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Nacionalizaciones capitalistas en EEUU y Gran Bretaña

Socialización de pérdidas

Víctor Messeguer, 15 de abril de 2008




En EEUU, mientras han superado
el millón de expedientes de
deshaucio y la previsión es de que
lleguen a los dos millones este año,
la Reserva Federal – el equivalente
privado norteamericano del Banco
Central Europeo – ha nacionalizado
de tapadillo el quinto banco de
EEUU, Bear Stearns, que estaba
en una quiebra no declarada. Lo
han realizado por el expediente de
quedarse sus préstamos incobrables
pagándolos como si fueran a
ser devueltos y prestando dinero a
otro banco (J.P. Morgan) para que
lo compre a precio de saldo y con
la Reserva Federal como garantía
(un año antes las acciones de Bear
Stearns valían 150$, el viernes 14
de marzo cerró a 30$ y el fin de
semana se vendió a 2$ la acción).
Es el prólogo del sueño que acaricia
la burguesía: ser salvados de sus
quiebras con el dinero de los estados.
Liberalismo puro y duro para
las familias trabajadoras mientras los
deshaucian, y socialismo para los
ricos. Un mes antes, en febrero,
había sucedido lo mismo en Gran
Bretaña, con la nacionalización del
banco Northern Rock para parar el
pánico que hacía formarse largas
colas de clientes en sus oficinas para
retirar su dinero, pues estaba en
quiebra.

Se va haciendo evidente que después
de la incesante creación de
dinero de la nada desde el final de
la segunda guerra mundial por los
bancos centrales – sobre todo el
norteamericano –, de los bancos
comerciales multiplicando el dinero
por medio de préstamos (ver “coeficiente
de caja” en la Wikipedia) y
de la emisión de deuda de las empresas
en base a expectativas de
beneficios futuros que nunca se van
a dar, ahora el problema no es de
liquidez. O sea, los bancos y fondos
no necesitan préstamos temporales
mientras venden los papelitos
que dicen que tienen un valor
(hipotecas, participación en empresas...)
sino que el valor de los papelitos
ha bajado drásticamente y para muchos de ellos no se encuentra
comprador a ningún precio. Se
está abriendo paso la constatación
de que la crisis es de solvencia, o
sea, las empresas y los bancos se
empiezan a encontrar que no pueden
hacer frente a los pagos que
deben realizar porque son superiores
a sus recursos económicos. Ningún
economista burgués defiende
en este momento el poder
autocurativo de los mercados. Preconizan
que debe haber dinero público
para salvarlos para que no suceda
la catástrofe.

Mientras, en los últimos 35 años,
en la oleada neoliberal que arranca
con Pinochet en 1973 y la instauración
del modelo de los economistas
de la llamada Escuela de Chicago
en Chile, de la dictadura Argentina,
Reagan, Thatcher, Bush, el capitalismo
rebajó las condiciones salariales
de los trabajadores, y empezó a
privatizar los servicios y sectores
públicos para convertirlos en negocio.
Todo acompañado de una
desregulación financiera cuyos resultados
estamos viendo. Con la
caída de la URSS y la restauración
capitalista en los países del Este y
China y la liberalización India, entre
1980 y 2005 se cuadriplicó la fuerza
de trabajo presente en el mercado
global capitalista. El capitalismo puso
a competir las diferentes clases
obreras, distintos sistemas fiscales,
normas medioambientales y sistemas
de protección social y sanitaria,
para forzarlos a la baja. La
automatización e informatización
aplicada por el capitalismo fue también
un factor que presionó a la baja
la capacidad de negociación de los
trabajadores. Primero en EEUU y
después en otros países, aparecieron
los “pobres con trabajo”. Tener
un trabajo y un salario ya no garantizaba
el dinero suficiente para vivir.

La ofensiva contra los sindicatos
tomó el modelo de que el trabajo
debía abaratarse lo suficiente como
para llegar al pleno empleo. Bueno,
al pleno empleo no se llegó ni jugando
con la estadística, en cambio
los salarios y condiciones laborales
sí empeoraron. El crédito permitió
enviar los problemas hacia el
futuro y ahora se está llegando a
ese futuro. Sólo que se parece a
un pasado muy anterior. Llegamos
a un futuro en el que el peso de la
ley se aplica al trabajador endeudado
o al trabajador que lucha, mientras
sectores burgueses delincuentes
financieros son salvados con dinero
de los trabajadores.

Los trabajadores y trabajadoras
pagamos la mayor parte de los impuestos
que recauda el estado y la
mayor parte del dinero de los mismos
no se acaba empleando en fines
sociales, pagamos por la especulación
con bienes y servicios básicos
como la vivienda y los alimentos
que ahogan a las familias. En la zona
de Barcelona ya se paga 180 euros/
mes por poder vivir en un balcón,
200 euros/mes por una cama y 300
euros/mes por una habitación. Pagamos
con la inflación que resulta
de la emisión de dólares y euros para
entregarlos a los financieros culpables.

También pagamos con el aumento
del paro, con las deudas, con
la privatización del sector público,
patrimonio pagado con la plusvalía
de generaciones de trabajadores.
Pagamos las invasiones imperialistas
con nuestras vidas y las de otros trabajadores
y trabajadoras.

En el estado español los gobiernos
estatales y autonómicos continúan
con su retórica de la eficacia
de la empresa privada y a favor
de la privatización mientras ha empezado
la nacionalización de los
grandes bancos mundiales
privadísimos. Mientras disminuyen
los ingresos de las administraciones
por efecto de la crisis (algunos
estados de EEUU y ayuntamientos
del estado español ya se encuentran
en quiebra no declarada)
se prepara a las opiniones públicas
para “el rescate” del sector financiero.
Eso significa trasladar las
quiebras al sector público y a la inflación,
mientras los respectivos presupuestos
“de defensa”, que en el
estado español representa el 2,4%
del PIB (más del doble de la cuantía
anual de los fondos europeos)
no sólo no desaparecen sino que
se amplían. Nuestros intereses
como trabajadores y trabajadoras
no tienen nada que ver con estas
“soluciones”.

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