Los trapos sucios de la Casa Real se multiplican: los 280 millones de comisiones de Juan Carlos I de Arabia Saudita, el asunto Corina, los 4’5 millones de OHL, el viaje de bodas de Felipe y Leticia de cerca de medio millón de euros. El escándalo es mayúsculo e internacional, tanto que obliga al Tribunal Supremo a abrir investigación. El actual intento de lavar la imagen con la gira de los monarcas por todo el estado que ha comenzado esta semana en Canarias, puede servir para que este rechazo se materialice en las calles.

PSOE, PP y VOX impedían que el rey emérito –que habría acumulado una fortuna de unos 2.000 millones– tuviera que declarar ante una comisión de investigación del Congreso: la impunidad del rey –dicen– es permanente y absoluta. Pero la monarquía vive un deterioro imparable. Al día siguiente de la declaración del estado de Alarma, se hacía público el comunicado de Felipe VI en el que renuncia a la herencia de operaciones ilícitas de su padre –al parecer, sin ningún efecto legal–, y le retira la asignación de dinero público.

El precipitado recambio en 2014 de Juan Carlos I por Felipe VI, no detuvo el declive. En 3 años Felipe VI ha quemado cualquier credibilidad. En su primer discurso extraordinario el 3 de octubre 2017 justificando la represión por el referéndum, fue masivamente rechazado en Catalunya. En el segundo, el 18 de marzo, con motivo de la pandemia, fue contestado con una fuerte cacerolada en muchas ciudades del estado, con el trasfondo de las comisiones millonarias cobradas por el padre. El rey ha tenido que pasar a un segundo plano en la pandemia, mientras las encuestas reflejaban el rechazo y el CIS eliminaba la pregunta sobre la aceptación de la monarquía.

La corona fue restablecida por el dictador. Pero el régimen no es sólo la corona, sino el conjunto de instituciones del estado: militares, fuerzas represivas, jueces ..., que no fueron depuradas tras el franquismo, que se protegen. Monarquía es sinónimo de reducto de franquismo, de impunidad y de corrupción. Pero también de imposición del centralismo contra pueblos y naciones, de privilegios para la iglesia católica, de las grandes propiedades de los terratenientes de la nobleza, y del poder de la gran banca. Por eso, si una característica diferencia a Vox de la mayoría de la ultra-derecha europea es que se presenta como el más fiel sirviente de la corona, como partido del aparato del estado, no sólo por la presencia en las listas de numerosos militares sino por los resultados que obtiene entre estos sectores, incluido el barrio de la Zarzuela.

Si el PCE fue vital para hacer viable la Monarquía tras la muerte de Franco, el PSOE fue determinante para estabilizarla, contra las aspiraciones de libertad de la clase obrera y los pueblos. Que Felipe González "descubriera la Guardia Civil" y la alabara en sus planes contra el País Vasco, de nada le sirvieron cuando le habían guardado durante años los cadáveres de Lasa y Zabala para acelerar –cuando quisieron– la caída de su gobierno. Ahora se repite la historia, ha sido el propio PSOE quien había convertido a Pérez de los Cobos en héroe nacional por la represión en Catalunya, o Laurentino Peña en protagonista televisivo de la militarización que ha hecho el gobierno –con Podemos e IU– de la crisis sanitaria. Es decir, Cría Cuervos ..., que dice el refrán.

La corrupción de la Casa Real aflora cuando el gobierno y la patronal comienzan a poner números a la deuda pública acumulada durante la pandemia y piden nuevos y fuertes recortes. El Banco de España exige una nueva rebaja de pensiones. El rey hacía la clausura de las jornadas de la CEOE. Mientras, Intermon Oxfarm señalaba que a lo largo de la pandemia los 23 ultra ricos de España, han ganado 19.200 millones de euros al tiempo que 700.000 personas han caído en riesgo de exclusión.

La crisis de gobierno PSOE-Unidas Podemos

Antes de que la derecha y ultraderecha nos vuelvan a hundir en el nacionalcatolicismo y el ultraliberalismo, es urgente construir un movimiento y un reagrupamiento político a la izquierda de Podemos, en ruptura con la Monarquía, por el reconocimiento del derecho de autodeterminación y por un plan de medidas urgentes para que la crisis la paguen los capitalistas, con impuestos a las grandes patronales y el no pago de la deuda. Porque sí hay una política alternativa a la suya, que arranque de las necesidades de la gente, que ponga los recursos y la producción a su servicio, con un sistema sanitario 100% público y universal, sin despidos y con las nacionalizaciones de Alcoa y Nissan, con la regularización inmediata y plenos derechos para los inmigrantes.

La abolición de la Monarquía debe permitir la constitución libre de repúblicas y un reencuentro entre pueblos en una Federación de repúblicas. Y no habrá libertad para los pueblos sin una solución de los graves problemas de la clase trabajadora, sin tomar un conjunto de medidas necesariamente anticapitalistas, por eso estas repúblicas las queremos obreras y socialistas.

Para poder hacer frente a estos ataques a la clase trabajadora, para poder luchar contra la monarquía, contra las corruptelas, por el derecho de los pueblos es imprescindible y necesario siempre unir las luchas y organizar el rechazo a la Monarquía, con movilizaciones en la calle.

Rechacemos la gira de los reyes con protestas en la calle.

Disolución de la Guardia Civil. Disolución de la Audiencia Nacional.

Abolición de la Monarquía. ¡Derecho de autodeterminación!

26 de junio de 2020

Lucha Internacionalista