sociales que se han escuchado en estos días como «también matan a los hombres» o «las mujeres también son violentas» no son más que parte del discurso legitimador de la violencia estructural en la que vivimos, que reacciona cuando las mujeres nos movilizamos y decimos basta.

Los gobiernos patronales son los principales defensores del sistema capitalista y patriarcal y utilizan todos los medios para perpetrar la situación actual de las mujeres. Por eso no podemos esperar nada de ellos. El PSOE ahora se llena la boca en defensa de la ley de violencia de género pero calla que esta ley no reconoce como violencia los casos donde no hay un vínculo sentimental (si se incluyesen, las mujeres asesinadas en 2018 pasarían de 47 a 97 ), continúan financiando a la Iglesia Católica mientras los programas de género carecen de presupuesto suficiente, y continúan los recortes en los servicios públicos.

Como lo ha demostrado la historia de las mujeres, cada avance, cada derecho ganado y su continuidad (como sucede en muchos países con el derecho al aborto), se conseguirá con la movilización permanente de las mujeres. Podemos conseguir conquistas parciales pero tenemos que luchar con rabia hasta conseguir nuestra liberación definitiva de toda opresión y explotación construyendo un mundo socialista. Ni un paso atrás.

Nota 1 Dentro del mismo ámbito doméstico, según las sentencias del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), entre 2008 y 2015, hubo 58 hombres muertos por sus parejas mujeres, mientras que fueron 458 las asesinadas por sus parejas hombres.

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