Del 26 al 30 de marzo se celebraba
en Túnez la 12 ª edición
del Foro Social Mundial. Ha sido
el primer año que Lucha Internacionalista
participa en este
evento y los motivos de nuestra
presencia, más que el foro en sí
mismo, han sido el lugar y el
momento histórico en el que se
producía: Túnez, cuna de las revoluciones
del norte de África y
que ha continuado siendo escenario
de las movilizaciones de un
pueblo que ve como el gobierno
que ha secuestrado a su revolución,
Enahda, no da solución a
las reivindicaciones que la impulsaron:
pan, trabajo y libertad.

El lema asociado desde hace
unos años al FSM es bastante más
abstracto y ambiguo que los de las
revueltas de Túnez o Egipto. Otro
mundo es posible no termina, por
las acciones que lo acompañan, de
dejar claro si pretende cambiar el
mundo en el que vivimos o inventar
otro en paralelo. Un maremágnum
de stands de unas 4.600 organizaciones
de 127 países, la mayoría
de carácter apolítico, daban al foro
una imagen que describe perfectamente
Santiago Alba «de inmensa,
alegre y bulliciosa feria de vendedores
de causas perdidas».

El
movimentismo, que ya desde hace
unos años acompaña al FSM, hacía
que fuera más fácil encontrar
iniciativas dedicadas a intentar aliviar los efectos del capitalismo que
ha combatirlo. Se ha calculado que
un 75% de las organizaciones presentes
en el encuentro pertenecen
a las grandes ONGs del planeta, algunas
de las cuales son la cara
amable de la cruz que origina y argumenta
su existencia. Especialmente
insultante era la presencia del
USAID, la agencia de los EEUU para
el desarrollo internacional que ha
acompañado estrategicamente sus
invasiones en Latinoamérica. Eso sí,
tuvieron que cerrar el stand debido
a un escrache improvisado. En el
FSM han estado conviviendo durante
cuatro días algunas de las víctimas
y sus verdugos del panorama
internacional. Así, entidades custodiadas
por la monarquía de Marruecos
hacían movimientos para boicotear
actos en los que participaban
movimientos por la autodeterminación
del pueblo saharaui. Aún
más sangrante fue la aparición de
panarabistas defensores del régimen
de Bashar Al Assad que persiguieron
y agredieron a los defensores
de la revolución siria en presencia
del resto de asistentes al foro,
algunos de los cuales se lo tomaron
como un espectáculo más de
un FSM con un innegable carácter
circense.

Pero a pesar de todas las limitaciones
mencionadas, este foro tenía
para la izquierda tunecina una
enorme importancia. Más que por
los stands que había, por los encuentros
que permitía. Suponía en
cierto modo, la apertura y presentación
internacional de los partidos
del Frente Popular y la posibilidad
para los asistentes tunecinos de conocer
y mostrar posiciones sobre la
situación actual de su proceso revolucionario.
En este sentido, nuestra
pancarta fue, sin duda, un acierto.

La consigna de la Revolución permanente
hacía que se acercaran a
nosotros desde trotskistas reconocidos
a jóvenes cargados de insignias,
algunas de las cuales llegaban
a ser contradictorias. La falta de
madurez política estaba compensada
por la excepcional inquietud que
evidenciaba la presencia de una revolución.
Y el carácter inconformista
y persistente en las reivindicaciones
sociales que la hicieron posible
y que aún están por alcanzarse,
hacían que estos jóvenes se identificaran
con la expresión de permanente.

Los materiales con las posiciones
del partido en relación con la revolución
siria, Mali, Palestina, las revoluciones
del Norte de África y Oriente
Medio, Latinoamérica y la crisis
en Europa tuvieron una muy buena
acogida. Especial interés despertaban
los textos sobre la revolución
tunecina, la presencia de LI desde
el inicio de las revueltas de Sidi
Bouzid y la declaración de la UIT-CI
sobre la situación en Túnez tras el
asesinato de Coukry Belaïd. En este
sentido, los jóvenes de las organizaciones
de la izquierda hicieron suya
la campaña de nuestra compañera
Yolanda. Llamaban sus compañeros
y conocidos a firmarla y se llevaban
hojas vacías que volvían llenas
de firmas.

El FSM nos ha permitido contactar
con más de un centenar de
miembros de organizaciones de Túnez,
que van de la plataformas de
parados, sindicatos de estudiantes
y la UGTT, a los partidos del Frente
popular. También nos llevamos los
contactos de organizaciones en
defensa del pueblo amazigh, trotskistas
de Egipto o Brasil y marxistas
de Indonesia o Nigeria. Especialmente
relevantes han sido los
encuentros con las organizaciones
de la izquierda siria con las que se
ha conseguido la difícil pero necesaria
tarea de coordinar los primeros
encuentros internacionales de
organizaciones de la izquierda, de
las que sale la Declaración sobre la
revolución siria de las fuerzas de la
izquierda presentes en el FSM.

Nuestro compañero Fatih, de la
LGO, el partido trotskista del Frente
popular en Túnez, definía este
documento como lo más importante
que ha salido de este foro.
El acto de clausura del FSM fue
una manifestación sobre posiblemente
el único tema que permite
un mínimo consenso de las diversas
corrientes ideológicas que allí
coexistían: Palestina. Aún así, hubo
tensiones entre baathistas con imágenes
de Sadam e islamistas pro-
Homeini y también entre algunos
islamistas y los sectores de la izquierda
tunecina que volvieron a
cantar «axaáb Yuridi a azaura min
yidid» (el pueblo quiere otra revolución).

En definitiva, un balance muy positivo
de nuestra presencia en el
FSM. No tanto por el foro en sí mismo,
como por los encuentros, reuniones
y actividades que nos ha
permitido desarrollar.