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Honduras

Golpe militar, resistencia y negociación

L.C. Gómez-Pintado, "Luca", 6 de septiembre de 2009




El 28 de Junio, Honduras despertaba con la noticia de que el presidente, Manuel Zelaya del Partido
Liberal, había sido detenido por fuerzas militares, en lo que constituía un golpe de estado como los que
hacía años no se veían triunfar en Latinoamérica. Los medios de comunicación no afines al golpismo
fueron rápidamente clausurados y, desde los que permanecieron abiertos, se explicaron las razones
oficiales del golpe, amparándose en una serie de acusaciones contra el presidente detenido. Éste, bajo
la presión de los golpistas firmó la renuncia, de la que se retractó más tarde, y fue exiliado. El Presidente
del Congreso, Roberto Micheletti, también del PL, fue nombrado presidente por los golpistas y
reconocido por los organismos estatales, la oligarquía y las Iglesias del país (católica y evangélica). Sin
embargo, un masivo movimiento se levantó contra el nuevo gobierno, y la lucha contra el golpe se ha
mantenido hasta hoy, lo que ha motivado la cautela de la llamada «comunidad internacional» que aún
no ha reconocido al presidente golpista y trata de dirigir un proceso negociador que vacíe de contenido
la resistencia contra el golpe.

Honduras, con casi 8
millones de habitantes, ya
vivió golpes de estado y
dictaduras militares durante
el siglo XX. En la
década de 1980, tras un
proceso democrático
apadrinado por el imperialismo
norteamericano, se
convirtió en base militar
para la guerra sucia de
EE.UU. contra el gobierno
sandinista de Nicaragua.

En el interior del país
se procedía a la sistemática
represión de militantes
sindicales y de izquierda,
mientras el estamento
militar recibía los beneficios
de la generosa ayuda financiera
yanqui administrada por los gobiernos
de turno. Se instaló en el
país un sistema bipartidista en el que
los dos grandes partidos de la oligarquía
(el Nacional y el Liberal), se
turnan en la aplicación de las políticas
que emanan del Banco Mundial
y del FMI. El resultado, como
en otros países, crecientes privatizaciones,
carestía (la factura de la
luz se multiplicó por diez), tercerización,
maquiladoras… enriquecimiento
de la oligarquía local y grandes
beneficios para las multinacionales a
costa del empobrecimiento de la población
y del saqueo legal de los recursos
del país. Por poner un ejemplo,
según El Heraldo de Tegucigalpa,
entre 2001 y 2006, las compañías
mineras estadounidenses y canadienses
ingresaron 9920 millones
de lempiras ($ 524 millones), de las
que sólo 618,4 millones ($ 32 millones)
quedaron en Honduras.

Hubo diferentes oleadas de
movilizaciones, como las de 2003,
año en el que organizaciones políticas,
sindicales y sociales formaron
la Coordinadora Nacional de Resistencia
Popular, están el PN en el
gobierno. En 2005, el PL gana las
elecciones, resultando presidente
Manuel Zelaya. Como los políticos
de otros países, Zelaya trató de
aplicar una máscara de política social,
para contener el descontento.

Planteó una tímida e insuficiente
reforma agraria, sin efecto, e hizo
ingresar al país –miembro del Área
de Libre Comercio de las Américas
(ALCA), tratado con EEUU- en el
ALBA -Alternativa Bolivariana para
América, impulsado por Cuba y Venezuela
como «contrapeso» del tratado
yanqui. Hubo importantes
movilizaciones en 2006 (Paros Cívicos),
y nació la Candidatura Independiente
Popular –hoy en la lucha
contra el golpe. Zelaya llegó a plantear
la posibilidad de una consulta
sobre la convocatoria de Asamblea
Constituyente para redefinir el marco
de la república. Esta política, que
en ningún caso cuestionó el modelo
económico, y que hizo a miles
de trabajadores movilizarse, hizo a
la oligarquía hondureña impulsar el
golpe contra Zelaya.

Resistir y vencer al golpe o
legitimarlo en la negociación

La resistencia que ha enfrentado
el golpe ha sido importantísima durante
todo el verano, con grandes
marchas y movilizaciones de repudio
a Micheletti, exigiendo el retorno
de Zelaya, acompañadas de
huelgas en algunos sectores como
la enseñanza, salud, energía eléctrica,
agua potable, bananeros...,
aunque aún no suficientemente
centralizadas y coordinadas. En este
proceso se creó el Frente Nacional
de Resistencia Contra El Golpe, por
el repudio al gobierno de Micheletti
y el retorno de Manuel Zelaya. A
pesar de que la represión se ha
cobrado ya varias vidas y ha dejado
cientos de heridos y detenidos, la
disposición de lucha del pueblo hondureño
se mantiene después de
más de dos meses.

La cautela de las instituciones internacionales
nos muestra varias
cosas. En primer lugar, la importancia
del movimiento antigolpista, pues
de no ser así, Obama-Clinton (y la
OEA, la ONU y los demás gobiernos)
no tendrían inconveniente en
reconocer a Micheletti como presidente
legítimo. También nos muestra
el cambio en la política del imperialismo
–recordemos a Bush,
junto al coro de la «comunidad internacional
» condenando a Chávez
en 2002 y esperando el éxito del
golpe de estado en Venezuela. Esto
no significa que Obama sea «mejor
» o más «blando»
que Bush –véase
su política en
Afganistán o sus
recientes planes
con las bases militares
de Colombia.
Significa que tiene
dificultades para
seguir apostando
por las salidas militares
«a palo seco»
y prefiere controlar
«democráticamente
» los procesos,
para evitar males mayores, como
en Irak o en Venezuela en 2002.
Por eso su opción principal en la
actualidad es la «salida negociada».

La trampa de la negociación con
los golpistas, propuesta por el imperialismo
yanqui a través del presidente
costarricense Oscar Arias,
y apoyada por Zelaya, supone en
la actualidad un freno a las posibilidades
de derrotar el golpe, pues
hace depender al movimiento de
masas de los resultados de la misma,
limita sus acciones –lo que va
desgastando a sectores que pueden
empezar a tener dudas sobre
el sentido de la lucha-, y pone en
segundo plano sus reivindicaciones,
tanto la vuelta sin condiciones de
Zelaya como el castigo a los
golpistas –por el golpe y por la represión
posterior-, y la reivindicación
de la Asamblea Constituyente Libre
y Soberana.

Para evitarlo, es necesario aprovechar
todo el movimiento que ya
se ha realizado para organizar la
huelga general y las acciones que
echen definitivamente al gobierno
golpista, antes de que éste se consolide
por la vía de las próximas elecciones-
farsa que el golpismo pretende
legitimar. La lucha contra el golpe
militar triunfará en las calles,
como en Venezuela en 2002, o se
perderá en la mesa de negociaciones.

Apoyemos la lucha de la
resistencia hondureña contra el
golpe

Huelga General para echar a
los golpistas e imponer el
regreso incondicional de Zelaya

Asamblea Constituyente
Libre y Soberana

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