PSOE y Podemos venden humo con los presupuestos. Mucho teatro para tan pocos cambios en política presupuestaria. Los presupuestos ardientemente defendidos por Podemos no suponen ningún fin de la política de recortes, ni de la prioridad a la banca en los asuntos de estado. ¿Estamos contra la subida del Salario Mínimo Interprofesional o de las pensiones? No, pero esto se puede hacer sin necesidad de avalar unos nuevos presupuestos al servicio del pago de la deuda y de la austeridad. Parece que más que al servicio de aportar unos presupuestos que tienen bien pocas posibilidades de llegar a término, estamos ante la gesticulación de la precampaña electoral, que no va a tardar en llegar.

Mientras esto ocurre, prosigue la crisis del régimen. La justicia, como tras la rectificación a favor de la banca en el caso del impuesto por las hipotecas, o con la recientemente frustrada renovación de los órganos del poder judicial, tiene la credibilidad por los suelos. Es una más de las instituciones del régimen que aparecen cuestionadas. Hace poco era un millar de militares (muchos en la reserva) que levantaban la mano en defensa de Franco. La transición está cada vez más al desnudo. Y también la traición del PSOE, del PCE, de CCOO y UGT, de los dirigentes nacionalistas burgueses de CiU y el PNV pactando la continuidad del viejo aparato de estado bajo la Monarquía.

Las dimisiones se suceden, se filtran declaraciones comprometedoras que hacen caer dirigentes como el caso Cospedal, y la Monarquía está cada vez más cuestionada. Pero hasta hoy esta crisis está manejada desde dentro del régimen y sus partidos, aunque no por ello se abren fisuras por las que puede penetrar el movimiento. Pero esta es la clave: si esta crisis no la toma el movimiento obrero y popular su resolución será contra él. Y a ello ya se apresta una extrema derecha financiada por sectores del capital financiero. Esta es la cuestión y no hay mucho tiempo para ello. Por eso son tan importantes iniciativas populares como los referéndums que se han desarrollado en barrios de Madrid o en la Complutense sobre Monarquía y República. Ese es el camino: la unidad de trabajadores/as y pueblos por el derecho a decidir, por una salida de clase a la crisis.

Los resultados de las elecciones andaluzas confirman el pronóstico que no es siendo cada vez más moderada como la izquierda tiene alguna posibilidad de recoger el rechazo y malestar de sectores de población trabajadora. Al contrario la suma de «lo nuevo» (Podemos) con «lo viejo» (IUCA) no suma, sino que resta. Es por ello más urgente que nunca abrir un espacio a una alternativa de ruptura no sólo con el régimen del 78 sino también con el capitalismo. Ya no bastan medias tintas de ruido para no mover nada substancial, porque las condiciones de vida en nuestros barrios obreros y populares no han dejado de agravarse.

La situación lo requiere, aunque parece que los partidos que podrían hacer efectiva una alternativa de trabajadores/as y pueblos parecen no estar por la labor. Las elecciones europeas debería ser el lugar para relanzar una coalición como fue Iniciativa Internacionalista (II), que mantenía en su programa las dos claves de ruptura: la defensa del derecho de autodeterminación de los pueblos, y un programa obrero de emergencia contra la crisis. Quienes podrían avanzar en esta dirección: la CUP-CC (en II sólo participó una de sus corrientes internas, Endavant), junto a algunas organizaciones de la izquierda revolucionaria, como Lucha Internacionalista. Sortu participó, pero tras el acuerdo con EA en el marco de Bildu, de nuevo se orienta hacia una acuerdo con ERC y el BNG. La corriente en el SAT que rechaza tanto la deriva por años en IU como la actual subordinación a Podemos. Junto a esas fuerzas está la izquierda revolucionaria y debería estar abierto a movimientos que acordaran un programa.

3/12/18