El pasado mes de febrero conocimos un nuevo caso de suicidio de un menor en Sallent, Catalunya. Se trata de Iván, un joven de 12 años que, junto con su hermana gemela, tomó la decisión de acabar con su vida; la hermana sobrevivió, pero él no. Ambes sufrían acoso escolar por ser migrantes (argentines) y en el caso de Iván la violencia se incrementaba por ser un chico trans. La situación que vivían en el colegio y el penoso trato que el centro le dio al caso son los culpables de la situación límite que llevó a Iván a quitarse la vida. Por si fuera poco, tras esta terrible noticia, hemos visto como la violencia transfóbica se reproduce en los medios, hablando del caso de “las gemelas” y tratando a Iván en femenino, llegando hasta el punto de pronunciar su deadname.

Iván es un caso más que ejemplifica la terrible situación que vive la juventud de clase trabajadora en el estado español, en donde el suicidio es ya la primera causa de muerte no natural entre jóvenes menores de 30 años. La violencia y el acoso son las principales causas, por lo que el riesgo de suicidio aumenta cuando se trata de grupos oprimidos como personas migrantes, racializadas o el colectivo LGBTI. La transfobia que sufre la Juventud trans en el sistema educativo es aterradora; según un estudio de la FELGTB sólo el 46% de personas trans acaban los estudios obligatorios (cuando el porcentaje general es del 63%), lo que indica el alarmante índice de exclusión de las jóvenes trans del sistema educativo. En ese mismo estudio vemos que el 58% de menores trans han sufrido transfobia en el colegio, y el 9% agresiones y acoso sexual. La respuesta por parte de los centros ha sido, en un 43% de los casos, no hacer nada.

El suicidio de Iván es un asesinato social, y para que esto no vuelva a pasar necesitamos políticas de prevención y reparación y recursos para poder aplicarlas efectivamente; necesitamos protocolos efectivos en los centros de estudio y de trabajo con comisiones investigadoras independientes. Y sobretodo necesitamos seguir organizadas contra la ultraderecha y sus discursos de odio, contra las instituciones reaccionarias que cuestionan nuestra vida y nuestra existencia, y contra este sistema capitalista que es y siempre será, por definición, machista y LGBTIfóbico.

Cris Darriba