Haya Termanini tuvo que huir de Alepo en Siria, cuando la ciudad cayó en manos del régimen de Bashar Al Assad tras un asedio feroz y los bombardeos continuados de la aviación rusa. Su familia era conocida por su implicación en la revolución siria y ella terminó refugiándose en Dinamarca, donde obtuvo asilo político. Este mes de marzo el gobierno socialdemócrata danés, que ha asumido el discurso anti-inmigración de la ultraderecha, ha empezado a retirar masivamente los permisos de residencia a los sirios refugiados en el país, con el argumento terrible de que Damasco y su periferia son un sitio seguro al que pueden regresar.

LI.- Es evidente que Siria no es un lugar seguro para que los refugiados puedan regresar.

HT.- Hasta hace unas semanas me sentía en Dinamarca casi como en casa. Desde que llegué en 2015 después de jugarme la vida en una patera, he estudiado, he aprendido el danés, trabajo aquí, y aquí tengo muchos amigos. Todavía hay una guerra en mi país y un criminal de guerra en la presidencia: no entiendo que algunos políticos digan que para nosotros es seguro volver. Al Assad es un dictador que condena a la gente a morir de hambre y les niega los derechos más básicos, hasta el punto de que nadie se atreve a continuar protestando.

LI.- ¿Qué te pasaría si volvieras?

HT.- A mí y toda mi familia nos matarían o nos enviarían a la cárcel. Pero quiero dejar claro que a mí no me afecta la medida del gobierno, porque yo tengo estatuto de refugiada política. Afecta a la gente que tenía una protección subsidiaria, porque llegaron reagrupados por sus familiares. Esto significa que fundamentalmente son mujeres, niños y ancianos, que no tienen reconocido el estatus político. Un refugiado es un ser humano que lo ha tenido que dejarlo todo para sobrevivir y ha buscado otro lugar donde empezar una nueva vida en paz, seguridad y con justicia. Cuando te conviertes en refugiado es como si te pusieran un sello en la piel que no se ve pero que todo el mundo sabe que está. Un recordatorio constante de lo que has perdido, pero rehaces tu vida, aprendes nuevas lenguas y culturas en un lugar que te ha dado esperanza. Esto era para nosotros Dinamarca. Hasta que un día te levantas y te dicen que tu protección es incierta y que te devolverán al lugar de donde has venido. Al lugar donde la violencia lo destroza todo, donde tus amigos y familiares han sido asesinado, donde aplastaron nuestros sueños. Un lugar que ya no es nuestro hogar.

LI.- Pero Dinamarca no puede deportar gente a Siria, con quien no mantiene relaciones diplomáticas ni reconoce al-Assad.

HT.- Exacto. La alternativa es volver voluntariamente o si no quieres te encierran en centros de deportación que están lejos de todo y donde no puedes estudiar ni trabajar, es como meterte en una prisión porque aunque puedas entrar y salir no tienes a dónde ir. Y esto por un tiempo indefinido. Todas las organizaciones de defensa de los derechos humanos lo han condenado.

LI.- ¿Qué busca el gobierno danés?

HT.- Quiero aclarar que estoy decepcionada por el gobierno y algunos partidos del parlamento, pero no por el pueblo danés, que siempre se ha mostrado abierto y solidario. Ahora mucha gente viene a nuestras manifestaciones. El gobierno y algunos partidos juegan la carta de los refugiados para alimentar el prejuicio de que somos gente perezosa que viene a aprovecharse del estado del bienestar. Pero la realidad es que como refugiados en Dinamarca, hemos luchado por nuestro derecho a estar aquí: estudiamos, trabajamos, hacemos voluntariado, tenemos amigos ... hemos rehecho aquí nuestras vidas. Unas veces me siento excluída, rechazada o cansada, pero confío en el pueblo danés y su empatía y sé que un día nos despertaremos sin miedo al futuro.

Lucha Internacionalista