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Elecciones catalanas

Lucha Internacionalista, 29 de abril de 2024




Si equilibrios debía hacer Sánchez para llegar al Gobierno, no menos tenía que hacerlos Aragonés para mantenerse con una minoría de escaños en el Parlament de Catalunya. La primera prueba seria han sido los presupuestos. ¿Por qué los del último año pasaron y éstos ya no? El año pasado todavía gobernaba Colau en el Ayuntamiento de Barcelona, y el cambio de cromos entre Comunes-IU-Podemos, ERC y PSOE-PSC fue claro: se aprobaban los presupuestos de Colau/Barcelona, los de Aragonès/Generalitat y los de Sánchez-Díaz/Gobierno central. Pero con el relevo del PSC en el ayuntamiento de Barcelona, los Comuns pedían algún triunfo para apoyar y ERC y el PSC no estaban dispuestos. La cadena se rompió por el punto más débil. Y cayeron en cadena los presupuestos de la Generalitat, el Gobierno de ERC y los Presupuestos del Gobierno PSOE-Sumar. La fragilidad y la inestabilidad de la situación es enorme. Y para colmo, la maniobra de Sánchez con la amenaza de dimisión, eclipsa la campaña de las catalanas, polarizándola, a la vez que le permite cerrar filas dentro del partido y callar a los varones críticos.

Ahora se encaran las elecciones para el 12 de mayo. El punto de atención mediático es hasta qué punto se conserva un efecto Puigdemont como presidenciable, y si permite a JXC recuperar el segundo puesto por encima de ERC. Pero el panorama no va a cambiar sustancialmente para la formación de Gobierno. Los otros lugares parecen en las encuestas claros, con el PSC por delante, y una concentración del voto de la derecha españolista en el PP que acaba de tragarse a Ciutadans e incluso recoge algún escaño de Vox. Con este panorama no está nada claro quién podrá gobernar. Aunque aceptara a ERC gobernar con Puigdemont, no sumarían. Quedaría recuperar el tripartito (PSC, ERC y Comuns) pero no estamos en el 2003, nadie puede borrar el octubre del 2017, y ERC en retroceso precipitaría una crisis interna. Cualquier abstención necesaria para alguna otra formulación se pagaría a precio de oro o sería un dardo envenenado.

La CUP sigue desperdiciando tanto la renuncia de ERC (y también de JXC) al 1 de octubre como las del espacio del Comuns -ligado al Gobierno PSOE-Sumar- a hacer una política social mínimamente radical. Por motivos diferentes a ERC y Comuns les dan resultados en retroceso. Pero a la CUP también. La CUP aparece cada vez más desdibujada y difícil de percibir en qué es diferente a ERC y JXC si lo miramos en clave independentista, porque en Girona han demostrado que pueden formar un mismo Gobierno, mientras que, en clave de ruptura con el sistema, cada vez más se aproxima a la socialdemocracia de los Comuns. Atravesada por un debate interno, el Proceso Garbí, tras retrocesos electorales y mucha gente que se le ha ido decepcionada, en estas elecciones la dirección de la CUP ya introduce un giro a la derecha en el programa. A más grave la situación de las clases populares, a mayor decepción en el movimiento independentista, más moderación en la CUP.

Quizás la dirección de la CUP se mira en la subida de votos de los “moderados” Bildu y el BNG que han subido mucho en votos en las autonómicas, pero la dirección de la CUP se equivocaría si comparase el momento que vive Catalunya con el que viven Galiza y Euskal Herria. En primer llugar porque desde hace años BNG, como Bildu tienen como referente a ERC no a la CUP. Y en Catalunya esa subida del nacionalismo moderado ya ocurrió. Porque octubre de 2017 es un punto de inflexión que no vivieron las otras dos naciones oprimidas. Y ésta es la fuerza que permitiría a la CUP avanzar en la construcción de una alternativa para el nuevo embate que está por venir.

Las claves para este giro nos las dieron en octubre del 2017. El 1 un referendo que supuso una derrota política del estado monárquico que, impotente, reprimió sin conseguir ningún objetivo político. Pero la huelga del 3 tiene también un alto simbolismo: un sector de la clase obrera catalana de las fábricas del cinturón industrial de Barcelona, que no habían estado en primera fila el 1 de octubre participan en la huelga, porque una cosa es no ser independentista y otra permitir que el estado reprima como lo hizo el 1. Y un sector amplio de la clase obrera sí está de acuerdo en que el pueblo catalán pueda decidir su futuro. La cifra nos la da la SEAT Martorell, 1.000 van a la huelga, con la empresa, CCOO y UGT en contra. Ésta es la punta desde la que un independentismo de izquierdas debe estirar: dejar de ser un ala izquierda de un bloque independentista que ya no existe, y dar un giro hacia las luchas sociales obreras y populares, porque es ahí donde existe una nueva mayoría que permita alcanzar la república catalana. Y el 27 con la proclamación de la República catalana por Puigdemont que él mismo suspendió segundos después, marcan el punto hasta dónde puede llegar la burguesía y la pequeña burguesía catalana (ERC y JXC) en su embate con el estado, e inmediatamente se replegaron de nuevo en el autonomismo.

A tal punto el giro a la moderación en el programa de la CUP y en la relación cada vez más prepotente que establece, que nosotros no podíamos firmar su programa, ni en consecuencia participar de las listas. Pediremos el voto a la CUP, porque a pesar de todo no damos por perdida la lucha por el necesario bloque de una izquierda anticapitalista que rompa con el régimen del 78, en el que la CUP tenga un papel importante, pero cada vez quedan menos posibilidades.

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