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Líbano: la explosión de Beirut provoca una nueva rebelión popular

Görkem Duru, 12 de octubre de 2020




En el Líbano, que sufre la crisis económica más profunda de su historia, la dantesca explosión en el puerto de Beirut el 4 de agosto despertó la furia incontrolable de las masas. La explosión de 2.750 toneladas de nitrato de amonio, que estaba guardado en un depósito desde 2013, en el puerto más importante del país, causó 200 muertos, 5.000 heridos y dejó a casi 300.000 libaneses sin hogar. Estos números revelan el grado de la destrucción y, cuando los combinamos con las consecuencias económicas y sociales a medio y largo plazo, entendemos la situación desesperada de la clase trabajadora libanesa.

Por un lado, el gobierno prometió que se formaría una comisión para identificar a los culpables, en un intento de evitar que la bronca por la explosión se dirija hacia ellos. Por otro, declaró el estado de emergencia y trató de intimidar a las masas otorgando poderes extraordinarios al ejército en las calles de Beirut. Sin embargo, a los ojos de la clase trabajadora libanesa, los responsables de la explosión son obvios y las masas se resistieron a abandonar las calles, cantando “Queremos que el régimen caiga”. En el sexto día de protestas, el gobierno de Hasan Diyab tuvo que renunciar después de que muchos de sus ministros ya lo habían hecho. En otras palabras, el gobierno de tecnócratas que asumió el 21 de enero de 2020 después de la caída del gobierno de Saad Hariri con “Revolución del 17 de octubre”, fue forzado a abandonar su puesto luego de seis meses, bajo la presión de las masas movilizadas.

Las masas lograron un éxito significativo forzando al gobierno a renunciar. Sin embargo, al presentar Diyab su renuncia, anunció que el país tendría elecciones anticipadas dentro de dos meses. El capitalismo libanés, que ha estado al borde del hundimiento, trató de esconderse detrás del gobierno de Diyab para salvarse y mantener vivo el régimen corrupto, degenerado y sectario.


Régimen degenerado, capitalismo podrido

La explosión en el puerto de Beirut revela la profundidad de la corrupción y la decadencia del país.. No fue resultado de la “negligencia” o la “incompetencia” de uno u otro de los gerentes. Es el brutal y explotador orden capitalista que prioriza la ganancia sobre la vida humana, así como los líderes libaneses sectarios en su conjunto que representan ese orden. Esos representantes son los que establecieron un orden clientelar y sectario en cooperación con el imperialismo y lo llamaron "la Suiza de Oriente Medio", los que recortaron el acceso del pueblo libanés a muchos servicios públicos mediante políticas neoliberales y privatizaciones, los que multiplicaron sus beneficios convirtiéndose en accionistas de los bancos del país y los que restringieron el acceso de los trabajadores a su dinero en los bancos durante la crisis económica mientras intentaban pasar de contrabando sus propias riquezas al extranjero...

Desde 2019, los trabajadores libaneses habían estado peleando contra una crisis económica profunda. Lo que inició el proceso revolucionario en el país en octubre de 2019 fue la negativa de las masas a pagar el costo de la crisis; hicieron su aparición en el escenario político con el deseo de oponerse a las políticas de austeridad. La crisis se profundizó aún más con la pandemia del Covid-19. Cuando la deuda externa del país alcanzó los 92.000 millones de dólares, correspondientes al 170% de su PIB, el gobierno anunció la quiebra en marzo. Los bancos restringieron el acceso de los trabajadores a su propio dinero en sus cuentas bancarias. La tasa de inflación subió hasta el 400%, destruyendo el poder adquisitivo del pueblo libanés. Casi el 55% de la población en edad de trabajar está actualmente desempleada, mientras que cerca del 60% de la población total vive por debajo de la línea de pobreza. Si bien existen graves deficiencias en el acceso de los trabajadores a los recursos básicos como la electricidad y el agua potable, la crisis que se ha profundizado con la pandemia ha provocado la aparición de nuevas dificultades para acceder a productos vitales como el trigo y los medicamentos.

Líbano ha quedado reducido a escombros capitalistas debido al régimen dependiente del exterior y sectario construido en asociación con el imperialismo y Irán (Hezbolá), como resultado del Acuerdo de Taif firmado en 1989 tras la guerra civil que tuvo lugar en el país entre 1975 y 1990. El régimen que pretendía hacer invisibles los conflictos de clase bajo hizo que los líderes y políticos sectarios chiitas, suníes o cristianos se convirtieran en capitalistas notorios, que siguieron añadiendo riqueza a sus fortunas y cuyos nombres empezaron a figurar en la lista de los 100 más ricos del país, lo que provocó que el velo sectario se diluyera a los ojos de los trabajadores.

La profunda crisis social y económica que atraviesa el Líbano hace que los buitres capitalistas imperialistas se froten las manos con satisfacción; por un lado, tratan de garantizar sus intereses manteniendo vivo el régimen a pesar de las movilizaciones de masas y, por otro, se esfuerzan por aumentar sus beneficios participando en la reconstrucción de Beirut mediante el ofrecimiento de "paquetes económicos y de ayuda" para arreglar el colapso causado por la crisis económica y la explosión. En resumen, tratan de reforzar la dependencia externa del país mediante el endeudamiento. La visita del presidente francés Emmanuel Macron al país al día siguiente de la explosión es una muestra de este plan.

Las masas libanesas se movilizaron una vez más contra la visita de Macron, sabiendo que cualquier "paquete de ayuda económica" externo sería lanzado contra ellos como un "plan de austeridad económica". Amalgamaron su rabia contra la destrucción de la explosión con su ira contra el colapso económico y el régimen sectario, clientelista y corrupto.

Los capitalistas libaneses y los líderes sectarios tratan de mantener vivo su régimen en cooperación con el imperialismo refugiándose detrás del llamado a elecciones anticipadas. Se apoyan en la represión que podrían ejercer sobre las masas utilizando el aparato estatal, los llamamientos reaccionarios democráticos como el "establecimiento de un gobierno de unidad nacional", así como, y tal vez lo más importante, la división sectaria que sigue existiendo en el país a pesar de su erosión debido a las políticas de explotación capitalista.

Contra el llamamiento a la celebración de elecciones anticipadas, el factor más decisivo en la lucha de la clase obrera libanesa en dirección a la ruptura con el régimen y las políticas de explotación capitalista es plantar y construir la unidad de clase de los trabajadores, las mujeres, los jóvenes y los oprimidos para oponerse a las diferencias sectarias que han sido constantemente incentivadas por el imperialismo y los gobernantes del país.

¡Que se vayan todos! ¡No a las elecciones anticipadas! ¡Por una Asamblea Constituyente independiente, libre y soberana!

La base para establecer esta unidad es la capacidad de continuar con las movilizaciones contra todas las maniobras que el imperialismo y los capitalistas libaneses puedan aplicar para preservar el régimen, y para poner en marcha organismos autogestionarios dentro de la lucha.

Ese paso adelante podría tener como objetivo la lucha por la convocatoria a elecciones de una Asamblea Constituyente independiente. libre y soberana para contrarrestar las maniobras electorales a las que recurre el establishment para mantener vivo el régimen Los revolucionarios libaneses deberían en ella plantear medidas de fondo en consonancia con el eje de ruptura con la política de explotación imperialista y capitalista. En el camino de un gobierno obrero y popular que pudiera impulsar la cesación de pagos de la deuda externa, la expropiación de los bancos y de todas las instituciones públicas privatizadas sin compensación y el establecimiento de una economía central y planificada.

A medida que la pandemia del Covid-19 profundiza la crisis económica mundial, estamos atravesando tiempos en los que no hay más descripción que la expresión "socialismo o catástrofe" que puede referirse apropiadamente al estado de nuestro mundo. Si el levantamiento de los trabajadores libaneses pudiera crear una alternativa a su régimen y al sistema capitalista de explotación en esta coyuntura mundial, daría un ejemplo extremadamente importante para todos los trabajadores del mundo. Lo que nosotros, los revolucionarios internacionalistas, debemos hacer es apoyar la lucha continua de las masas libanesas en el plano político y organizativo, así como desarrollar formas de solidarizarse con ella.

Görkem Duru, dirigente de la UIT-CI, Turquía
17 de agosto de 2020
Texto íntegro del articulo en http://www.uit-ci.org/index.php/noticias-y-documentos/noticias-internacionales/2689-2020-08-23-00-28-50

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