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Elementos de análisis del 21D en el cinturón industrial

El cinturón ¿naranja o rojo?

M. Esther del Alcázar, 11 de marzo de 2018




En el cinturón industrial –cogiendo sólo las comarcas de Baix Llobregat, Barcelonès y Vallès Occidental-, donde se concentran 3 millones de personas, y mayoritariamente la composición social es obrera, no se ha derrotado el 155. Por 20.000 votos abajo, nacionalistas y Comunes, no igualan C’s, PP y PSC. Esto es especialmente significativo, cuando es C’s quien se impone a PSC, en su feudo histórico y en poblaciones como L’Hospitalet de Llobregat, Cornellà, Santa Coloma de Gramenet o Gavà, en las que el PSC tiene la alcaldía. Pero no ha sido mejor, cuando quién la tiene son las variantes de Podemos, como Barcelona –que queda quinta fuerza- o Badalona.

De estas tres comarcas, donde se fortalece más C’s y los favorables al 155 sacan la diferencia es en el Baix Llobregat –60.000 votos-, porque en el Barcelonès y en el Vallès Occidental, las fuerzas contrarias al 155 ganan por 30.000 y 10.000 votos respectivamente-. Y una de las razones de este avance en el Baix, es porque el PSC todavía rasca algo y queda como segunda fuerza, a diferencia de las otras dos en que queda cuarta, superada por ERC y JxC. La CUP no llega al 5% en ninguna de las tres, y dónde peor, es en el Baix con un 3,06%. Cómo sea que en todas ellas, el PSC se mantiene o aumenta ligeramente, los votos de C’s vienen del PP y de los abstencionistas. El caso más significativo vuelve a ser el Baix, donde la participación creció un 6%, por encima de la media catalana y el grueso fue a C’s.

Aún así, entre JxCat, la CUP y ERC de los cerca de 106.000 votos más que en el 2015 que obtienen, 60.000 provienen del Barcelonès, el Baix Llobregat y el Vallès Occidental y Oriental. Es decir, que las opciones independentistas de conjunto suben, a pesar del triunfo global del 155.

¿Un giro estable o una oportunidad?

Sería un error, sin embargo, estabilizar los resultados. Si siempre son sólo una expresión deformada de la lucha de clases, en este caso, todavía es más así, por el peso que ha tenido el tema identitario y la nefasta política, tanto de la izquierda tradicional en cuanto a formación de conciencia, como –en menor medida- de la nueva izquierda.

Lo decimos porque los resultados globales del cinturón industrial el 27S resultaban ya preocupantes: el unionismo ganó en las tres comarcas que comentamos (Baix con más de 80.000 votos, en el Barcelonès con unos 17.000 y en el Vallès Occidental con otros 14.000). Pero sólo tres meses después, el 20D, en las generales, con una participación superior al 70%, En comú-Podem ganaba en las 30 localidades del Baix, en 17 de las 23 del Vallès Occidental y en todas las del Barcelonès. Y lo revalidaba el 26J de 2016. C’s se daba un buen batacazo, quedando 3a en el área metropolitana, por detrás del PSC, y a nivel de demarcación, 4a, por detrás de ERC.

No queremos ni minimizar el resultado de C’s, ni decir que volverá a pasarle lo que en 2015. Pero sí alertamos de que una izquierda institucional unionista, que desde la Transición ha venido favoreciendo la separación de la lucha obrera de la de los pueblos, cuando se demuestra inviable para solucionar los problemas de clase (tanto PSC como PSUC-ICV-EUiA), deja sólo la estela del patriotismo español que puede coger cualquier rumbo. Es lo que los sociólogos y politólogos denominan la teoría del clivaje, según la cual, según las elecciones se imponen clivajes diferentes (en unas social, en otras nacional), cosa que quiere decir que el o la trabajadora no asociaría régimen con dominación de clase, sino que llevado por los diferentes clivajes sociales en un caso podría arrastrarlo la derecha españolista y en el otro un concepto más «de izquier- da», de clase. Esto, en términos revolucionarios, es terrible, puesto que difícilmente se dará un proceso sin responder al otro. Pero también queda patente que no es un tema cerrado y los cambios electorales del 2015-2016, así lo han demostrado, porque la crisis de la vieja izquierda institucional, deja un serio problema, pero a la vez, crea un marco de oportunidades porque la consolidación de las opciones políticas está al aire.

Que esto es así se mide también con el avance en más de 45.000 votos entre las 3 comarcas de las posiciones independentistas entre el 27S y el 21D a pesar de todos los demonios azuzados en estas últimas. Los capitaliza especialmente ERC. Y se cumple en todas, incluido el Baix, donde el incremento es de 15.000 votos, muy por encima de la cifra de nuevos votantes que apenas son 5.000, probablemente reflejando una franja de los Comunes que bajo las amenazas y la presión del 155 se definen por opciones nacionalistas como expresión de la defensa del 1 y el 3 de O (Somos Alternativa y probablemente más). También es cierto, que los Comunes pierden por los dos lados, puesto que también parecería que pierden un voto que va al PSC.

Así que no es fácil, pero así como hemos venido diciendo, que es una necesidad imperiosa esta unidad de la lucha nacional y social, insistimos que la oportunidad de reconstruirla está abierta, puesto que la crisis de los viejos aparatos libera conciencias que buscan alternativas. Y difícilmente esta crisis se cerrará con populismos desligados del día a día, retransmitidos por TV, ni de derechas ni de izquierdas, que pueden puntualmente obtener unos resultados en función del clivaje, pero que está lejos de estar consolidada. Está abierta la oportunidad de reconstruir una real conciencia de clase, que necesariamente tiene que ser global y teñir de estos intereses todas las opciones políticas que hagan los y las trabajadoras. Esta reconstrucción, que tiene que ser cotidiana, al calor de cada lucha y necesidad, es la que está abierta y con la que nos comprometemos.

M. Esther del Alcázar

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