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Respuestas después del crack del 29

La salida trabajadora: repartir el trabajo y garantizar los salarios

Leon Trotsky, 16 de febrero de 2008




En septiembre de 1938 Trotsky recibió
en su casa de México la visita
de un funcionario de la CIO (organización
sindical de EEUU). Se tomó
nota taquigráfica de la discusión. El
mismo año se publicó la parte de la
discusión que podía ser de interés
general, que se encuentra recogida
en el libro “Sobre los sindicatos” de
León Trotsky. El norteamericano es
“A” y Trotsky es “B”.

“A: La política de nuestro sindicato
tiene por objeto impedir el desempleo
total. Logramos que el trabajo
se reparta entre todos los
miembros del sindicato sin reducción
de la paga por hora.

B: ¿Y qué porcentaje de sus salarios
anteriores reciben ahora?

A: Alrededor del 40%.

B: ¡Pero eso es monstruoso! ¿Han
logrado una escala móvil de horas
de trabajo sin variación de la paga
por hora? ¡Pero eso significa simplemente
que el peso total del desempleo
recae con toda su fuerza sobre
los mismos obreros! Liberáis a los
burgueses de la necesidad de gastar
sus recursos en los desocupados
haciendo que cada obrero sacrifique
tres quintos de su salario (...)

A: El capitalismo norteamericano
(...) ¿Puede acaso consolar a los
obreros con la esperanza de que la
crisis actual tendrá un carácter transitorio
y que en un futuro cercano se
abrirá otra era de prosperidad? (...)

B: Pero entonces esto significa
que mañana vuestros obreros recibirán
el treinta por ciento de sus salarios
anteriores, luego el veinticinco
y así sucesivamente.(...)

A: ¿Qué puede hacerse?

B: Sobre todo hay que decir a las
masas cómo son las cosas (...)

A: ¿Y usted qué haría en los EEUU
si fuera un organizador sindical?

B: En primer lugar, los sindicatos
deben plantear correctamente el
problema del desempleo y los salarios.
La escala móvil de horas de trabajo,
como la que tienen ustedes,
es correcta: todos deben tener trabajo.
Pero la escala móvil de horas
de trabajo debe completarse con la
escala móvil de salarios. La clase
obrera no puede permitirse una reducción
continua de su nivel de vida,
porque eso equivaldría a la destrucción
de la cultura humana. Hay que
tomar como punto de partida los
promedios de paga semanal más
altos del período previo a la crisis de
1929. Las poderosas fuerzas productivas
creadas por los obreros no
han desaparecido ni han sido destruidas.
Allí están. Los que las controlan
son los responsables del desempleo.
Los obreros saben y quieren
trabajar. Debe dividirse el trabajo
entre todos los obreros. La paga
semanal de cada obrero no debe
ser menor que el máximo obtenido
en el pasado. Esa es la exigencia
natural, necesaria e impostergable
para los sindicatos. Si no, serían
barridos como trastos viejos por el
desarrollo histórico.

A: ¿Es factible este programa?
Implica la ruina segura de los capitalistas.
El mismo podría apresurar
el crecimiento del fascismo.

B: Claro que este programa significa
lucha y no postración. Los sindicatos
tienen dos posibilidades. Una
es maniobrar, retroceder, cerrar los
ojos y capitular poco a poco para
que no se “enojen” los patrones o
no “provocar” a la reacción. (...) La
otra es comprender el carácter
inexorable de la actual crisis social y
encabezar la ofensiva de las masas.

A: ¿Pero cuál es la perspectiva a
largo plazo? ¿A dónde llevarán a los
sindicatos las últimas consecuencias
de estos métodos de lucha?

B: Evidentemente, la escala móvil
y la autodefensa no son suficientes.
No son más que los primeros
pasos, imprescindibles para salvar a
los obreros de la muerte por inanición
o a manos de los fascistas. Son
medios de defensa urgentes y necesarios.
pero no pueden por sí mismos
resolver el problema. La tarea
básica consiste en sentar las bases
para un sistema económico mejor,
para una utilización más justa, racional
y decente de las fuerzas productivas
en bien de todo el pueblo.
Esto no puede lograrse por los
métodos comunes, “normales”, rutinarios,
de los sindicatos. usted no
puede estar en contra de esto porque
bajo las condiciones de la decadencia
capitalista los sindicatos
aislados resultan incapaces hasta de
detener el deterioro de las condiciones
de vida de los obreros. Se necesitan
métodos más decisivos y
profundos. La burguesía, que tiene
el control de los medios de producción
y el poder estatal, ha llevado la
economía a un estado de confusión
total y sin salida. Es necesario declarar
incompetente a la burguesía
y transferir la economía a manos
nuevas y honestas, a manos de los
propios obreros. ¿Cómo hacerlo? el
primer paso está claro: todos los sindicatos
deberían unirse y formar su
propio “partido obrero”.

(...) La tarea
del partido obrero consistiría en
tomar el poder en sus propias manos,
todo el poder, y luego poner en
orden la economía. Esto significa:
organizar toda la economía nacional
de acuerdo a un único plan racional,
cuyo objetivo no sea el beneficio
de un puñado de explotadores
sino los intereses materiales y
espirituales de una población de
ciento treinta millones.”

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