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Problemas de reorganización de la izquierda revolucionaria

Lucha Internacionalista, 9 de noviembre de 2011




La situación política y la
tendencia a reagrupar

La urgencia para conformar un
polo de referencia de la izquierda
revolucionaria surge de la necesidad
política. La ofensiva capitalista
es brutal sobre los trabajadores/as,
la resistencia obliga e impulsa la
unidad en un sentido defensivo. La
ausencia de un discurso creíble y
con suficiente entidad para ser un
polo de atracción con propuestas
claramente anticapitalistas, se convierte
en necesidad absoluta ante
el apabullante discurso único de la
derecha, la socialdemocracia y los
dirigentes sindicales mayoritarios, de
que ante las medidas capitalistas no
se puede hacer prácticamente
nada.

Hay grupos de este sector de la
izquierda que, impresionados por el
alcance del 15M, hablan de que la
revolución ya se inicia, la Spanish
Revolution, en desigual comparación
con los procesos que acabaron
con los regímenes de Túnez,
Egipto o Libia. Sin embargo, la situación
está determinada por una
derecha, más derecha que la socialdemócrata,
que se prepara para
la llegada al poder, mientras una
extrema derecha avanza en su reorganización.

Ciertamente es muy
importante que, ante la brutalidad
de la crisis, sectores de juventud se
abran al debate y a la acción política
contando con las simpatías de
amplios sectores obreros y de las
clases medias, pero la realidad está
aún muy alejada de un cambio revolucionario.

Y si la finalidad es
«autoanimarnos», esto sirve de bien
poco. Los domingos cientos de miles
se indignan en las marchas
multitudinarias, pero los lunes, cuando
estos «indignados e indignadas»
llegan a sus centros de trabajo, aparece
el fantasma del miedo a la pérdida
del puesto de trabajo, la referencia
de unos sindicatos mayoritarios
con el discurso del conformismo
y de que no hay nada que hacer
ante el dictado del capital, que
siguen controlando la mayoría de los
lugares de trabajo.

Un partido frente o un frente
de partidos… y más

Con la sensación de peligro y debilidad
que siente en sus carnes la
clase obrera, las tendencias a reagrupar
las fuerzas es notable, de
manera que el esfuerzo por reagrupar
tiene un plus, aparte de que ese
reagrupamiento debe permitir la
entrada de muchos/as que no están
organizados/as. A ese reflejo
responden todos los grupos de la
izquierda revolucionaria/alternativa y
todos hablan de agrupaciones, frentes,
unidad... pero poco se consigue
avanzar.

Hasta ahora, hay dos tipos de
agrupamientos que se han venido
aplicando: el de los partidos frente
y los frentes de
partidos. El más
conocido de los
primeros es el actual
Nuevo Partido
Anticapitalista
francés. Son partidos
que contienen
en su seno a
diferentes agrupaciones
políticas
que se expresan
cotidianamente
en tendencias o
fracciones. La
cuestión es que el
proceso se torna
muy difícil cuando la disgregación es
grande, los perfiles están muy definidos
y no hay un proceso anterior
de participación común en luchas,
que permita reevaluar las diferencias
al calor de la lucha de clases.

Las diferencias políticas y
programáticas se exacerban en los
debates internos, y se producen
estallidos como los que han tenido
lugar en el NPA francés. Los segundos,
los frentes de partidos, encaran
un proceso más lento: partiendo
del reconocimiento mutuo de las
diferencias, y encarando los compromisos
en base a las coincidencias
para intervenir en la lucha de
clases, afrontan lealmente los debates
de las diferencias sin la presión
de una estructura partidaria
superior.

Las diferencias que hoy separan
a los distintos grupos son a veces
significativas. Por ejemplo, las que
separan a Revolta Global-IZAN de
Lucha Internacionalista. El peso de
los trabajadores en la construcción
del partido, la importancia del trabajo
sindical, una posición nítida no
sólo «anticapitalista» sino en positivo
por el socialismo y por un control
estatal de los medios de producción
bajo control obrero... Estas diferencias
importantes, que nos motivan
a seguir defendiendo nuestro proyecto
organizadamente, como partido,
no pueden sin embargo,
absolutizarse en la situación de la
lucha de clases descrita más arriba.

Por un lado, porque tenemos
consciencia tanto de nuestras limitaciones
como de las de los demás,
y también de esa necesidad objetiva
de reagrupamiento; del otro,
porque muchas de las diferencias
pueden no ser inminentes y esto es
lo que permite que, sin oportunismos,
creamos que podemos hacer
un camino juntos con Revolta Global,
En Lluita, Corriente Roja, Red
Roja, y también con sectores nacionalistas
de izquierdas.

Por eso creemos que, dada la dispersión
de grupos con identificaciones
diferenciadas, en un momento
en el que nuevos sectores son llamados
a la lucha, pero ésta aun no
se ha desencadenado de manera
decidida en el movimiento obrero,
el «frente de partidos y más», es lo
que más responde a la situación.
Un «frente de partidos y más»,
porque los grupos de la izquierda alternativa/
revolucionaria, aun los más
grandes, no pueden encuadrar el
movimiento que hoy se pone en
marcha. Ese «y más» debe ser la
posibilidad de que jóvenes o trabajadores/
as que, o se incorporan a
la lucha o vienen de experiencias muy duras con el estalinismo, encuentren
un espacio abierto en el que puedan
discutir y participar de alguna manera
en la toma de decisiones.

La respuesta de los grupos de la
izquierda revolucionaria

Esta fue nuestra propuesta inicial a
Revolta Global, Corriente Roja, En Lluita
y a Endavant el verano del 2010, que
culminó con algunas de esas fuerzas en
la constitución de Des de Baix. Ha funcionado
muy parcialmente y, contra lo
que decíamos al principio, particularmente
en periodo electoral. Sobre esto ya
hemos escrito en anteriores periódicos
de Lucha Internacionalista. Pero aun
con todas sus debilidades, allí donde se
ha desarrollado demuestra su capacidad
de organización. Hace falta que las
principales fuerzas que la componemos
nos lo creamos y tiremos fuertemente
de ello.

Sin embargo, la tentación de cerrar
esa perspectiva y anteponer el proyecto
propio, cuanto más grande es el grupo
mayor es la tentación. ¿Por qué tener
que compartir, con lo duro que se
hace a menudo tener que ir discutiendo
acuerdos con otros, si realmente
podemos ‘tenerlo todo’ nosotros? Bueno,
este es el pragmatismo de algunos
que lleva al sectarismo con otros grupos.

¿Qué pasó con Corriente Roja, con
Izquierda Castellana, con Izquierda
Anticapitalista? Todos a su manera llaman
a la unidad, al frente, como lo hace
En Lucha o nosotros, pero ¿qué pasos
concretos se han dado para concretar
esa unidad, cuántos sectarismos e historias
pasadas se han dejado a un lado
para poner en marcha un frente que
sería un importante polo de referencia?

Pocos, y en algún caso ninguno.
Y sin embargo, esa sigue siendo la
necesidad, y no hacerlo no facilita la
posibilidad de que en la dura lucha defensiva
de la clase que todos y todas
sabemos es necesaria, la izquierda revolucionaria
pueda aparecer como alternativa.
Por eso, es preciso revertir la
dinámica actual y tomar la decisión más
abierta para combatir juntos sobre puntos
mínimos pero claros. Una opción que
cree un espacio de debate de lo que
son diferencias, sin esconderlas ni
minimizarlas, una realidad plural entre
partidos y militantes que no están organizados/
as políticamente. Esas son para
nosotros las tareas del momento.

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