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XIII. Declaración de Lucha Internacionalista

Basta de racismo policial. Regularización ¡Ya!

Lucha Internacionalista, 11 de junio de 2020




Racismo+ Covid 19+ crisis económica: una mezcla explosiva

El asesinato de George Floyd en Minneapolis, un caso más de violencia policial racista, ha desencadenado una ola de indignación en Estados Unidos. Varias comisarías han sido incendiadas y la protesta ha llegado hasta la puerta de la Casa Blanca. Trump ha salido -como siempre- provocador y desafiante: "soy vuestro presidente de la ley y el orden", caracterizando de "terroristas domésticos" a los manifestantes y proclamando -mientras se escondía en el búnker de la Casa Blanca- "he enviado miles y miles de soldados fuertemente armados ".

Pero quizás esta vez, la teatralización se le ha vuelto en contra y no ha medido bien la rabia contenida. No era la primera muerte de un afroamericano a manos de la policía, pero esta llega en una situación muy particular. La pandemia de Covid-19 ha castigado brutalmente las poblaciones trabajadoras, la población negra e hispana, que también son las más castigadas por la crisis capitalista que ha acelerado el virus. El ingreso per cápita de la población negra es diez veces menor que el de la blanca. La tasa de paro es más del doble entre la población negra. La tasa de asesinatos a manos de la policía de estadounidenses de piel negra multiplica por cinco la de los blancos. Lemas como "Sin justicia no hay paz" o "Respeta mi existencia o espera mi resistencia" retumban en las manifestaciones, además del tristemente conocido "No puedo respirar".

A pesar de la represión y los intentos demócratas de acallar la protesta con leyes que limiten las prácticas policiales, la movilización no se detiene y en varias localidades ha provocado que incluso sectores de la policía se hayan solidarizado con los manifestantes. En Minneapolis incluso el ayuntamiento ha aprobado la disolución de la policía. A seis meses de las elecciones presidenciales, Trump encadena la nefasta gestión de la pandemia, la crisis económica y ahora su apoyo al supremacismo y al racismo policial y ya se encuentra por detrás del demócrata Joe Biden en las encuestas. Pero si la derrota de Trump daría aliento a la movilización, ¿qué entusiasmo puede levantar, sobre todo entre los jóvenes, una victoria de Biden, un hombre de las élites del establisment, que como senador votó leyes que lesionaban a los afroamericanos?

El racismo es un componente fundamental del capitalismo que pretende justificar la explotación del proletariado negro y al mismo tiempo dividir a la clase obrera. Un elemento esencial para la acumulación capitalista inicial en Estados Unidos, basada en el esclavismo. Por ello, es imposible erradicar el racismo sin terminar también con el capitalismo.

Internacionalización de la protesta

La protesta contra el racismo policial se ha extendido por todo el mundo. Enormes manifestaciones en Londres, Pretoria, París, Berlín o Sídney. Con una componente anti-Trump y antimperialista, pero también denunciando los abusos policiales en cada uno de estos países. En Francia por Adama Traoré, el joven asesinado por la policía el 19 de julio de 2016, cuando el hoy concejal en el Ayuntamiento de Barcelona, Manuel Valls, era ministro del Interior. Su familia sigue luchando para exigir investigación y castigo pero la justicia sigue empeñada en archivar el caso.

Entre otras ciudades, en Zaragoza se reunían miles de personas, en Madrid, más de 3000 personas se concentraron ante la embajada de Estados Unidos. En Barcelona, tras la manifestación ante el consulado estadounidense, la concentración del domingo 7 llenó la Plaza de St Jaume con miles de personas, y arrancó con la denuncia de los casos de racismo policial en España Por mencionar algunos: los asesinados en los CIEs - como Idrissa Diallo en 2012 y Aramis Manukyan en 2013, en el de Zona Franca de Barcelona-, los perseguidos por los Mossos como Mor Sylla en Salou en 2015 o por la policía como Mame Mbaye en Lavapiés en 2018, en las comisarías sea de Getafe (como el hondureño Alfonso Fortín Sánchez en 2008) o de Canarias (el keniata Samba Fofana en 2002), los 15 migrantes tiroteados por la Guardia Civil en la playa del Tarajal en 2014, el joven Iliass Tahiri ahogado en una "contención" -semejante a la que mató a George Floyd- en una residencia de Almería el año pasado, y un largo etcétera que tiene su máximo exponente en los 20.000 muertos -según la Organización Internacional para las migraciones- en el Mediterráneo entre 2014 y marzo 2020. La pandemia ha sido la última excusa para los gobiernos de Italia y Malta para bloquear las ONG de rescate y, sin testigos, dejar morir a la gente en el mar o acelerar las expulsiones en caliente en el agua, mientras la gente sigue huyendo de Libia por la intensificación del conflicto. Incluso siendo los países más golpeados por la pandemia, la gente sigue intentando llegar a España o Italia por que las desigualdades y la persecución dan más miedo que el virus.

Pero no sólo se denuncia el racismo policial: en plena temporada de recogida de la fruta en Lleida, cientos de migrantes viven en las calles, sin protección ante la pandemia, a la espera de un jornal. Después de que se denunciara por parte del SAT la situación denigrante de las mujeres jornaleras en la recogida de la fresa en Huelva, nuevamente encontramos situaciones generalizadas de explotación en el campo. También en los otros sectores que no se pueden deslocalizar: los servicios, la construcción, el trabajo de cuidados ....

Porque las leyes de extranjería son la otra cara de las reformas laborales: que pretenden dejar una bolsa de trabajadoras y trabajadores migrantes amordazados sin derechos para ser carne de cañón de la explotación y poderlos utilizar para presionar a la baja las condiciones del conjunto de la clase trabajadora. El racismo no es un accidente ni un problema que se resuelve en el terreno de la educación: es un instrumento en manos de estados y patronales para garantizarse los beneficios y sobrexplotar a los más desprotegidos, generando miedo al resto. Una herramienta también, en momentos de crisis porque el odio se dirija hacia abajo y no hacia los auténticos responsables del problema.

En Italia, donde el gobierno ha aprobado una regularización durante seis meses sólo para los trabajadores domésticos y de la agricultura presionados por la patronal que veía como se perderían las cosechas, se hizo una huelga de temporeros el 21 de mayo, para exigir una regularización más amplia y mejores condiciones laborales. En España, como ha denunciado la plataforma Girona Acull, el permiso de trabajo para los jóvenes migrantes ex tutelados si recogen fruta sólo mientras dura la temporada, que luego volverán a quedar sin papeles, es una vergüenza para un gobierno que se dice de izquierdas.

La lucha por la igualdad de derechos es una lucha de todas las trabajadoras y trabajadores y no es sólo una cuestión de solidaridad, es un problema de defendernos como clase para conseguir que esta crisis no la paguemos los de siempre.

George Floyd: investigación y castigo a los asesinos
y a los políticos cómplices
Fuera racismo policial e institucional: derogación de la Ley de Extranjería.
Regularización ¡ya!

10/06/2020

Lucha Internacionalista

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