En el hospital oncológico Duran i Reynals, este mes de octubre la Dirección advirtió a las trabajadoras, vía correo interno, con sancionar conductas de riesgo como las de no respetar el aforo máximo en ascensores u otros espacios comunes (sólo hay dos ascensores para el uso del personal en el edificio principal del hospital).

Mientras, y desde el inicio de la pandemia, se niegan PCRs a compañeras que han estado en contacto con pacientes que después se ha sabido que eran positivos de Covid-19, alegando que el contacto no fue prolongado y que la profesional llevaba la doble mascarilla puesta (mascarilla quirúrgica más EFFP2) así como que no presentaba síntomas. Doble contradicción; ¿cómo si no se explica que el equipo de protección individual con que se trata un paciente positivo consta de muchos más elementos de protección que la doble mascarilla? Sabemos también que el contagio puede darse sin la presencia de síntomas.

Nuestro sistema sanitario reproduce la estrategia de responsabilizar conductas individuales, aunque sean minoritarias, en lugar de invertir en medidas preventivas. Del mismo modo que hacen los Gobiernos catalán y español decretando el estado de alarma, colindando perimetralmente en fin de semana e imponiendo el toque de queda, pero sin invertir en medidas sanitarias en puestos de trabajo, transporte público, escuelas o en el propio sistema sanitario.

En estos momentos hay profesionales sanitarias en aislamiento, situación por la que desde Recursos Humanos se pide de vez en cuando al personal sanitario que doble turnos, esto implica trabajar quince horas seguidas, con dos descansos de veinte minutos -que no suelen agotarse y unos minutos para comer, que apenas se pueden sacar, debida la carga asistencial que suele haber en nuestro sistema público. Trabajar en estas condiciones no es adecuado ni para las profesionales ni para los pacientes. Este es un ejemplo de la situación que se da en algunos de los hospitales públicos de nuestro país, que recuerdan los inicios de la primera ola del coronavirus, con la diferencia que muchas sanitarias entonces estaban de baja por haberse contagiado y ahora empiezan a haber compañeras aisladas porque tienen hijos que pertenecen a grupos escolares que han sido confinados. Y este es sólo un ejemplo de que la falta de recursos preventivos en un sector público (como las escuelas) repercute en otro (el sector sanitario). Y todavía no ha llegado el punto más alto de esta segunda ola de la pandemia, que probablemente coincidirá con la epidemia de la gripe. Un nuevo colapso de los centros sanitarios es más que probable.

A pesar de la reciente victoria del colectivo de MIRs, que reconocemos y esperamos que desde el ICS y la patronal cumplan los acuerdos a que llegaron después de cinco semanas de huelgas, desde Lucha Internacionalista defendemos que a pesar del toque de queda, las restricciones y amenazas, la lucha por la defensa del sector público (Servicios Sociales, Sanidad y Educación) tiene un largo camino por delante y debe seguir organizándose, preparando el camino hacia una próxima huelga general para conseguir que se blinden los derechos de la clase trabajadora.

Equipo L’Hospitalet