La resistencia al régimen no cesa, siguen
las manifestaciones mientras el régimen no duda en
masacrar a la población, bombardeando con armas pesadas
Homs y otras ciudades, asesinando cientos de
sirios. Este es el punto de partida de cualquier análisis
de lo que está ocurriendo. Estamos del lado de los manifestantes,
del pueblo, y con ellos decimos ¡Fuera
Bachar!

Desde el chavismo y las corrientes neoestalinistas se
niega lo que ocurre, como antes en Libia. El caso más
curioso es Hezbollah, que en Libia estuvo con el movimiento
popular y ahora se coloca del lado del régimen,
siguiendo los pasos de Irán. Todos ellos aseguran que
la revuelta popular y la represión son mentiras, un gran
montaje. El efecto del silencio impuesto por el régimen,
que impide el acceso a la prensa, se convierte en el
pretexto para avalarlo. Aún así llegan las pruebas de la
masacre y es posible contactar con activistas de ciudades
como Homs que corroboran lo que ocurre. Pero
estas corrientes siguen negando la realidad. Parece increíble,
pero visto con un poco de distancia histórica, el
estalinismo siempre ha sido experto en esconder las
reacciones populares como complots internacionales y
en acusar a quienes las apoyaban como agentes del
imperialismo...

El imperialismo nunca espera con los brazos cruzados
e intenta en Siria condicionar lo que vendrá después
de la caída del régimen, que ya puede ser inevitable.
Pero no hay que confundirse, durante meses, el
imperialismo -como hizo con Gadafi- apostó por su continuidad.
Cuando eso ya no sea posible o cuando sea
un elemento de desestabilización de la zona, optará
por deshacerse de él. Con ese objetivo conformó el
Consejo Nacional Sirio bajo el auspicio del Gobierno turco
de Erdogán, para controlar la salida. Se puede especular
sobre si al final habrá intervención militar directa
o no, pero esa posibilidad no puede condicionar el apoyo
del movimiento de masas masacrado por el régimen.

Como señala el manifiesto que presentamos en este
número de LI, nada se puede esperar del imperialismo
en beneficio del movimiento popular: su intención será
preservar sus intereses y evitar cualquier salida que
pueda incomodar a Israel, su portaaviones en la zona.
Por ello rechazamos toda intervención imperialista, por
la vía militar o sin ella. Ciertamente, entre las fuerzas de
resistencia hay sectores con ilusiones sobre una intervención
limitada para detener la sangría de muertos y
heridos. Estamos contra toda agresión imperialista, incluso
contra una dictadura (como en Malvinas o en Irak),
pero no hay que olvidar que el desencadenante de la
situación en Siria no es un plan imperialista para cambiar
el régimen de Assad, sino un levantamiento popular
contra éste. Y que esta intervención se gestará precisamente
para abortar el proceso revolucionario.

No tiene sentido condicionar el apoyo a una lucha porque no garantiza su futuro.
Nadie hubiera entendido esta
reacción, por ejemplo, ante la
lucha contra el franquismo: al
final, el régimen se preservó,
terminando, si cabe, más atado
al imperialismo (UE, OTAN)
y controlando la transición. ¿Fue
eso motivo para no apoyar la
lucha antifranquista anterior?

Estamos con la revolución,
estamos contra la intervención
imperialista, esos son los dos
ejes del llamamiento a solidarizarse
con la lucha del pueblo
sirio. Y hacerlo activamente es
la mejor manera de ayudar al
proceso revolucionario y de alejar
las ilusiones sobre el papel
del imperialismo.

15 de febrero de 2012